¿Inflación de “Ricos” y de “Pobres”?

No sería casual que en Estados Unidos haya disminuido la inflación entre el fin del 2022 y comienzos del 2023. Ni tampoco que en Colombia siga creciendo.

La inflación puede explicarse por desequilibrios entre la cantidad de dinero circulando y la cantidad de mercancías producidas. Cuando abunda el dinero sobre las mercancías (como ahora), se presentan presiones inflacionarias y manipular las tasas de interés puede ayudar a controlarlas.

El blog propone la hipótesis de que estos argumentos y decisiones, operan más ágil y efectivamente en los países “ricos”, pero no producen el mismo efecto en los “pobres”.

Lo que tiende a probarse, primero, porque el alza de intereses en Estados Unidos sí habría contribuido a disminuir las presiones inflacionarias, mientras no se estaría logrando en Colombia.

Probablemente porque el mercado de Estados Unidos no está trabado por las irregularidades que sí acusa el colombiano.bablemente porque el mercado colombiano tiene irregularidades que no tiene el de Estados Unidos.

Por ejemplo, porque el Banco de la República (BR) ignora la cantidad de dólares que entran al país como producto del narcotráfico.

Esos dólares se blanquearían a pesos por fuera del sistema bancario regulado por el BR lo que les permite a sus tenedores comprar mercancías (viviendas, automóviles, etc.) o servicios (médicos, públicos, etc.) en el mercado.

Y si la oferta de mercancías tiende a ser escasa (por el alto costo de las importaciones actualmente), el dinero blanqueado por el narcotráfico hala los precios hacia arriba sin importarle el nivel de la tasa de interés.

La otra peculiaridad de pobres como Colombia, es la informalidad. Aproximadamente la mitad de la población económicamente activa trabajaría de informal.

Razón por la cual el volumen de sus ingresos es desconocido (y tampoco se conocen sus costos) facilitando su condición de evasores de impuestos.

Como ocurre, por ejemplo, en Bogotá con los sanvictorinos y sanandresitos, donde se mueven en efectivo diariamente centenares de millones de pesos (obviamente por fuera del sistema bancario y su 4 por mil).

Ese importante volumen de ingresos que circula en la informalidad y cuyo monto desconoce el Banco de la República, no sufriría impacto alguno porque suban o bajen las tasas de interés.

Y sí contribuiría a que la capacidad de compra en los bolsillos de esas miles de personas se mantenga elevada, presionando la escasez de mercancías y, por lógica, también los precios al alza.

Lo anterior probaría tentativamente que en el sistema narco-informal-monopolista que nos caracteriza, los mecanismos de política monetaria que sí funcionan en economías ricas, aquí no producirían los mismos efectos (al menos en plazos cortos).

Congótica. El problema se agrava cuando en Colombia vivimos pendientes de las decisiones que tomen en Estados Unidos, ignorando voluntariamente que lo que allá funciona, aquí se convierte apenas en paños de agua tibia.

Congótica 2. No hay que dudar, además, de que la incertidumbre que generan las improvisaciones del Gobierno en materia energética, pensional, de salud, de “basura cero”  y de su misma “paz total”, añade presiones que desestabilizan todavía más el sistema de precios en el mercado local.

Congótica 3. Colfondos, obligada a darle segunda asesoría a quienes quieren sacar sus ahorros pensionales para trasladarse a Colpensiones, tiene un teléfono que nadie responde. Y cuando remotamente ocurre, otorgaría una cita que se demora 20 días en asignar. (Esta es otra muestra de lo que significa un país pobre manipulado por pocos platudos bien protegidos por el populismo).