Se había visto como “normal” que Estados Unidos tuviera decenas de presos políticos (sin juicio alguno) en su gulag de Guantánamo. 
O que Israel maltratara a la población palestina sembrando de colonias ( ) sus territorios.
Todos lo sabemos desde hace más de 70 años.
Por ello la noticia según la cual allí se contabilizan centenares de universitarios presos por protestar contra el conflicto Gaza-Israel, podría venderse como “normal”. ¿Lo es?
Por ahora en Emory University, Southern California y la Universidad de París, se suman a los presos sacados de sus campus a empellones (o Presidentes expulsados) en Yale, Columbia-Barnard, New York University, MIT, Michigan, Harvard… y sigue la cuenta. /
Como es propio de la higiénica y sospechosa retórica occidental tan evidente por estas calendas, esos presos políticos, dicen, estarían bajo “custodia policial”.
Como si el eufemismo pudiera ocultar la degradación que viene creciendo entre civiles y policiales en varias partes del planeta.
Más allá de la vulgarización policial del asunto, lo que está saliendo a la luz es una enfermedad delicada: atacar la libertad de cátedra y el libre pensamiento dentro de los campus universitarios.
Poniéndole la cereza a ese pestilente postre, la presidente de Columbia, doctora Nemat Shafik (probablemente una inmigrante) declaró ante el Senado gringo: “Recordemos nuestros valores comunes de hacerle honor al aprendizaje, respeto mutuo y gentileza como pilares de Columbia”.
¡Ni más faltaba! Ahora resulta que el aprendizaje se opone a desarrollar otras formas de expresión al interior de las universidades, sobre todo cuando doblegadas por escalas de valores dudosamente constructivos (laicos o religiosos).
Ahora resulta que es irrespetuoso que estudiantes y profesores expresen abiertamente su oposición al patrocinio expreso de Estados Unidos a favor del genocidio palestino en Gaza.
Y resulta que otra pilar de Columbia, significaría que hablar, opinar, o manifestarse al interior de su campus, lesionaría una cosa que osa llamar gentileza universitaria.
Ignorando voluntariamente la doctora presidente que la custodia policial ha irrespetado los campamentos estudiantiles, la libertad de cátedra y tratado con soez violencia a estos presos políticos.
Se le atribuye al brillante inversionista Warren Buffet, que cuando la marea baja nos damos cuenta de quiénes se estaban bañando desnudos.
Pues bien, la violenta reacción israelí contra los gazatíes desde hace ya 6 meses, ejecutada con armas británicas, francesas y estadounidenses, también está siendo útil para poner las cosas en orden dentro de ciertas casas “educativas”.
Las llamadas “mejores democracias del mundo” se develarían patrocinadoras de una vergonzosa, ilegítima e ilegal dictablanda hebrea, cuya eufemística venganza contra Hamás resultó excusa para devastar territorios y matar a millares de civiles.
Era de esperarse que las consignas del cabecilla Netanyahu (difundidas desde la Casa Blanca, 10 Downing Street o El Elíseo) han resultado farsantes: seis meses después, ni sus rehenes han sido liberados ni Hamás ha sido destruido (por el mejor ejército del planeta, nos venían diciendo).
Ahora que el caso ha llenado la copa de la comunidad universitaria en el primer mundo, el fascismo republicano ha impulsado la expulsión de los presidentes de Pennsylvania y Harvard, el arrodillamiento ante el Senado de la presidente de Columbia, todo ello para ocupar las cárceles con estudiantes y profesores libertarios.
“Donald Trump… es de verdad un fascista – un autoritario dispuesto a usar la violencia para lograr sus metas nacionalistas -. Muchos son sus seguidores. Si Ud. tenía alguna duda sobre ello, los ataques al Capitolio podrían resolverla.
¿Acaso la defensa los verdaderos pilares universitarios consistieron siempre en mecanismos represores de la libertad de cátedra y el libre examen?
¿Acaso fue saludable que nuestros cerebros se fugaran a entrenarse en universidades que defienden genocidios, aplauden dictadores y fortalecen la guerra como expresión de la política?
Congótica. ¿Tendrían que haber muerto 35.000, quedar heridos 75.000 y ser desplazados 2.000.000 de gazatíes, para destapar esta olla podrida en las “mejores” democracias del mundo?
Congótica 2. ¿Acaso no fueron millares de jóvenes los que derrotaron al establecimiento gringo en la guerra de Vietnam?
Congótica 3. ¿Acaso las universidades se estaban bañando desnudas y nos dimos cuenta ahora que bajan las mareas?
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