Con los pies en la tierra

Publicado el Observatorio de Tierras

LA CELEBRACION DE LOS SOBREVIVIENTES

Por Francy Carranza. La Macarena, 24 de septiembre de 2016

La Conferencia Nacional Guerrillera se convirtió en un evento multitudinario. Llegaron unas 2000 tropas guerrilleras de los llanos orientales y más de 200 delegados elegidos por sus respectivas unidades militares de todas partes del país. El secretariado y legendarios líderes guerrilleros primera vez en 52 años se reunían en un mismo lugar. También hay alrededor de 900 investigadores y periodistas nacionales e internacionales que formamos una horda mediática que busca fotografiar, filmar y entrevistar a cuanto guerrillero o guerrillera se ve por ahí. Además, los líderes campesinos de la región también fueron llamados al evento y algunos combatientes han traído a sus familias que llegan con niños, abuelos, primos y hasta el perro. Luego, sin invitación pero llevados por los rumores macondianos de la gran reunión, empiezan a llegar humildes campesinos buscando hijos e hijas, hermanos, sobrinos que no ven desde que se enlistaron en filas guerrilleras y de los que hace muchos años no tienen noticia.

La organización del evento nos acomoda a todos en cambuches al estilo guerrillero, que terminan siendo cómodas habitaciones comunales hechas con palos y plásticos. Eso sí, a diferencia de los guerrilleros, los visitantes tenemos colchón y nos dan sábanas y toldillos nuevos. Los cambuches se organizan a lo largo de un camino que sale desde la carretera y se adentra en una zona selvática, con una pequeña quebrada para bañarnos y lavar la ropa. Además de estos campamentos que alojan a visitantes y guerrilleros,  hay zonas de camping y grandes carpas que contienen el restaurante, la zona de prensa y más habitaciones comunales con varias centenas de camarotes.

En la agenda de seis días se hacen reportes diarios a las siete de la mañana y ruedas de prensa a las 6 de la tarde. También se organizaron algunas ruedas de prensa con Rebeldes del Sur, la orquesta de las FARC creada hace 9 meses, o con los prisioneros trasladados desde las cárceles. Nos entregan kits con un maletín, camisetas y un CD de música fariana; se reparten gorras y ponchos estampados con el logo de la 10ma Conferencia, hay botones, collares y hasta postales que conmemoran el evento. Cada día termina en un concierto en la plaza de eventos con artistas consolidados que reúnen a todas las regiones y generaciones: se presentaron el grupo de reggae Alerta Camarada y los rockeros Sistema Sonoro Skartel de Bogotá, el llanero Arias Argot, el pereirano Jhonny Rivera y el sucreño Alfredo Gutiérrez. Todos ellos compartieron escenario con cantantes amateurs salidos de las filas guerrillas: un rapero, un DJ y dos cantantes de música llanera. La audiencia disfruta del concierto y baila en botas pantaneras, mientras los miembros del secretariado y delgados guerrilleros se sientan donde encuentran silla, sin escoltas, sin zonas VIP, solo acosados por los periodistas que disparan sus cámaras y piden entrevistas para el día siguiente.

Impresiona la capacidad de las FARC para organizar un evento de semejantes magnitudes en una zona de tradicional ausencia de estado. Dos semanas atrás El Diamante era un sitio perdido en las Sabanas del Yarí con solo dos casas de madera, ahora es un pequeño pueblo que aloja miles de personas. El evento fluye gracias a una red bien establecida de mandos medios guerrilleros que resuelve problemas o peticiones de manera eficiente. Lo único que no funciona es el internet, crucial para los periodistas (los rumores hablan de sabotajes en una antena a cargo de ejército), pero la logística es impecable: hay baños relativamente limpios, se hacen y arreglan carreteras y caminos, se construyen camas o kioskos para acomodar a los recién llegados, un comandante decide ofrecer comida a todos los invitados a su campamento porque entiende que no todos pueden pagar el restaurante, etc, etc.

Pero este Woodstock macondiano también nos recuerda la realidad de una violencia que patea en el pecho con toda su fuerza: mientras Alfredo Gutiérrez intercambia versos vallenatos con Jesús Santrich en el escenario, mi amiga baila con un guerrillero y yo con una víctima. Mi compañero de baile me dice que hizo un viaje en moto desde el Tolima para reclamar unas tierras que el Mono Jojoy le quitó. Continúa contando que fue candidato a la alcaldía de su pueblo, pero luego de un secuestro de cinco días por parte de las FARC le tocó renunciar y se fue de la zona. Me dice que su felicidad es inmensa por volver y que lleva más de 30 años esperando por este momento: ahora quiere devolverse a la zona con su hijo a trabajar y contribuir con la región. Eso me recuerda que el día anterior una guerrillera me cuenta con lujo de detalles cómo fue violada mientras estaba en prisión. Poco después me entero que un muchacho que conocí hace 20 años se enlistó en las FARC y murió en combate, su padre había venido a buscarlo. También se escuchan las historias de combatientes mutilados o en sillas de ruedas, y pude hablar con un médico que fue llevado a prisión por salvarle la vida a un guerrillero.

Más allá de la chiva, de la foto, de la entrevista están las miles de historias de cinco décadas que periodistas e investigadores no alcanzamos retratar en una semana. Quienes están en El Diamante conocen desde adentro la violencia: los comandantes y los guerrilleros evitaron la muerte de bombas y combates; los padres buscando a sus hijos, las víctimas y habitantes de la zona han resistido valientemente los ataques, amenazas y controles que les impusieron todos los actores armados. Esta conferencia guerrillera termina siendo una celebración amarga, pero no por eso menos alegre, todos son sobrevivientes una muy larga guerra que se termina hoy.

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