Bernardo Congote

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Protejamos a los niños… ¡de sus padres!

En la llamada familia cristiana se cocerían las habas de la violencia contra los niños. Algún filósofo se preguntaba por qué la familia humana habría buscado retratarse en la también llamada Sagrada Familia[i]. Analizar esa pregunta permitiría entenderlo.

La sagrada familia habría sido un espécimen social bastante raro. La madre habría sido fecundada por un ángel. No se tiene historia de su embarazo sino hasta la leyenda del nacimiento de su hijo. Y fue consagrada <<virgen>> habiendo sido fecundada. Y también a pesar de haber tenido un hijo[ii].

Su esposo tampoco habría sido tal. Enfrentado a la difícil circunstancia de que su pareja hubiera sido fecundada por un tercero, su papel se redujo al de un mandadero[iii]/[iv]. Apenas se sabría que el fecundador de la virgen, el mismo <<ángel del Señor>>, ante las amenazas de Herodes le habría ordenado tomar al niño y a su madre (del niño, no su esposa) e irse a Egipto para, luego, regresar a Israel[v]/[vi].

No existiría testimonio alguno de que los padres del niño se hubieran dirigido la palabra. Tampoco de que le hubieran fijado algún tipo de límites a su hijo. Y tampoco de que el padre artesano le hubiera enseñado su artesanía al hijo[vii]. Tanto que si bien fue conocido como <<el hijo del carpintero>>, no se lee que el hijo hubiera ejercido éste ni otro oficio artesanal.

El hijo aparecería activo en sociedad hacia los doce años[viii]. En las primeras de cambio se habría aparecido quedado en Jerusalén abandonado de improviso por sus padres, hasta que éstos lo encontraron pasados tres días[ix]. Tiempos después, se dice que un día cuando le dijeron que estaban por allí <<su  madre y sus hermanos>> les habría negado respondiendo: <<¿Quién es (sic) mi madre y mis hermanos?>>[x].

¿Cuáles fueron entonces los valores de la sagrada familia? ¿Cuál ha sido el espejo donde se ha mirado nuestra familia cristiana? La infidelidad de la mujer; la brutal negación de una feminidad sexuada; la absurda negación de una masculinidad formadora; el silencio violento de los padres entre sí y con su hijo; la violenta ausencia de límites en la educación del hijo; la ausencia de enseñanzas sobre cómo trabajar y ganarse el pan <<con el sudor de la frente>>; el violento abandono del hijo; y la no menos violenta negación que hizo éste de su madre.

¿Por qué asombrarse, entonces, de cómo funciona entre nosotros la llamada familia cristiana? ¿Por qué asombrarse del clima de violencia que ronda adentro de sus paredes? ¿Por qué alarmarse del abandono que hacen los padres sobre sus hijos? ¿Por qué alarmarse de que los hijos no obedezcan reglas de juego? ¿De que se auto gobiernen sin límites? ¿De que sean actores tempranos de todo tipo de guerras?

¿Por qué asombrarse del papel anodino de la figura masculina? ¿Por qué preguntarse sobre el surgimiento de cada vez más hogares sin padre? ¿Y del indolente aumento del  número de mujeres <<cabeza de hogar>>? ¿Mujeres que, a su vez, deciden eliminar al referente masculino privando a sus hijos de ese referente?

¿Acaso no es violento el silencio entre los padres? Inclusive sería peor que la violencia física (sin entrar a defenderla por supuesto). ¿Acaso el papel sumiso del carpintero ante los <<dictados del Señor>>, no fotografían el papel cada vez más anodino del hombre en la educación de sus hijos? ¿Y explicaría, acaso, la multiplicación del homosexualismo en sus diversas vertientes?

¿Acaso el carpintero no es la negación del concepto elemental de padre? ¿Acaso no aceptó en silencio la infidelidad de su mujer que, por <<celestial>>, habría adquirido un tamaño monumental? ¿Acaso el carpintero no abandonó a su hijo física y éticamente? ¿Acaso no lo expuso a verguenzas? ¿Acaso no fue violento el carpintero al omitir enseñarle a su hijo un oficio que le permitiera <<ganarse el pan con el sudor de su frente>>?

¿Acaso no tuvo razón el hijo ya predicador cuando, entrado en su tarea redentora, negó la existencia de la madre en su vida? ¿No la rebajó a la peor condición poniendo ante ella la importancia de sus ocasionales escuchas?

¿Acaso alguna de estas respuestas demostraría lógico que la violenta sagrada familia explicara nuestra violenta familia cristiana?

¿De quién habría que proteger a nuestros niños, sino de sus padres?

Congótica. Escrito en el nombre del padre, de la madre y de los hijos. Amén.

El autor es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina-www.federalismoylibertad.org) y autor del libro La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com).

[i] <<La sagrada familia […] no es más que una idealización […] en el cielo, de la familia humana; habría que preguntarse entonces (como lo hace Feuerbach), por qué la familia humana corriente requiere este tipo de idealización>>. Zuleta, E. Acerca de la ideología. En: Elogio de la dificultad. Cali: FAEZ, p. 96,97, 2000.

[ii] Mt 1, 25.

[iii] Mt 5, 19,20

[iv] Mt 1, 18 a 24.

[v] Mt 1, 13,14,19,20.

[vi] http://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/somos-tan-pobres-violentos

29 de julio 2019

[vii] Mt 13,55. Aunque se le llama <<carpintero>> en Mc 6,3.

[viii] Con el agravante de que, a esa tierna edad, fue abandonado por sus padres (¿abandonó a sus padres?) en Jerusalén.

[ix] Lc 2, 43,46

[x] Mc 3, 31 a 35

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