Se equivocan quienes proponen hacer alianzas políticas no a favor de una idea, no a favor de un pensamiento determinado, sino en contra de una persona; en este caso, en contra de Gustavo Petro.

Esa es la idea más tonta y estúpida que se les ha podido ocurrir a los sectores de derecha, porque son demasiados los problemas que tiene Colombia, como para que lo único que se les ocurra sea proponer una unión en contra de alguien, sin importar que esta alianza, a la vista de la opinión pública, resulte incoherente e insulsa.

A diario me pregunto: ¿cuál es la principal idea del Partido Liberal para aliarse con el Centro Democrático? ¿Acaso fortalecer la Jurisdicción Especial para la Paz y acelerar la implementación del Acuerdo de Terminación del Conflicto firmado por el gobierno de Juan Manuel Santos? Un asunto frente al cual el uribismo difundió mentiras y posverdades, mientras que el liberalismo lo defendió con ahínco.

¿O impulsar un candidato que llegue a la presidencia y, de esta manera, meter toda la presión necesaria para que Álvaro Uribe Vélez y cualquiera de sus allegados que tengan problemas con la justicia salgan libres y no se les toque? Un anhelo que el uribismo no disimula ni un poco, y que al Partido Liberal poco o nada le interesa.

Ahora, ¿qué pueden tener en común personas como, Mauricio Gómez Amín, Martha Lucía Ramírez, Vicky Dávila, Enrique Peñalosa, etc., como para pretender unirse, y lo que es peor, querer cerca al rey del fanatismo y de la extravagancia de la derecha: Abelardo de la Espriella.

A qué persona que tenga los cinco sentidos bien puestas se le puede ocurrir invitar a este sancocho político que solo causa una cosa: indigestión

Está bien no comulgar o no estar de acuerdo con la manera como Gustavo Petro ha manejado las riendas del país, y exigir claridad sobre los hechos de corrupción que han ensuciado la gestión del actual presidente de la República. Precisamente por eso se necesitan ideas, propuestas y fórmulas que le permitan al país superar la crisis en la que se encuentra.

Lo que menos necesita Colombia es una unión de fanáticos que no compiten demostrando que tienen los mejores argumentos para convencer a los votantes de las bondades de sus ideas, sino que juegan a ser quienes más insultan y quienes más gritan, sin darse cuenta de que lo único que logran es hacer el ridículo y convertirse en los hazmerreír de la política.

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Lo más paradójico es que son los sectores políticos que durante décadas han gobernado este país —los mismos que han provocado los mayores escándalos de corrupción y de infiltración de la ilegalidad en las instituciones— quienes pretenden mostrarse como los salvadores de Colombia y hasta dictan clases de moral y ética pública.

Estoy de acuerdo con la idea de que otro sector político sea quien gobierne Colombia a partir de agosto de 2026, porque el Pacto Histórico no solo no supo crear consensos, sino que permitió que personas con dudosa reputación, como Armando Benedetti y Laura Sarabia, terminaran en posiciones claves del Ejecutivo, además de patrocinar escándalos de corrupción como el de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo.

Pero esto debe ser a partir de ideas, de propuestas, de argumentos, no con campañas en contra de alguien en específico.

Lo siento por Iván Cepeda, porque conozco sus calidades como ser humano y como político, pero es posible que esté en el lugar equivocado.

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