Bernardo Congote

Publicado el

Una Gerencia que Ladra

Lo que faltaba. En Bogotá la gerencia del sistema de transporte masivo ¡ladra! Qué gran señal de impotencia nos está dando la otrora bien llamada la conchi. Rescatada de entre sus cenizas por el alcalde Peñalosa, la actual gerente ha decidido ladrarle a la ciudadanía en los molinetes de Transmilenio.

 

Dice que es su fórmula para controlar a los colados. Pero no dice que, de esta manera, nos está demostrando a los ciudadanos qué tan caninas son, también, sus limitaciones gerenciales.

 

El uso de los perros por parte del ser humano ha estado ligado a su antiquísima propensión cazadora. Y el dominio del perro ha sido uno de sus símbolos. El dócil animal nos sirvió desde antaño para garantizar abundantes presas. Sólo que entonces la cacería era tarea masculina pero ahora en Transmilenio se está haciendo bandera femenina. ¡Vivir para contarlo!

 

Podría ocurrir que <<la conchi>> nos estuviera mostrando que algunas mujeres siguen igualándose a los hombres en lo peor que somos. Mis estudiantes mujeres son ahora tan o peor de vulgares que sus pares hombres. Llegan hasta la procacidad. Fenómeno que no hace sino producir vómito con náuseas en los pasillos universitarios. (¡Esperábamos más de cierta revolución feminista!)

 

Gerenciado caninamente, Transmilenio es un sistema plagado de graves errores de diseño que le hacen altamente vulnerable: i) el tipo y tamaño de los molinetes de acceso, atrae a los colados; ii) la libertad de acceso desde las calles aledañas a las estaciones, es otro llamado a los colados; iii) la estrechez de casi todas sus estaciones, hace imposible mantener una mínima movilidad; iv) sus funcionarios son el máximo ejemplo de la indolencia; v) sus puertas permanecen abiertas; vi) sus policías sólo hablan por celular; vii) sus limosneros pululan como enjambres de miseria y viii) sus gerentes son elegidos por sus discapacidades. (¡Se deberían instalar sillas azules también en las oficinas de Transmilenio!)

 

La última solución consiste en entrenar perros de cacería para que nos ladren a los clientes del sistema. Sí. Nos van a ladrar a los honestos. Porque los colados se van a seguir subiendo por entre las decenas de puertas callejeras carentes de vigilancia. No se van a colar por donde están los perros. Son algo más astutos que la gerencia del sistema.

 

La señal que nos ofrecen hoy el alcalde y su gerente canina no podría ser peor. Nada de ingeniería (léase: ingenio); nada de cultura ciudadana (léase: responsabilidad de los clientes); nada de seguridad (léase: vigilancias policial y privada); nada de sanciones directas (microrretenciones de colados en estaciones policiales). ¡Nada de nada! Apenas ladridos.

 

Sumándose a la perniciosa subcultura del can, Transmilenio está dando señales degradantes. Y de esta forma, aumentando el riesgo moral ciudadano. Porque, cada vez más los ciudadanos honestos se verán inducidos a no pagar porque el sistema está probando su ineptitud para controlar a los que no pagan. Y, de esta forma, haciendo todo lo necesario para que los honestos que pagan comencemos a aparecer como los  estúpidos del paseo.

Congótica. Cada uno somos honestos hasta cuando dejamos de serlo.

Congótica 2. ¿Quién va a recoger la mierda de los perros?

Congótica 3. ¿Lanzará <<la conchi>> una campaña para que los pasajeros carguemos bolsas para recogerla?

Congótica 4. ¿Las estaciones de Transmilenio se van a convertir ahora, peor, en depósitos fecales tal y como los <<perreros>> han convertido a los parques de la ciudad?

El autor es politólogo, economista y profesor universitario colombiano. Miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (www.federalismoylibertad.org) y autor de La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com)

Comentarios