Bernardo Congote

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Alfredo Hoyos Mazuera: ¡Ciudadano!

La Revolución Francesa parió la Ciudadanía. Les citoyens se elevaron a personas después de siglos durante los cuales la monarquía feudal asociada al oscurantismo cristiano había ninguneado a la pobresía de Occidente.

No es cualquier cosa merecer el título de Ciudadano. Y Alfredo Hoyos Mazuera no fue cualquier ciudadano.

En él se reunieron todas las virtudes del hombre rico. Colombia, país de platudos, explica su atraso en la escasez de hombres ricos.

Mientras nuestros platudos pierden el sueño ora ostentando sus medianas fortunas ora padeciendo avaricias sin fin, ricos como Hoyos Mazuera no sólo tuvieron plata.

Filántropo por excelencia, no cayó en la trampa del limosnerismo de parroquia que lleva a los platudos rezanderos dizque a «favorecer a los pobres», mientras no pagan sus impuestos, honorarios o salarios.

Difícilmente alguno de los trabajadores, proveedores o socios de FRISBY o del GRUPO HOYOS RESTREPO, tenga una queja relacionada con un atraso premeditado en el pago de salarios, facturas o dividendos.

Premiado numerosas veces por su Responsabilidad Social Empresarial, Hoyos logró este suceso empresarial en el mismo país donde, a partir del próximo primero de enero comenzará a regir una ley que ¡obligará a los platudos a pagar cumplidamente sus facturas!

Ciudadano con una singular concepción de Región y de Nación, desarrolló desde Pereira hacia el Eje Cafetero y Colombia una productiva cadena de valor que enlazó avicultura – procesamiento – distribución – servicio al cliente manteniendo por décadas sus marcas en el podio de las mejores.

Hecho a pulso dentro de una cultura familiar antioqueña de alto calibre trabajador, tuvo cómo ser dirigente gremial, político regional o inclusive nacional. Pero no lo quiso porque Alfredo fue un hombre libre.

No sabía pedir favores; sólo hacerlos. Tampoco transar valores; sólo cultivarlos. Ni, menos, concebir su compromiso ciudadano como trocable por platos de lentejas. Por ello habría mirado con socarrón escepticismo los halagos que le lanzaron desde aquellas otras “vidas”.

En sus empresas y terrenos fuimos entrenados decenas de colombianos que viajamos a Pereira aspirando a mejorar nuestras calidades cívicas, personales y empresariales.

Alfredo Hoyos contrató una y otra vez a figuras nacionales   y extranjeras de la psicología empresarial, que hicieron de su finca camino al Nevado del Ruiz, una universidad humanista sin par.

De la mano de su esposa, compañera, aliada y amorosa, la también Ciudadana Liliana Restrepo Arenas, Alfredo Hoyos edificó el Grupo Hoyos Restrepo que deja como ejemplo del emprendimiento a pulso, del amor por lo propio y de la devoción al trabajo.

Días atrás Alfredo Hoyos Mazuera había sido reconocido como Empresario Emérito del Año en las premiaciones Portafolio.

Probablemente padeciendo algunos achaques en su salud, algunos dirán que no alcanzó a disfrutar las mieles de este premio; otros diremos que, fiel a lo suyo, no quiso hacerlo y tomó las de Villadiego.

La muerte de este Ciudadano probablemente hará que caiga sobre Pereira, el Eje Cafetero y Colombia toda, una sombra que amenace oscurecer estos días decembrinos.

Pero en absoluto esa sombra podrá apagar las luces que Hoyos Mazuera derramó a su paso por este planeta.

Y en absoluto cabría desearle “paz en su tumba” porque Alfredo seguramente seguirá trabajando en los hombros de la ruta genética que sembró en su grande y bella familia.

Si lo anterior no bastara, donde quiera que reposen sus cenizas de cuando en vez se elevarán por los aires las notas de las canciones del inquieto anacobero Daniel Santos, a quien Alfredo Hoyos imitó como pocos haciendo las delicias de sus familiares, amigos, vecinos y beneficiados.

Alfredo se acaba de ir con su música a ninguna parte.

¡Hasta Luego Ciudadano Emérito de Colombia!

Congótica. Sin más palabras.

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