Foto: FAO

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Por: Adriana Herrera Rodriguez.

El cambio climático es una de las mayores amenazas para la justicia alimentaria, los modos de vida tradicionales y el bienestar de las personas. Los efectos del cambio climático en América Latina son cada vez más alarmantes, según la OXFAM el cambio climático afecta especialmente en los sectores agropecuario y forestal, debido a su gran dependencia de las condiciones climáticas. Esta situación genera vulnerabilidad económica, social, ambiental y política afectando la seguridad alimentaria y humana.

El género y el clima están completamente entrelazados, según la ONU (2021) el 80% de las personas desplazadas por los impactos del cambio climático en el mundo son mujeres y niñas, así mismo, afirma que las mujeres siempre han tenido una conexión especial con la naturaleza, ayudando a mantener los ecosistemas, la diversidad biológica y los recursos naturales del planeta, por lo que durante muchos años ellas administran y gestionan el capital medioambiental. Las mujeres del mundo rural campesinas y otras etnias desempeñan un papel importante frente al cambio climático, en especial la seguridad alimentaria y autónoma de sus hogares y países, tambien en la adaptación a los diferentes fenómenos climáticos brindando  conocimientos, transmitidos de generación en generación.

Las desigualdades que rodean a las mujeres rurales en Colombia las hacen aún más vulnerables a la inseguridad alimentaria, falta de autonomía, violencia, pobreza y restricción de derechos básicos. Es indispensable mencionar que el cambio climático afecta e impacta a todos de diferentes maneras, pero las condiciones de vida y marginalización a las que se exponen mujeres campesinas e indígenas en nuestro país las hacen mas susceptibles a los efectos negativos.

La última nota estadística publicada por el DANE en el año 2023 muestra un panorama para caracterizar diferentes aspectos sobre mujer rural.

En las zonar rurales de Colombia vive el 23,9% de la población del país: 48,1% son mujeres y el 51,9% hombres. Del porcentaje de mujeres rurales, el 50,4% son menores de 30 años y el 14,2% tiene entre 60 años o más. En Colombia, la edad apropiada para trabajar comienza a los 15 años, por lo que el 31,2%de mujeres rurales se encuentra en la población económicamente activa, frente al 68,8% de hombres económicamente activos en el área rural en el año 2022 (GEIH, 2022). En cuanto al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, las mujeres rurales dedican el 79,8% de las horas trabajadas a las diferentes tareas del hogar, mientras que los hombres dedican el 20,2% de sus horas (ENUT, 2021).

En términos de educación, las mujeres mayores de 5 años que saben leer y escribir en el área rural representan el 89.9% frente al 96% de las mujeres del área urbana, mientras que en educación superior, sólo el 1,6% de las mujeres rurales alcanzan el nivel de posgrado, las mujeres que no pueden estudiar por labores del hogar o embarazo representan el 10,5% y el 6,6% por falta de recursos económicos ECV, 2022.

La denominada Encuesta Nacional de Uso del Tiempo incluye por primera vez un conjunto de preguntas que permiten conocer la toma de decisiones al interior del hogar familiar rural. La proporción de mujeres rurales que pueden tomar una decisión de manera individual es del 53,3%, a diferencia de los hombres con un 66,8%. En cuanto a la toma de decisiones en la producción agropecuaria, solo el 26% de las decisiones son tomadas por mujeres, mientras que el 61,4% de los hombres pueden tomar decisiones sobre la producción y solo el 12,6% de hombres y mujeres pueden tomar decisiones conjuntas sobre la producción.

En cuanto a la participación política de las mujeres, sólo se obtuvieron datos de los municipios del Programa de Desarrollo Territorial (PDET), estos municipios son los más afectados por el conflicto armado en Colombia y son una aproximación a la realidad de los territorios rurales del país. En este caso el 27,3% de las mujeres hacen parte de alguna organización o institución como juntas de acción comunal y grupos religiosos. En cuanto a la participación en las elecciones en los municipios del PDET, sólo el 20% de 78,9% de las mujeres participaron. Las razones para no participar fueron no haberse inscrito para votar y considerar a los políticos corruptos.

Según la Encuesta de Calidad de Vida del 2022, los hogares con jefatura femenina tienen una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria, que corresponde al 36,3% frente a los hogares con jefatura masculina con el 30,4% en el área rural.

En cuanto al acceso al crédito, el DANE muestra que los hombres rurales tienen ventaja en la aprobación de créditos. El crédito de consumo presenta una aprobación del 49,8% para las mujeres y del 56,8% para los hombres, mientras que la aprobación de microcrédito para las mujeres es del 11,6% frente a un 14% de los hombres. Las razones por las cuales algunas mujeres no acceden al crédito es porque no les gusta el endeudamiento y porque tienen bajos ingresos.

Según Amparo Cerrato (2024), la tenencia de la tierra es lo más importante para la igualdad de las mujeres. En Colombia, el 63,7% de las propiedades rurales son de hombres y sólo el 36,3% corresponde a las mujeres. Además, en 18 de los 32 departamentos de Colombia, la tenencia de la tierra en manos de las mujeres es menor.

Las diferentes informaciones estadísticas muestran la vulnerabilidad de la mujer rural. En 2018, Colombia reconoció la no neutralidad del género en el cambio climático y se creó el Plan de Acción de Género y Cambio Climático (PAGCC-CO), reuniendo a más de 260 lideresas de mujeres rurales, indígenas y afrocolombianas para proponer una guía de acciones para fortalecer la contribución y participación de las mujeres, creando capacidades para la adaptación al cambio climático. Colombia también ha incorporado el enfoque de igualdad de género y empoderamiento de la mujer en la Contribucion Nacionalmente Determinada (NDC) trazando las metas y medidas de adaptación y mitigación climatica.

Colombia ha implementado diferentes estrategias y ha propuesto metas con diferentes actores del mundo rural con poder estatal y gubernamental. También se encuentran diferentes normativas sobre temas de equidad de género y cambio climático teniendo en cuenta diferentes lineamientos para políticas públicas. Pero, la realidad es otra, de todo esto tan perfecto en el papel no se está evidenciando resultados en el desarrollo de zonas rurales o en la vida de aquellas mujeres. Que como lo vimos anteriormente sufren diferentes dificultades para llevar una vida tranquila en el campo colombiano, ¿será que podremos ver estos resultados más adelante? O, ¿las mujeres y niñas rurales seguirán siendo un actor marginado y blanco de la desigualdad?

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