Por: Angie Lisseth Lora Salazar

Estamos en un contexto de inflexión que nos invita a repensar los sistemas alimentarios y la manera de enfrentar los actuales retos y desafíos a la Seguridad y Soberanía Alimentaria: conflicto armado, desempleo, producción agroquímica en ascenso, monocultivo, sobreexplotación del suelo, cambio climático e inflación. La crisis de los sistemas alimentarios ocupa actualmente la agenda pública y hace parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS–. Los gobiernos deben garantizar el acceso, disponibilidad, consumo, aprovechamiento, calidad e inocuidad de los alimentos para su población.

De acuerdo con la FAO, para contrarrestar la crisis alimentaria, se requiere que las mujeres en las zonas rurales tengan acceso en igualdad de condiciones que los hombres a la producción agrícola, de esta manera se produciría alimento para 150 millones de personas adicionales y disminuiría el hambre entre un 12% y 17%. Si bien los cambios demográficos en el sector rural de la subregión andina y del cono sur han favorecido la migración femenina hacia las ciudades y la “masculinización de la agricultura”, reforzando el sesgo masculino, el rol que desempeñan las mujeres es importante para la contribución de la Seguridad y Soberanía Alimentarias como pilar del trabajo campesino, de la agricultura y del sostenimiento familiar.

Según datos de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida, para el 2021 el 41% del total de hogares campesinos en el Valle del Cauca tenía como jefe de hogar una mujer. Sin embargo, esta cifra contrasta con el reporte dado por la Encuesta Nacional de Situación Alimentaria evidenciando que el porcentaje de inseguridad alimentaria en el departamento corresponde al 53,6%. Su aporte en el sector agropecuario es tan solo del 8,6% de la producción nacional y la mayoría de alimentos que componen la canasta familiar son importados de otros departamentos e incluso del extranjero.

A pesar de los datos, existe una potencialidad enorme en el departamento, donde la subregión Norte ha venido realizando iniciativas locales con enfoque de género que le apuestan a la Seguridad y Soberanía Alimentarias a partir de la integración regional.  Cabe destacar que esta subregión posee un buen IPSA – Índice de Potencialidad de Seguridad Alimentaria, se caracteriza por tener sus paisajes montañosos como parte del Paisaje Cultural Cafetero, posee un población rural en promedio del 35,16%, una destacada fuerza de trabajo que promedia 71,02Hab/km2, un índice de ruralidad en promedio de 63,06 y una baja presencia de títulos mineros.

CASOS DE ÉXITO

  1. I) Corporación Serraniagua (El Cairo – Valle del Cauca)

La Corporación Serraniagua es una organización ambiental de base comunitaria que se encuentra ubicada en el municipio El Cairo (Valle del Cauca) cuyo objetivo es articular o integrar procesos asociativos, de producción agroecológica, redes de mujeres campesinas, entre otros. La organización trabaja por la conservación de la biodiversidad con la participación de las comunidades locales en el corredor de conservación Parque Nacional Natural Tatamá – Serranía de los Paraguas, el cual hace parte de los corredores del Chocó biogeográfico y Andes Tropicales, identificados como hotspots para la conservación de la biodiversidad amenazada.

Juan Orlain, de la Corporación Serraniagua, quién actualmente lidera la Escuela de Agricultura Familiar y se encuentra vinculado a la organización hace más de diez años, cuenta cómo a partir de conocer la casa de las semillas en Riosucio (Caldas) del Resguardo Cañamomo y Lomaprieta (RCLMP), la organización se preocupó por crear una propia red Local de guardianes de semillas nativas y criollas en el Cairo (Valle), fortaleciendo el programa con la Escuela de Agricultura Familiar y su posterior vinculación a la Red Nacional inicialmente como parte del nodo Valle – Cauca y posteriormente con Nodo propio Cairo – Serranía de los Paraguas en alianza Internacional con Tierra del Futuro, promoviendo la soberanía alimentaria en la comunidad local.

Para él, las redes de mujeres campesinas y la Escuela de Agricultura Familiar han sido pilares fundamentales para la Soberanía y Seguridad Alimentarias en el Cairo (Valle), además de los intercambios de semillas nativas y criollas, son las mujeres ese componente fundamental que ha permitido retornar al trabajo colectivo, retomar la cultura y las tradiciones ancestrales. Las fincas en el Cairo Valle son autosostenibles y algunas han sido declaradas como Reserva de la Sociedad Civil, dedicándose a la conservación de la biodiversidad. Esta producción agroecológica ha permitido contrarrestar el aumento en la siembra de monocultivo de Aguacate “Hass” que amenaza las reservas de agua, los suelos y la biodiversidad.

  1. II) Asocorredor (El Águila – Valle del Cauca)

Una asociación de productores agroecológicos que inició sus labores en el año 2002, cuya finalidad es la producción y comercialización de café, frutas y hortalizas en el municipio de El Águila y la ejecución proyectos ambientales en otros municipios de la Subregión Norte del Departamento del Valle del Cauca. 

Juan Carlos Agudelo quién lidera el proceso de la Asociación apostando a la Seguridad Alimentaria y diversificación de cultivos, cuenta que ha trabajado de manera articulada con la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca – CVC. 

A la fecha en la asociación se han generado a la fecha tres unidades productivas lideradas por mujeres, cuentan actualmente con treinta mujeres vinculadas entre socias y de la comunidad en general. Dichas unidades “ASOAH” y “ECOFRUTÁGUILA” producen frutas y hortalizas para ser transformadas en productos como pulpa orgánica de frutas y café, el dulce “Aguilucho” y el tradicional “sancocho precocido con plátano, yuca, papa y cúrcuma”, los cuales cuentan con cadena de frío y se comercializan para facilitar su preparación. De otro lado, BIOFER que produce los fertilizantes orgánicos para los cultivos y se hace captura de microorganismos de montaña y se potencializa la pulpa de café como silicio natural.

Estos casos de éxito en la Subregión del Norte del Valle del Cauca, nos permiten evidenciar que para enfrentar los desafíos de la crisis alimentaria, la malnutrición y falta de productividad se requiere resolver las brechas rurales y sociales existentes entre hombres y mujeres, comprender las heterogeneidades y particularidades de los territorios y a partir de estas, convertirlas en ventajas competitivas donde los diferentes actores sociales aporten en la construcción del desarrollo sostenible.

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