Si no se juega con sus reglas, Martínez dice que no hay reglas.
Si él no existe, Colombia no existe.
Sin él, no hay Estado de derecho.
Sin él, no hay Estado.
Es el único apto para interpretar la Constitución.
Es imprescindible.
Es de los que defienden a los ricos, de los pobres.
De los que aman la patria del Tío Sam.
De los que aplican la ley … del embudo.
Es de los que pecan y rezan.
De los que predican y no aplican.
De los que se encomiendan a Dios y al Diablo.
De los que sí saben qué es la paz y qué es la guerra.
Martínez es de los que compran una finca y arrastran su cerca sobre la del vecino.
De los defensores medioambientales que vomitan su basura en el caño.
Martínez es de los que <<defienden el erario público>> guardándolo en sus bolsillos.
Mientras los corruptos <<se roban el 20%>>, él se queda con el 100% de sus impuestos.
Les dice a sus hijos que <<no se dejen>> pero protesta cuando llegan con el ojo morado.
Dice que los profesores sirven para nada, pero enseña poco.
Dice que el planeta es un valle de lágrimas y que él va camino del cielo.
Dice amar al próximo hasta que éste <<dé papaya>>.
Propende por una <<educación sin ideología>>, a no ser que sea la suya.
Es un batallador hasta cuando ve perdida la batalla.
Tiene gran sentido del humor hiriendo a los demás.
Los sub colombianos somos así.
Congótica. Sólo grandes sub colombianos eligen a un mediocre sub presidente.
Congótica 2. Martínez es otro buen muchacho.
Bernardo Congote es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina – www.federalismoylibertad.org) y autor de La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com).