¡Colombia quedó subcampeona mundial femenina perdiendo 1-0 con España! Linda Caicedo fue figura premiada con el botín de bronce y recibió la copa de plata como subcampeona. ¡Pero su mala educación también fue mundial!
Recibido el bronce desatendió el saludo a los dirigentes del fútbol mundial; despreció a sus compañeras premiadas mejor que ella; y recibió con mala cara su medalla subcampeona. En fin.
¿Otro “tesorito” promete nacer y morir en un mundial? ¿Quería los oros en lugar de los bronces y las platas? ¿Por qué no marcó un gol en la final?…
Tal parece que los mundiales en que jugamos bien, nos caen mal. En 2014 James Rodríguez fue dueño del mejor gol del campeonato mundial. Pero en los años siguientes sólo ha echado hacia abajo.
“Que este entrenador no me gusta”. “Que el Real Madrid me queda pequeño”. “Que Ancelotti es el único que me comprende”. “Que Ronaldo, sus carros y fiestas son mis ídolos”. “Que la modelito tal, que la modelito pascual”. Razones por las que anda ahora en un equipo griego haciendo un gol cada vez que hay eclipse.
Por ello no sobra reflexionar acerca de que Linda Caicedo, con sus patanerías amenaza convertirse en otra “estrella fugaz” (que no existen porque son cometas que cuando pasan solo dejan un chorro de gases…).
¿James y Linda son producto de nuestra narco cultura? Muy probablemente. Jovencitos mal educados que lo quieren todo, sólo para ellos y de una vez.
Mal educados en micro sociedades en que el mafioso es el personaje admirado del barrio. Donde se babean sus carros de alta gama, muchos admiran sus viajes “coronados” con borracheras y se admiran porque no ha estudiado algo. ¡»Eso pa qué»!
La narco cultura ha permeado todas las clases sociales. Algunos Echavarrías le pedían plata prestada al “negro” Escobar (¿lo siguen haciendo?).
Clase medistas de todo tipo trocaron sus oficios y profesiones en fugaces aventuras para enriquecerse y empobrecerse de un día para otro. Y la pobresía babea por la posibilidad de “hacer una vuelta” que “le cambie la vida”… encerrada en una cárcel.
¿Estudiar no basta? En efecto. No basta estudiar si no se educa al estudiante. No se trata de llenarlos de libros sino diseñar con ellos hojas de ruta; caminos inciertos; obstáculos numerosos; situaciones imprevisibles; habilidades para crear soluciones; capacidades para levantarse en las caídas.
Ni los senas ni los colegios ni las universidades pueden educar. Mayoritariamente recibimos estudiantes después de 10, 20 o 30 años de poca educación en el hogar, resultando poco viable enderezar la mayoría de esos caminos.
¿Acaso los profesores mal tratados, los entrenadores abofeteados no lo son por parte de estos hijos mal educados?
¿La culpa (¿) es “del entrenador”? Probablemente no. ¿Qué puede hacer un entrenador en un equipo para enderezar un arbolito que contabiliza 10, 20, 30 años mal formado?¿Qué puede hacer un profesor en el salón de clase? Muy poco.
El entrenador y el profesor aprovechamos las semillas que ponen en nuestras manos los padres de familia. Pero ¿las están poniendo?
¿Los padres están haciendo su tarea? Probablemente no. Una encuesta nacional arrojó el paradójico resultado de que los profesores somos “muy buenos” mientras, al tiempo, los estudiantes no progresan.[i]
Este dato confirmaría la idea de que los estudiantes víctimas podrían ser el premio de padres que no están haciendo su labor educadora (como mucho, ahora dizque «hacen juntos las tareas»)(¡!).
Preguntamos:
- ¿Son los padres, dialogantes o autoritarios?
- ¿Son los padres, lectores o televidentes?
- ¿Son los padres, acompañantes – guías o, difícilmente, proveedores de sus hijos?
- ¿Preparan los padres a sus hijos para caer y levantarse? ¿O ni siquiera dejan que caigan?
Congótica. En mi familia tenemos un nieto de 15 años. Se entrena en un equipo profesional de fútbol, pero la tarea comienza en casa.
Congótica 2. Nuestro potencial “futbolista” aprende a comer; a manejar los cubiertos en la mesa; a dialogar; a cumplir reglas de juego; a saludar y despedirse; a estudiar; a desprenderse de sus aparatos electrónicos; a escuchar; y aprende que el hambre es hermana de la llenura.
Congótica 3. Confiamos así en que cuando queda en manos de su entrenador, esta persona pueda hacer su trabajo con agradecimiento hacia nosotros; y confiamos en que su entrenado sea capaz de agradecer sus esfuerzos.
[i] “Seis de cada diez colombianos…”, en diario El Tiempo/A fondo, edición de octubre 26 2022, Pág. 2.7