Bernardo Congote

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¡Hey! ¡El Papa tiene Colon!

“La dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas”.[i]

Por estos días alcanzamos a leer por entre los rincones de las noticias, alguna hablando de que al ciudadano que hace de Papa en Roma, le operaron del colon. Y que lo guardaron una semana adicional en un hospital. Como a cualquier humano.

Lo que conduce a preguntar ¿qué es lo que les hace a millones depositar su suerte en ese otro humano cualquiera?

¿Depositar la potestad de decidir cómo educar a sus hijos? ¿(Sobre todo cuando sus templos se han convertido en cruentos escenarios donde se practica la pedofilia)?

¿Por qué le otorgan la potestad de señalar cómo se preserva la vida de sus hogares? ¿Cómo asociarse en pareja? ¿Cómo vivir socialmente en condiciones de homosexualidad o no? ¿De negritud o no?

¿La potestad de educar militares y policías? ¿La de manipular escuelas, colegios y universidades abierta o soterradamente castrados por un cada vez más sospechoso carácter pontificio?

Dado que el colon es el instrumento por donde transita nuestra mierda, renuevo ahora viejas sensaciones cuando, leyendo a Kundera, le vi elevando el problema de la mierda a la cumbre de nuestros enredos filosóficos.

“Cuando yo era pequeño y hojeaba el Antiguo Testamento… veía ahí a Dios sobre una nube. Era un anciano, tenía ojos, nariz, una larga barba y yo me decía que, si tenía boca, debía comer. Y si come también tenía que tener tripas. Pero aquella idea me asustaba porque,… sentía que la idea de las tripas de Dios era una blasfemia.

Sin ningún tipo de preparación teológica, espontáneamente, comprendí desde niño la incompatibilidad entre la mierda y Dios y, de ahí, cuán dudosa resulta la tesis básica de la antropología cristiana según la cual el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Una de dos: o el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios y entonces Dios tiene tripas, o Dios no tiene tripas y entonces el hombre no se le parece.

…….

Si hasta hace poco la palabra mierda se reemplazaba en los libros por puntos suspensivos, no era por motivos morales… El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la Creación. Una de dos: o la mierda es aceptable … o hemos sido creados de un modo inaceptable.”[ii]

Habrá quienes intenten poner en duda el problema de la mierda. Pero incluso esos dubitativos desarman sus prevenciones cada día al sentarse  sobre el excusado. Este único, gran y no apreciado adminículo donde se expresa la esencia de la democracia.

Sobre el excusado todos somos igualmente desiguales. Porque si bien digerimos y defecamos de la misma forma fisiológica (¡por el colorrecto!), los resultados de nuestro acto más humano, supremamente humano, son distintos. Muy personales. Muy individuales.

Ahora que el autodenominado sumo pontífice nos ha revelado que también como nosotros tenía colon y que, por tanto, defecaba como nosotros, adquieren valor muchas de las preguntas que estaban sin respuesta.

¿Por qué razón un sujeto que, al igual que todos los demás humanos, tiene colon, defeca y produce mierda diariamente, se arroga la potestad de saberlo todo, de decirlo todo, de señalarlo todo?

¿Por qué razón muchos se levantan cada día deseando someterse a “lo que dice el Papa”?

Y entrados en costos, ¿por qué razón muchos se levantan cada día deseando someterse (¡y someter a otros!) a “lo que dice Uribe”? ¿”A lo que dice Cristina”? ¿”A lo que dice Xi Ping”? ¿O a lo que dicen Biden, Putin, Maduro u Ortega?

¿¡Por qué carajos tenemos que someternos a lo que dicen otros seres humanos que, como nosotros, comen por la boca, digieren por el colon y producen diversas variedades y cantidades de mierda, tanto o más que nosotros?

¿Acaso es nuestro amor por andar encadenados el que nos mantiene sometidos al dictamen de otros tan humanos, tan comelones y tan productores de mierda como nosotros?

¡¿Por qué carajos amamos las cadenas?¡

[i] Zuleta, E. (2000). El elogio de la dificultad. Cali: FAEZ, Pág. 15.

[ii] Kundera, M. (1984). La insoportable levedad del ser. Barcelona: Tusquets, Págs. 251-254.(Itálicas y negrillas del blog).

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