Calicanto

Publicado el Hernando Llano Ángel

LA PAZ TOTAL ES «INTERMÉSTICA»

LA PAZ TOTAL ES «INTERMÉSTICA»

Hernando Llano Ángel

Instalada la Mesa de la Paz con el ELN en Caracas, comienza el presidente Petro a jugar sus cartas en el campo más minado, difícil y confuso de nuestra realidad. El campo de un conflicto armado sincrético, donde las fronteras entre el delito político y el común se diluyen, así como los límites entre sus dinámicas nacionales e internacionales. Porque el ámbito en donde discurre esa paz total es tanto internacional como doméstico. De allí el neologismo de «paz interméstica», pues ella precisa de acuerdos simultáneos en el campo internacional y en el doméstico. De hecho, la dimensión interméstica ya está en el Acuerdo de Paz de 2016, especialmente en los puntos 4 y 5, referidos a la solución al problema de las drogas ilícitas” y la justicia transicional y restaurativa, con el (SIVJRNR) Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y garantías de no Repetición, más reconocido y elogiado internacionalmente que en casa. Entre otras, el entonces presidente norteamericano, Barack Obama, nombró como delegado exclusivo para la definición del punto 4 a Bernard Aronson, quien avaló el cambio de política para tratar el problema de las drogas y los cultivos de uso ilícito, “planteando para el consumo un problema de salud pública y para los cultivos, un tratamiento social y económico antes que una política criminal”. Dicho tratamiento, al igual que el punto 1 del Acuerdo, sobre Reforma Rural Integral, fueron relegados en la trastienda de una burocracia ineficiente durante el final del gobierno de Juan Manuel Santos. Por su parte, Iván Duque, burló el cumplimiento del punto 4, obsesionado en fumigar con glifosato los cultivos de coca, en lugar de implementar el “Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito- PINIS”. Todo lo anterior, justifica de sobra la invitación al gobierno de Estados Unidos para que designe un delegado en la Mesa de Diálogo con el ELN, pues la presencia y control de los “elenos” en territorio con vastos cultivos de coca es insoslayable. También por ello es plenamente comprensible la invitación de la delegación del Gobierno y el ELN a España, Suecia, Alemania y Suiza como acompañantes en las conversaciones de paz, dada la afinidad que comparten con Petro en un replanteamiento internacional de la fracasada guerra contra las drogas. Ya en su encuentro con AMLO en México, anunció Petro la convocatoria de una cumbre Latinoamericana para exigir a la comunidad internacional que avance hacia una política de regulación, para lo cual seguramente invita a Chile, Brasil y México como garantes en el proceso.

Regulación en lugar de criminalización

Sin duda, esa ofensiva diplomática es imprescindible. La rentabilidad y letalidad del narcotráfico son estimuladas directamente por su carácter ilegal, convirtiéndose así los Estados y sus autoridades punitivas en los principales responsables del control de la criminalidad. Es el carácter ilegal lo que perpetua la simbiosis entre organizaciones criminales y la cocaína, donde la violencia y la corrupción -el plomo y la plata— definen la vida, la muerte, el confinamiento y desplazamiento de miles de campesinos y miembros de comunidades étnicas, quienes llevan la peor parte en sus regiones, devastadas y degradadas por la codicia de los narcotraficantes y el desvarío de guerrillas que encuentran en la cocaína un elixir para su prolongada existencia. Dicho entramado de criminalidad, política y corrupción es de carácter global, aupado por la creciente demanda de estupefacientes, sustancias psicotrópicas y el hedonismo escapista de sus millones de consumidores, que estimulan la oferta y con ella las ganancias siderales de los narcotraficantes y los recursos inagotables para las guerrillas. La forma más eficaz para desmontar ese emporio de criminalidad es que la comunidad internacional asuma su regulación legal, tal como lo hizo Estados Unidos al quitarle a la mafia el monopolio del tráfico del licor en 1933 . Durante la vigencia de la “ley seca”, el mismo Al Capone declaraba: «Le doy al público lo que el público pide». «Nunca he tenido que enviar vendedores agresivos. Nunca hubiera podido dar abasto». De allí que “la violencia delincuencial subiera súbitamente después del establecimiento de la ley seca” lo que contribuyó a su posterior derogación. Un camino que está recorriendo de nuevo esa nación en el tratamiento de la marihuana. Después de los recientes referendos del pasado 8 de noviembre, en la actualidad su consumo con fines recreacionales ya está regulado en 21 Estados, incluyendo los estados de Maryland y Missouri. Pero, así como la política presidencial de la Paz Total es tan intensa y eficaz en el campo internacional, debería serlo en el doméstico, donde la conflictividad social creciente, expresada en bloqueos de carreteras y un invierno que no solo anega el campo y arrastra precarias viviendas en nuestras ciudades, sino que cada día ahoga más vidas y esperanzas populares, no encuentra la atención oportuna y rápida que demanda del gobierno nacional, pues los gobiernos regionales no dan abasto.

