Calicanto

Publicado el Hernando Llano Ángel

El Halloween Electoral

EL HALLOWEEN ELECTORAL

Hernando Llano Ángel

Por todos los rincones del país y en las esquinas de nuestras ciudades aparecen varios precandidatos presidenciales derrochando simpatía en busca de firmas, almuerzan en las galerías y los mercados públicos, viajan en transporte público, llenan las plazas donde lanzan sus proclamas políticas, como si fueran hombres providenciales destinados a salvarnos. En fin, la mayoría de ellos se disfraza de ciudadanos comunes y corrientes. Salvo uno, Petro, que se cree predestinado a ser presidente, porque su verbo expresa y transmite dos poderosas pasiones y demandas inaplazables: justicia y revancha social para millones de colombianos. Millones que creen, con la fe de sus angustias y necesidades apremiantes, que bajo su presidencia serán redimidos socialmente. Estamos, pues, en pleno Halloween electoral. Todos a una parecen entonar el estribillo de ocasión: ¡Triki! ¡Triki! ¡Elecciones! ¡Quiero firmas para mí!  ¡Triki! ¡Triki! ¡Elecciones! ¡Quiero votos para mí! Y ese sonsonete electoral retumba en nuestras conciencias con mayor claridad como un triki, triki, triquiñuelas, nos llegó la hora de no dejarnos timar, ilusionar y engañar en el 2022. Nos llegó la hora de la responsabilidad ciudadana y votar con criterio, más allá de los dulces envenenados del clientelismo, la compraventa de conciencias y la demagogia ilusionista. No botemos más nuestro voto en las urnas de la corrupción, la incompetencia, el amiguismo, los negociados con privados y el ilusionismo de una prosperidad inmediata.

Los dulces y votos envenenados

Porque las semejanzas entre las elecciones y Halloween son más que las propias de un carnaval. Y sus diferencias son mucho más sustanciales y trascendentales. Quizá la principal semejanza sea toda la parafernalia propia del juego y el engaño.  Lo vemos en los candidatos que hacen triquiñuelas inimaginables para encantar a sus potenciales votantes. Los más radicales y progresistas ideológicamente se vuelven pragmáticos, flexibles y conciliadores. Lo importante es no asustar, dar confianza inversionista y seguridad judicial. Incluso se acercan y coinciden con quienes se encuentran en el otro extremo. Petro termina apoyando al expresidente Álvaro Uribe en su propuesta de amnistía general. Lo que importa es ganar y para eso se necesitan votos, no tanto  la justicia, la verdad y mucho menos la dignidad de las víctimas. Y, del otro lado, es decir, la derecha retardataria, se vuelve progresista y pone el grito en el cielo por tanta injusticia social, promete mayores subsidios para los “sectores vulnerables”, un eufemismo que utiliza para ocultar o negar la pobreza, la injusticia y la exclusión social. De la noche a la mañana la desvela la “cuestión social”, por eso hay que reactivar la economía, generar empleo y, sobre todo, reformar la ley de garantías electorales, permitiendo a gobernadores y alcaldes contratar en época preelectoral. En fin, primero los votos y nada los asegura mejor que los contratos de la administración pública, pues ellos son los dulces envenenados del Halloween electoral. Te doy contratos y tú me das votos. ¡Que viva la democracia! Por eso Anatolio Hernández, representante a la Cámara por el departamento de Guanía y el partido de la U, le pregunta a Jennifer Arias, la presidenta de la Cámara de Representantes, cómo debe votar dicha ley, y ella le responde a viva voz que vote . Allí está de cuerpo entero la corrupción de lo público y sus máximos promotores: el Centro Democrático, pues la presidenta de la Cámara es una de las protegidas del exsenador Álvaro Uribe, y el partido de la U, que ahora cuenta con la bella Caterine Ibarguen para seducir a electores que la admiran y probablemente votarán por ella, sin saber que están dando un triple salto al vacío de la corrupción, el clientelismo y la politiquería, bajo la curtida política en esas lides, la exgobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, actual presidenta del Partido de la U. Un partido que ahora se anuncia en vallas como el “partido de la unión por la gente”. !Cómo cobra de importancia la gente en estos tiempos! Ya va siendo hora de abandonar la niñez e ingenuidad política y no dejarnos enfermar más por otros cuatro años probando esos dulces envenenados y votando sin reflexionar en el 2022. En campaña nos ofrecen dulces irresistibles y en el gobierno laxantes por cuatro años. Como la publicidad de Colombina: «El sabor es infinito» al igual que la estupidez de quienes preguntan como Anatolio ¿Por quién o cómo hay que votar?, sin antes deliberar y pensar. O, lo que es peor, pensando solo en sus negocios y su curul, porque Colombia no es infinita y si la dejamos otros cuatro años más en manos como las de Anatolio y sus correligionarios, nos emplazarán millones de niños que mañana ni pan y mucho menos dulces tendrán.

 

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