Hace pocos días fuimos abrumados por todo tipo de publicidad altruista. Nuestros ultra millonarios banqueros (comparados, curiosamente, con nuestros ultra menores patrimonios), derramaron lágrimas de tinta.
Varias veces por esos días el auto denominado “banquero mayor”, dedicó buena parte del tiempo de su periódico a ponderar las donaciones que efectuó para aliviar la pandemia.
Y el banco que le pone el alma a la cosa; el otro banco amigo o el de más allá que nos “da vivienda”, forzados por las obligaciones del gobierno[i], aclaro, obedecieron aliviando las cargas de sus millones de deudores, -teniéndome como beneficiario, lo registro-.
Claro que muy a su estilo, los bancos nos obligaron a hacerles millones de llamadas telefónicas para recibir esos alivios. De nada sirvió que en sus bases de datos tuvieran hasta el nombre de nuestras bisabuelas.
Este procedimiento absurdo inundó a sus defensorías ( ) del cliente -y de paso a la Superfinanciera- con quejas porque ningún teléfono contestaba y, cuando ello ocurría, nos respondía un funcionario trasnochado, hambriento, cansado, confuso y caotizado[ii].
Las tropelías comunicativas de los bancos antes de la pandemia se multiplicaron gracias al Covid 19. Sus dificultades para SERVIR a sus clientes se convirtieron en tumores cancerosos.
Sólo después de arduas luchas de parte NUESTRA contra los carcelarios sistemas que se atreven a llamar de “servicio al cliente”, difirieron algunos de nuestros créditos y aplazaron nuestras moratorias ¡muy a su pesar! (por supuesto).
Pero la moratoria se acabó el 30 de junio y, gracias a su sospechosa benevolencia, la extendieron hasta julio 31. Y el primero de agosto ¡salieron de cacería!
Al tiempo que la Superfinanciera dijo que renovaría los alivios mediante un PLAN DE AYUDA A DEUDORES (PAD) (Circular 022/2020), según el cual cualquiera de tres categorías de nosotros tendría derecho a prorrogar los alivios hasta diciembre, la banca está vomitando fuego.
Agazapados en los clubes sociales que tienen por vivienda, nuestros astutos y ultra millonarios banqueros estuvieron confinados hasta la semana pasada velando sus armas para salir de cacería. ¡Y vaya si estamos escuchando tiros y aviones supersónicos en nuestros oídos!
El pasado 20 de julio, cuando Teleduque nos atronó con los aviones de juguete que defienden la patria (¿de quién o de quiénes?), tuvimos alguna duda metódica del significado político de esa otra “jugadita” de la secta democrática[iii].
Ahora sabemos que también tenía un significado económico. El 20 de julio el representante de los banqueros a la sazón en la Casa de Nariño -no en vano su único trabajo fue con el BID –, nos despertó con atronadores ultrasonidos con el fin de preparamos a recibir los bombazos del sector cazador – perdón, bancario-.
Tal como me lo repitió unas trece veces el telefonista del cazador que se nos vende por habernos “dado vivienda” y de que, con nuestras cuentas en él, NO estaríamos en el lugar equivocado – olvidé su nombre pero no mis deudas-, el deudor de marzo está obligado en agosto a mostrar los NUEVOS INGRESOS con los que tiene derecho a sostener los VIEJOS ALIVIOS. ¿¡Habíase visto!?
¿O sea, señores cazadores, que los bajos ingresos que registramos ayer no más en marzo 2020, por arte de su mafia – perdón de su magia-, desde el primero de agosto se convirtieron en oro puro?
¿O sea que teniendo micro fuentes de ahorro y pocas de empleo, después de noventa días confinados y amarrados a la cama por cuenta del terrorismo de Teleduque, debemos sacar no se sabe de dónde NUEVOS INGRESOS con base en los cuales Uds., de pronto nos van a extender los alivios hasta diciembre?
¿O sea que así como hacen Ustedes, sacando platica de las Islas Caimán o de Miami para volverla oro en Colombia, cada uno de nosotros tenemos que sacar NUEVOS INGRESOS no sabemos de dónde para tener derecho a que nos extiendan los alivios por una pandemia que AHORA se encuentra en pico máximo?
¿O sea, señores cazadores, que su sed de sangre y de inmuebles les ha hecho olvidar que, si no se bajan de su pedestal de paja, pueden generar una moratoria masiva tal que las calificadoras de riesgos conviertan sus cotos de caza – perdón, sus bancos – en RIESGOS DE INVERSIÓN MÁXIMOS?
Descarguen sus armas. Les conviene.
Congótica. La pandemia ha sacado a la luz nuestras verdaderas virtudes y defectos.
Congótica 2. Los bancos que “dan vivienda” o que “lo hacen con el alma” se estarían destapando como premeditados y alevosos cazadores de las micro fortunas criollas.
Congótica 3. Y otra vez pregunto: ¿de dónde -si no de blancuzcas fuentes- provendrían las multimillonarias utilidades de nuestros bancos, en medio de un país que, en términos reales, se empobrece?
Congótica 4. Porque si el 2019 la inflación fue del 3,8% y crecimos al 3,3%, el año pasado perdimos el 0,5% de nuestra riqueza.
Congótica 5. ¿Quiere saber los datos de 2020? (¡Deje así!).
[i] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/los-banqueros-seguiran-callados
Marzo 16 2020
[ii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/los-bancos-hablaron-ahora
Marzo 23 2020
[iii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/los-aviones-supersonicos-fascismo-la-pereza
Julio 25 2020