Al menos para mí no es ninguna sorpresa enterarme que un grupo de congresistas del partido Alianza Verde liderados por la senadora Angélica Lozano, manifiesten su intención de querer retirarse de esta colectividad porque para nadie es un secreto que, en este grupo político, pocos se quieren.
Lo que sí me sorprendió es que se utilicen al Gobierno de Gustavo Petro como la excusa perfecta para retirarse del partido, pero con todo y curul, cuando todos sabemos que la verdadera razón que tienen es armar la campaña política a la presidencia de Claudia López al no poder imponerla a la maldita sea, así como le gusta hacer las cosas a la senadora Angélica Lozano.
No estoy defendiendo a Petro, porque es claro que se necesita tener alma de suicida para defender un Gobierno que al parecer se alió con todo el que no debía para ganar la Presidencia y que además, es experto en hacer las cosas mal. Pero considero que no era necesario cogerlo de “chivo expiatorio” para justificar una salida, porque sí es por diferencias con el sector de los Verdes que lo apoya, bien podían declarar objeción de conciencia y tomar la postura que se les antojara, sin tener que abandonar el partido.
Claro, seguramente tendrán dificultades a la hora de los avales, especialmente ahora, que el partido ya no está bajo el control ni de Claudia, ni de Angélica, como sucedió cuando López estaba en la Alcaldía de Bogotá, tiempo en que podían influir de manera contundente en las decisiones y de paso quitar del medio, a quienes les estorbaban, prueba de ello, lo sucedido con los entonces concejales de Bogotá, Martín Rivera, Lucía Bastidas, Diego Cancino y Luis Carlos Leal, a quienes castigaron por no obedecerles ni seguir sus directrices.
Ni hablar de lo sucedido con la actual ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, a quien abandonaron y dejaron con las ganas de ser directora de la Corporación Autónoma de Cundinamarca para respaldar el candidato del gobernador, Jorge Rey. No olvidemos que Claudia López no habló muy bien del actual mandatario departamental mientras fue senadora de la república.
El no poder influir ni controlar los avales ahora, y de paso no poder imponer la candidatura de Claudia López en una colectividad que ha demostrado ser más una coalición que un partido, hace que ni la exalcaldesa ni su esposa quieran seguir al interior de la Alianza Verde y para salirse convencieron a un grupo de personas para retirarse con ellas, pero con la curul al hombro.
No me resulta extrañó que Angélica Lozano haya sido una de las promotoras de esto, al fin de cuentas ella es experta en camorras y un tanto incoherente en su actuar. Basta con recordar que como concejal de Bogotá fue petrista; que apoyó las dos candidaturas de Gustavo Petro, y que, además, buscó la Presidencia del Senado con su apoyo, pero ahora entonces, por aquellas cosas de la política se hace ver como la gran antipetrista.
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Sí me extraña que de este grupo de disidentes sea integrado por la representante Katherine Miranda, quien nunca fue cercana a Claudia López, no respaldó tampoco su alcaldía en Bogotá y jamás gustó de la coalición de La Esperanza.
Ahora, no solo es la nueva mejor amiga de doña Claudia y su esposa, sino que, además, recuerda con mucho entusiasmo a la coalición de la Esperanza a la que no quiso apoyar. Ya veo que Miranda no solo sabe cambiarse de aretes. También de bando.
Veremos entonces en que termina esta novela y a quienes se llevan del nivel territorial, especialmente en Bogotá. Quiero ver que concejales de la Alianza Verde se van, y sí renuncian al amor de Carlos Fernando Galán.
Por cierto, tampoco me extraña que el senador Ariel Ávila, por ahora, le deje su corazón a Gustavo Petro. El, a pesar de lo pequeño que es, sabe quedar bien con Dios y con el diablo. Cosas… de la política que el joven congresistas aprendió muy bien.
Oscar Sevillano