La paz doméstica anegada

Hasta la fecha, las víctimas mortales de este “Tsunami” invernal supera ya la cifra de 200 y las pérdidas para la economía popular y nacional son billonarias, según lo reporta la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD): “204 muertos, 281 heridos, 765 municipios afectados y 37 personas desaparecidas”. Para completar, el panorama económico internacional acelera la devaluación del peso, el aumento de la inflación y el desempleo, augurando un 2023 con la menor tasa de crecimiento económico de los últimos años. Conclusión: Petro tiene en la realidad económica y social la oposición más feroz y desafiante para gobernar, pues la carestía y el desempleo son hechos que nos afectan directamente de manera mucho más contundente e irrebatible que los hipócritas discursos de la oposición. Una oposición ahora empeñada en capitalizar el desastre incubado bajo su anterior administración, ese ducado de negociados y favoritismos, que propició levantamientos sociales y ciudadanos como los del 2019 y 2021, gracias a la genialidad presidencial. No por casualidad las memorias del expresidente Iván Duque llevan por título: “Duque. Su Presidencia, 2018-2022. En efecto, fue una Presidencia a la medida de su vanidad, autismo, egolatría y adulación de sus más cercanos colaboradores, cuyas ejecutorias todavía nos deslumbran y agobian, excepto a su nobel prologuista, Mario Vargas Llosa, quien ya extraña su ausencia. Pueda ser que Petro no caiga en el mismo desvarío, por vanidad o prepotencia, y crea que la Presidencia de la República es una institución al servicio de la gloria personal –como lo fue durante el Ducado— y no una institución republicana que se debe al bienestar colectivo de la Nación, según lo prescrito por el artículo 188 de nuestra Constitución: “El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”.

Del dicho al hecho

Lo más grave es que frente a esta realidad tan adversa y difícil, que demanda la mayor coherencia y coordinación del gobierno nacional, empezando por su cabeza, no se perciba la disposición, ni la capacidad para hacerlo en forma más acertada y eficaz. En parte, porque el estilo de gobierno de Petro es desmesurado en su agenda y objetivos. Ello se refleja en el nombre mismo de sus dos principales metas: “Colombia, potencia mundial de la vida” y “La Paz total”. Sin duda, son metas loables, bien intencionadas y deseables, pero políticamente casi inalcanzables en 4 años. Guardando las proporciones, es tanto como si el nuevo entrenador de nuestra Selección de fútbol, el argentino Néstor Lorenzo, tuviese como meta ganar el próximo campeonato mundial, sin siquiera haber clasificado a la selección. Todos deseamos que la Selección de fútbol sea campeona mundial, así como que las mayorías vivan dignamente y se ponga fin a la violencia, la criminalidad y la ilegalidad para alcanzar objetivos políticos, sociales y económicos. Pero para lograrlo hay que proponerse objetivos muy concretos y realizables, en lugar de embelesarse y extraviarse en la promoción de la Paz Total. Algo que está sucediendo cuando se instala en Caracas con bombos y platillos la Mesa de Paz con el ELN, pero no se atiende con mayor celeridad y eficacia a los miles de damnificados por la ola invernal. Con mayor razón, cuando la incapacidad del gobierno nacional para responder a dichas demandas inaplazables de subsistencia –primero la vida— terminan en bloqueos de carreteras, por más de tres semanas, como sucedió en la vía a Buenaventura con consecuencias desastrosas para la economía popular y nacional. Ese abismo entre las palabras y la acción, terminará por desacreditar y deslegitimar el gobierno de la Vida y al mismo Petro, mucho más que las histéricas advertencias y críticas de la senadora María Fernanda Cabal que, al parecer, ya le roban el sueño y la paz conyugal con Félix Lafaurie por su participación en la delegación gubernamental en el proceso de paz con el ELN. Sin duda, para avanzar hacia la paz total se precisa mayor convergencia entre la agenda internacional y la doméstica, ya que es un asunto interméstico. Un asunto que tiene en la paz ambiental y la transición energética su punto de encuentro con propuestas como el Fondo Internacional para la defensa de la Amazonia, salvándola de la degradación de las economías extractivas, la ganadería extensiva y los cultivos de uso ilícito, algo que conoce cabalmente Lafaurie. Especialmente por la apasionada defensa de su esposa de principios como la «justicia, la seguridad, el orden, la transparencia y la autoridad», que tanto brillaron durante los 8 años en que gobernó el “presidente eterno” y los 4 del ducado de su hijo político putativo preferido. Según esa versión de la realidad que tanto añora la senadora Cabal, los colombianos vivimos una docena de años inolvidables: sin corrupción, sin violencia, con orden, justicia, seguridad y prosperidad, dilapidados por un traidor en apenas 8 años, que pactó con criminales y narcoterroristas un ilegítimo Acuerdo de Paz, cuyos objetivos le parecen a la senadora absurdos y sin sentido alguno: Reforma rural integral; Participación política sin armas; Solución al problema de las drogas ilícitas y Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición de más víctimas. Pero, senadora, pregúntese cabalmente ¿Por qué será que más de 11 millones de ciudadanos votaron por Petro y quieren la Paz Total? ¿Por qué su esposo ahora considera necesaria incluso una reforma rural integral y la misma Paz Total? Senadora, parece que alguien la está engañando o usted no quiere ver la realidad.

 

 

 

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