Se desplaza a unos 107.000 kilómetros por hora, hace unos 4.500 millones de años. Su distancia a la estrella Sol oscila alrededor de unos 150 millones de kilómetros. Un rayo solar se demora 8 minutos en llegarle a Terra.
Ese Sol, a la vez, habita un barriecillo. Es una de las millones de constelaciones identificada por el nombre de Vía Láctea. La distancia desde el Sol hacia el centro de la constelación se estima en 30.000 años luz (desplazándose la luz a 300.000 kilómetros por segundo).
Si Terra desapareciera ¡nadie se enteraría!
Probablemente somos apenas un moco de sólo uno entre los muchos universos posibles[i]. La pluriversidad comenzaría a volver pedazos al simplista “antropocentrismo” inventado por los cultores medioevales de la vigilancia y del castigo[ii].
Los pasajeros de Terra venimos llamando dioses a nuestras ignorancias. Nuestros antepasados, sobreponiéndose a sus limitaciones y utilizando herramientas elementales, se vieron forzados a explicar como “divinos” los fenómenos que no podían comprender.
Hoy, apenas 200.000 años después, seguimos alabando dioses. Muy posiblemente porque nuestras herramientas, a pesar de su relativa potencia, resultan aún simples para comprender la complejidad pluriversal.
Por eso tiembla Francisco. El ocupante del Vaticano apareció estos días solo, solito y solo (a lo argentino), sentado ante una desierta y lluviosa Plaza de San Pedro de Roma, arriesgando ser identificado como otro indigente urbano al que le está cayendo la noche. (Sólo que disfrazado de blanco).
El dios que se nos vendió como “salvador” ahora clama ser salvado. Aquel que “lo sabía todo” ahora sabe nada. Su primer empleado en el planeta llama a “no tener miedo” cuando él mismo está temblando.
No teme por el presente ni por el destino de la Tierra[iii]. El ciudadano autodenominado Francisco, ese tragicómico llanero solitario católico, teme por su iglesia.
Francisco dice “que todo se ha oscurecido”. Pero otros vemos luces. Su anciana Mater et Magistra, otrora blindada entre dogmas explicativos del todo y castigadores de todos, ahora se doblega ante la realidad socrática del sólo sé que nada sé.
La oscuridad de Francisco es la suya propia. Esta sería la razón por la que, en estos estremecedores y al tiempo magnos días del covid-19, los purpurados locales y su figura romana se mantienen en sepulcral silencio.
Todo porque los pasajeros de Terra estamos 7/ 24 pegados a las computadoras escuchando voraz y cuidadosamente (y ¡siguiendo las instrucciones!) de bioquímicos, virólogos, físicos y médicos. (Y uno que otro economista, politólogo o siquiatra)[iv].
Todos aquellos magnates de la prédica limosnera. Esos riquísimos defensores de la miseria, soberbios predicadores de la humildad y violentos abogados de la paz, han sido silenciados por un virus. ¡En buena hora!
América Latina, que padeció una de las más nefastas colonizaciones, la hispano católica, ahora celebraría la suerte de haber parido al agente liquidador del único y verdadero circo romano: El Vaticano. ¡Entramado absoluto de todos los disfraces!
“Se dice (que la imagen del) Cristo Crucificado… curó
a Roma de una terrible peste en el año 1552 tras ser
sacado en procesión por toda la ciudad.”[v] (Ahora no
pudo ser sacado por temor a ser contagiado del
poderoso covid-19…)
La nave Terra se mueve por el espacio sin piloto y hacia destino alguno, llevando consigo unos 8.500 millones de pasajeros. ¡Qué retadora realidad! Nos movemos a una velocidad casi 100 veces mayor que la del sonido y 267 veces mayor que la del auto más veloz, sin dios, pero con ley.
¿Cuáles son, por estas horas, las leyes de la vida? La ley de la gravedad de Newton. El principio de la relatividad de Einstein. El principio de incertidumbre de Heisenberg. La infante, como atrevida, teoría del todo (en construcción).
Las biblias. Los coranes. Los talmudes. Todos esos tratados manipuladores del miedo eterno, ahora tiemblan porque arriesgan terminar sus días sosteniendo las mesitas de comedor en algunos ancianatos.
Si Terra llegare a desaparecer nadie se enteraría. Si sobreviviera, como promete, podría seguir conquistando el Universo donde habita.
Franciscana. “… la pandemia cayó (sic) el maquillaje de esos estereotipos con los que nos disfrazamos, nuestros egos, siempre pretenciosos de querer aparentar… “[vi]
Congótica. ¡Qué magnífico autorretrato!
*Homenaje (de un atrevido) a Stephen Hawking y Carl Sagan, versiones modernas de los sabios desde Mileto, Arquímedes, Platón y Aristóteles. (Cosmos / Historia del tiempo / Un punto azul pálido / El Gran Diseño / El Cometa / Breves respuestas a las grandes preguntas/ El cerebro de broca / El mundo y sus demonios). (Imagen tomada de El Tiempo, marzo 28 2020, Pg.1)
El autor es Subdirector del Grupo SERVIPÚBLICOS (Colciencias B), Profesor universitario e Investigador Junior (Minciencias), miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina – www.federalismoylibertad.org) y escritor del blog argentino: www.federalismoylibertad.org/agenda/artículos
[i] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/somos-apenas-moco-del-universo
11 marzo 2020
[ii] Foucault, M. (2004). Vigilar y castigar. Buenos Aires: Siglo XXI.
[iii] “No tengan miedo…” Diario El Tiempo, marzo 28 2020. Estuve buscando alguna referencia en El Espectador en Noticias, pero ni siquiera en Eventos, hallé algo. ¡Qué fortuna para nosotros sus lectores!
[iv] Como señal de este reto intelectual, en Estados Unidos se ha desatado una campaña internáutica contra el Dr. Anthony Fauci, prestante médico virólogo que ha buscado, infructuosamente, detener la voracidad populista de Trump ante la pandemia. https://www.nytimes.com/2020/03/28/technology/coronavirus-fauci-trump-conspiracy-target.html Consulta de marzo 28 2020.
[v] Íbidem. El Tiempo. Negrillas del blog.
[vi] Íbidem. El Tiempo. Negrillas del blog.