La fotografía rueda por todo el planeta. La alcaldesa Claudia López y su pareja, la senadora Angélica Lozano, se besaron públicamente. ¡Qué maravilla! Esta pareja de mujeres diversas y, ante todo, diferentes, acaba de elevar a Colombia en el rango del afecto. ¡Qué maravilla!
Hasta este beso, fuimos ante nosotros y el mundo sólo un país enamorado de la muerte. Enamorado de la guerra. De las balas. De la sangre. De la corrupción. Los privilegios. Los fraudes. Las frustraciones.
Pero acabamos de mostramos capaces de besarnos. ¡Qué maravilla!
Era de esperarse que saltara el pequeño demonio que llevamos dentro, reaccionando cavernariamente ante este magno ejemplo afectivo de las dos ciudadanas en mención.
Sólo que, si ya habíamos cargado con el lastre de nuestra proclividad violenta, ahora tenemos pleno derecho a ejercer la bandera del amor.
Y si lo anterior no bastara, Angélica Lozano es una pareja de verdad. O sea, autónoma, independiente, pensadora. En absoluto se parecería a alguna de nuestras “primeras damas”. ¿A quién se le ocurriría tamaña comparación?
Hasta ahora, la única virtud de toda primera dama había sido la de estar casada con un primer mandatario. Y al revés, como nos lo recuerdan encumbrados primeros caballeros emparejados con notables mandatarias.
Pero nadie había dicho algo, por ejemplo, de que las primeras damas, dotación privada de los mandatarios, utilizaran a su favor los bienes públicos que pagamos con nuestros impuestos.
Por ejemplo, nadie había dicho algo acerca de que la consorte del actual ocupante de la Casa de Nariño, anduviera de aquí para allá dícese que representándonos internacionalmente.
Todos sabemos que la ciudadana Ruiz Sandoval, ahora flamante embajadora colombiana en todo y por todo, estaría gastándose impunemente nuestros impuestos sólo porque “Duque lo dijo”. ¡Y no hay derecho!
¿Acaso alguien se acuerda del beso que se dieron el uno y la otra el día del triunfo electoral aquel mayo gris de 2018? Es más: ¿se besaron en público?
¿Los actuales ocupantes de la Casa de Nariño nos han dejado hasta hoy algún mensaje afectuoso a los colombianos? ¿Alguno que siquiera les llegue a los tobillos al que acaban de regalarnos Claudia López, Alcaldesa electa de Bogotá y Angélica Lozano, Senadora electa de Colombia?
Mirando el asunto al centímetro, ¿acaso López, como sí Duque, ganó en segunda vuelta las elecciones bogotanas? No. Ganó directamente. ¿Acaso Angélica Lozano es solo la pareja de Claudia López? No. La ciudadana Lozano es una flamante Senadora de la República electa popularmente. ¿Entonces?
¿De dónde vendrá la alharaca de algunas medianas damas de nuestra pequeña y rezandera élite, contra el beso público de nuestras, estas sí, DOS PRIMERÍSIMAS DAMAS?
¿Acaso esa alharaca explicaría, peor, cierta postración mental y altas dosis de enanismo emocional en estas plañideras de oficio?
¿Acaso estamos juzgando a las bien venidas primeras damas, con la pesadumbre de nuestro doloroso pasado sanguinolento y asesino?
Congótica. Mencionan a la señora Salud Hernández como vocera de algunas de estas plañideras. Mientras tuvo tiempo… SH se graduó en Colombia como plañidera de las muertes de militares mientras calló obstinadamente acerca de las muertes civiles. ¡No podíamos esperar algo peor de SH sobre todo ahora que ya no tiene tiempo…!
El autor es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina -www.federalismoylibertad.org), autor del libro La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com) y del blog www.federalismoylibertad.org/agenda/artículos (Argentina).