Bernardo Congote

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¿Biden y Duque impopulares? Mmm…

Podría ocurrir que Biden y Duque “marquen bajo” en las encuestas por razones distintas. Aclarando que la impopularidad de Biden rodea el 50% mientras que la de Duque el 70%, cada una podría mostrarnos algo diferente.

“La popularidad es para perderla”, se le oyó decir a López Michelsen (1970-1974). Precisamente porque el gobernante no tendría que gobernar para “caerle bien” a las gentes. Todo lo contrario.

Maquiavelo fue premonitorio afirmando que el Estadista siempre estará solo porque aquellos a quienes perjudica le abandonarán, mientras los beneficiados no le acompañarán.

En este sentido, bastaría con observar las fotografías de Biden y de Duque esta semana. Mientras el primero aparece angustiado, el segundo sonríe fotografiándose cual turista en vacaciones.

Mientras Biden camina los tortuosos senderos del Covid o de una crisis energética que amenaza con el invierno más costoso y cruento de la historia, Duque se ha dedicado a despedirse sin que le importe a alguien.

Mientras Biden fracturó su popularidad tomando en Afganistán una decisión que sus cuatro antecesores no habían sido capaces de tomar, Duque ha fracturado su popularidad por su gran capacidad para hacer nada en el Gobierno.

Biden ha producido dolores mientras Duque apenas sonrisas compasivas. Y en ambos casos sus electores tendrían razón abandonándolos. Al primero por Estadista. Al segundo por inepto.

Mientras Biden gobierna con una férrea oposición en el Congreso, logrando palmo a palmo aprobaciones determinantes (extensión del techo de la deuda pública), Duque no tiene oposición de modo que desgobierna libremente arropado por un titiritero hundido en sus miserias.

Al tiempo que Biden ha tenido que luchar contra su propio partido (algo bastante “impopular”), Duque camina desnudo por las calles llevado en andas por una secta de abyectos servidores de un amo decadente.

Mientras Biden ha decidido proteger a sus soldados de luchar las guerras que sus antecesores casaron sin beneficio de inventario, Duque los mantiene muriendo en las selvas mientras discursea con sus generales en Bogotá (llenando de contraticos sus bolsillos).

Biden ha impulsado, contra sus opositores y amigos el plan de inversión pública más ambicioso de los últimos años (3,5 trillones de dólares) mientras Duque apenas inaugura uno que otro puente reconstruido (una y otra vez) por sus amigotes contratistas.

Algo va de la impopularidad de uno y otro. La de Biden se afianza como productiva y trascendental. La de Duque anunciaría el final de la forma más perversa y corrupta de gobernar que ha tenido Colombia aferrada al uribismo desde 2002.

Amanecerá y veremos.

Congótica. Al final, algunos le agradecemos a Duque haber probado que la falta de Presidente también es saludable. Hemos sobrevivido por nuestra propia cuenta y riesgo al peor de muchos años.

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