A cada asalariado el gobierno le estaría subsidiando el 40% del mínimo, unos $392.000. En paralelo, a cada gran empresa, por ejemplo, de las beneficiarias del otro Agro Ingreso Seguro, les habría subsidiado con $3.092 millones[i].
En ambos casos no se trata, como nos lo venden, de que “el presidente” subsidió a fulanos o a zutanos. (Si así fuera, el subsidio no existiría o sería menor, por una parte, y, por la otra, no se los regalaría a sus amigos)[ii].
Pero también en ambos casos, los que pagamos impuestos y no somos, ni asalariados mínimos ni grandes empresarios, o sea las clases medias social y empresarial, terminamos subsidiando a ambos grupos ¡mientras a nosotros nadie nos subsidia!
El problema se empeora considerando que, en general, los subsidios suelen estimular la desidia empresarial perpetuando el fracaso. Y lo hacen en proporción directa a su magnitud.
Si un asalariado recibe de nuestros impuestos apenas $392.000 pesos mensuales, primero, no lo agradece por poquito pero, segundo, recibe un elevado incentivo para irse a trabajar por $980.000.
Pero ocurre al contrario con las grandes empresas. En la medida en que por llamarse “grande”, el Gobierno de sus amigos le regala cada tanto tres mil millones ($3.000.000.000), esta recibiendo un incentivo perverso a que se siga quedando en bancarrota.
Una sola operación aritmética nos ayudaría a descubrir que la magnitud del subsidio que recibe cada “gran” empresa, sería siete mil novecientas (7.900) veces mayor que la que recibe cada asalariado.
Por esta aberración, el subsidio que el gobierno les otorga a las grandes empresas les produce un incentivo negativo a que se sigan quebrando en proporción 7.900 veces más grande que el incentivo negativo (a no trabajar) que produciría entre cada asalariado.
El subsidio tiene, entre otras, tres condiciones para justificarse: primera, que sea inmediato; segunda, que se formule con término fijo y, tercera que sus magnitudes sean razonables.
Estaría probado que, tomando el subsidio agropecuario, sería sospechosamente virtuoso en cuento a inmediatez (se habla de empresas que lo recibieron en 24 horas), pero ni tiene términos fijos ni, peor, posee magnitudes razonables.
De esta forma, el mismo Gobierno crea en la economía un virus peor que el Coronavirus. Estos mega subsidios para grandes empresas inducirían a que que, como se anuncia con el primero, se conviertan en otra endemia (permanente, sin vacuna, mortal).
Los mega subsidios a las grandes empresas se convierten en virus endémicos porque, otra vez en quiebra, volverán a recibir subsidios que superen por millares los plazos y las magnitudes razonables.
El problema se agrava porque si el Coronavirus se convierte en una endemia como, digamos, el virus de la Tuberculosis, tal como está probado clínicamente en el mediano plazo aparecería una vacuna que lo prevenga.
Pero no es así en la economía. Si los Gobiernos continúan despilfarrando nuestros impuestos para favorecer a sus amigotes, la endemia no tiene cura porque cada vez más empresas tenderán a declararse en quiebra esperando el subsidio de turno.
Esta endemia económica es conocida como riesgo moral. Lo que está haciendo el Gobierno en Colombia es acrecentando el riesgo moral y cada vez más empresas, no menos, serán inducidas a la quiebra y no, como se dice, a fortalecerse para la prosperidad.
El riesgo moral también hace que cada vez más ciudadanos, seamos inducidos a evadir o eludir impuestos porque vemos que sirven para que el Gobierno de turno, siempre les pague favores a sus amigos con la plata de los paganinis (las mayorías tontarronamente silenciosas).
Congótica 1. El asunto se aplicaría también al caso de Avianca. Si el gobierno subsidia a Avianca, terminará tapando con nuestros impuestos el cúmulo de pésimas decisiones que, desde hace años había venido tomando esa empresa.
Congótica 2. Muchas de las empresas subsidiadas o por subsidiar, padecían enfermedades previas y, como les ocurrió a los enfermos de cáncer, diabetes u otras preexistencias, el Coronavirus terminó por llevarlas a la muerte.
Congótica 3. La muerte de algunas empresas (no así de alguna persona), puede ser una lección constructiva. Pero impedir su muerte incitaría a la destrucción de todo el aparato productivo.
Congótica 4. ¿Cómo inducirme a pagar mis impuestos si, al tiempo, desgobiernos como éste los arrojan por las cañerías?
El autor es Co Director del Grupo SERVIPÚBLICOS (Minciencias B), Profesor universitario e Investigador Junior (Minciencias), miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina – www.federalismoylibertad.org) y escribe el blog argentino: www.federalismoylibertad.org/agenda/artículos
[i] https://www.elespectador.com/coronavirus/el-90-de-las-ayudas-para-el-agro-por-coronavirus-no-son-para-producir-articulo-915059
consulta de abril 25 2020
[ii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/del-coronavirus-mortal-al-amigovirus-politiquero
Mayo 6 2020