Foto: Mauricio Cárdenas discute con Daniel Quintero después de la interrupción en el evento de la ANDI. Foto: Chelo Camacho/El País
No sé si será mucho pedir, pero me gustaría escuchar una sola propuesta inteligente de alguno de los más de 50 candidatos a la Presidencia de la República.
No entiendo en que momento llegó la idea de que el primer cargo del país de la función pública en Colombia se gana grabando videos haciendo tonterías; asistiendo a procesiones católicas; bailando como pilanderas; o lo que es peor, valiéndose del dolor de toda una familia para buscar cámaras y micrófonos, primero en una clínica y luego en un sepelio.
Es tanto el nivel de ridiculez al que han llegado los candidatos a la presidencia que poco les importa decir frases vacías en los debates, llenas de generalidades que nada aportan al debate, y que los hacen ver como unos pobres tontos que no tienen la menor idea de lo que significa manejar un país con las complejidades que tiene Colombia.
Lo que es peor, parecen estar no en una competencia por la Presidencia de la República, sino en medio de un concurso del que más insultos y agravios e improperios lance.
Es cierto e innegable que el país está en malas condiciones por la mala gestión de los gobiernos de Iván Duque y Gustavo Petro, pero el tema no es ese porque ya todos lo sabemos, entre otras porque los hemos padecido, y lo que necesitamos son propuestas que nos permitan corregir el rumbo de dos pésimos gobiernos.
No sé si los culpables de tan vergonzosa campaña presidencial somos los votantes, que hemos preferido los gritos y los insultos en lugar de la argumentación, los análisis y las propuestas inteligentes. Quizás por eso es que en los últimos dos gobiernos hemos elegidos buenos candidatos, sin pensar que lo que se debe escoger es un buen gobernante.
Lo que hemos visto hasta el momento es un grupo de políticos que pretenden hacerse ver con una moral pura y limpia, tratando de que nada que les haga ver con la más pequeña mancha. Que descalifican al otro, y olvidan que detrás de sus impecables túnicas puede estar escondiéndose una mancha más grande que la tanto le indilgan a su contendor.
Prometen la transparencia, el mérito y la no burocracia y juran que no harán entrega de ministerios, direcciones descentralizadas y embajadas a la clase política, y olvidan que hoy por hoy esta frase no se la cree nadie y da risa escucharla, porque las alianzas politiqueras que no hacen en campaña, las aplazan para cuando llegan a la Casa de Nariño armando coalición con senadores y representantes a la cámara de los partidos políticos que miraron con desprecio mientras buscaban simpatías para ganar la presidencia.
Niegan que al llegar a la presidencia de la república propondrán más reformas tributarias, cuando eso es justamente lo que necesita la función pública para invertir en proyectos, y si no es así, ¿Qué me digan entonces de donde van a sacar la plata?
Aseguran que devolverán la seguridad y la tranquilidad a los colombianos,¿devolver la seguridad?, Por favor si algo ha reinado en Colombia en toda su historia es la inseguridad y la intranquilidad. Este país jamás ha sido seguro.
Todos los candidatos de la derecha ponen de ejemplo de transparencia y buen gobierno a Álvaro Uribe Vélez, ¿transparencia? ¿se les olvidó la Yidispolítica, notarías, chuzadas del Das, falsos positivos, zonas francas y Agroingreso Seguros?
La izquierda por su parte, no acepta que tiraron a la caneca de la basura la oportunidad de oro para demostrar que podían generar un cambio en las políticas de Estado que han fracasado durante décadas, y se han dedicado a generar un discurso contestatario y a veces incendiario.
De los del centro ni hablemos, porque si algo los caracteriza es su enorme incapacidad para abandonar su inmenso ego y soberbia. Ellos no entienden, ni entenderán jamás que la única manera que tienen para ganar es uniéndose en una candidatura que genere un discurso diferente y alternativo, porque su vanidad y egolatría es más grande que la de París Hilton, Madonna y Lady Gaga.
En serio que es tan pobre y tan vergonzosa esta campaña política por la presidencia, que no dan ganas ni de escuchar las tonterías que suelen decir en sus redes sociales los que aspiran a la presidencia.