Bernardo Congote

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Colombia: Negacionismo = Terrorismo

Un atentado cobró la vida e hirió a varias decenas de policías este jueves 17 de enero en Bogotá. Los indicios le atribuyen su autoría al insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN). Guerrilla con similitudes a los Montoneros argentinos dado que, en sus esencias, hallamos rastros de la Iglesia Católica como cofundadora o auspiciadora. Los curas Manuel Pérez y Domingo Laín fueron dos de sus fundadores y comandantes por los años 70-80.

El ELN entró a un proceso de negociación con el gobierno de Santos (2010-2018), buscando ambas partes subirse al tren que logró un acuerdo a finales de 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC). Sin embargo, parece que sus enredos metafísicos han hecho de su visión de la guerra, una extensión del salvacionismo cristiano que conduce a vencer o morir.

Elegido el nuevo gobierno de Duque (2018-2022), Colombia ya sabía que su movimiento, inspirado en la contraguerrilla de su líder Álvaro Uribe, iba a enfriar las negociaciones emprendidas por Santos. La hipótesis contra fáctica de Uribe ha sido la de que en Colombia no ha habido conflicto armado, sinrazón por la cual no habría algo que negociar con insurgencia alguna.

De esta forma Uribe y Duque, serían también víctimas del salvacionismo metafísico del ELN, pero del otro lado. También el uribismo tiene por doctrina la de vencer o morir, igualmente inspirados en su abierto confesionalismo cristiano.

En Colombia, por tanto, la guerra insurgente no existiría a pesar de los 200.000 y tantos muertos que se le contabilizan; a pesar de que sus fuerzas armadas están entre las más numerosas y costosas de Latinoamérica; o a pesar de que se contabilizaban, con las FARC, más de seis movimientos insurgentes en los últimos sesenta años.

Este negacionismo sería, a manera de hipótesis, un inductor del terrorismo urbano. A pesar de que las guerrillas operan en las extensas regiones selváticas y de colonización de Colombia, la guerra insurgente no sería reconocida políticamente sino por algunos segmentos de la política nacional, caso Gobierno Santos. Ello habría convertido al terrorismo urbano en un sangriento mecanismo para hacerles ver a los otros segmentos ciegos, que la guerra es un hecho y que, por tanto, ha menester identificar sus partes, sus víctimas y sus victimarios.

Esta hipótesis, por supuesto que ahora más que nunca resulta políticamente incorrecta. Ningún acto reúne tanto a las sociedades como la violencia. Ninguna solidaridad estrecha los brazos sociales sino la guerra y la muerte. Mucho más cuando la estructura de valores sociales está inspirada en un cristianismo salvacionista que la tiene como meta redentora.

Como lo proponía el filósofo Zuleta <<… la idealización del conjunto social a nombre de Dios … o de cualquier cosa conduce siempre al terror, y como decía Dostoievski, su fórmula completa es ‘Liberté, egalité, fraternité…de la mort’>>[1].

Congótica. El terrorismo contribuye a ocultar todas las mentiras. Por lo tanto, en un solo instante logra elevar al pedestal de la verdad a los peores mentirosos.

Congótica 2. Una de las grandes verdades que tapa el terrorismo, es que la guerra insurgente colombiana data desde mediados del siglo XIX cuando liberales y conservadores fundaron ejércitos gamonales para matarse entre sí. Eso sí teniendo solo a los campesinos como víctimas. Nunca a los gamonales. A mediados del siglo XX, los campesinos voltearon la torta. Y esta guerra yo no les gustó a los gamonales. Por ejemplo, al mayordomo del Ubérrimo.

Congótica 3. ¿Cuántos días de duelo nacional ha decretado el gobierno DUribe por las decenas de líderes sociales muertos? Ninguno. Los muertos que cuestionan el poder de las élites, no están muertos. Andan de parranda. (Ver: McFarland,M. (2018). Aquí no ha habido muertos. Bogotá: Planeta).

[1] Zuleta, E. (2003), <<Sobre la guerra>>, en Colombia: Violencia, Democracia y Derechos Humanos. Medellín: Fundación EZ, Pg. 29.

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