Poco o nada se habla y se analiza el papel que cumplen las personas que prestan sus profesionales como asesores, bien sea de un alto funcionario público o de algún político elegido por voto popular. Con el ánimo de romper esta tradición silenciosa me atreveré a escribir al respecto.  

Sería bueno que en Colombia se abriera el debate sobre el papel que cumplen los profesionales que son contratados por los congresistas, concejales, diputados e incluso ministros y demás altos funcionarios del Estado que son contratados bajo la denominación de, asesores.

Sí seguimos al pie de la letra lo que significa la palabra asesor, tendríamos que decir que son las personas que, por sus conocimientos y experiencia en determinados temas, indican a los personajes con los que trabajan los puntos claves que debe tener en cuenta a la hora de ejercer la misión que le es encomendada junto con los riesgos que tiene cada labor que han de abordar, bien sea desde un cargo político o en el Estado.

Sin embargo, gracias a los inmensos egos de quienes fungen como sus jefes, quienes son contratados como asesores, en realidad cumplen el papel de un asistente, secretario e incluso de mensajero o mandadero, pero jamás el de una especie de guía o alto consejero de determinado asunto de uno de nuestros mal llamados “padres de la patria”.

Ellos no pueden discutir a sus patronos, solo deben obedecer sus órdenes no importa si estas conducen al lugar equivocado, y no importa sí se es o no se es consciente de, que sí algo sale mal, el culpable no es el político en cuestión sino el asesor en cuestión, porque al fin de cuentas, su labor es utilizada como una especie de ‘fusible’ que se vota o se desecha en el momento en que este se quema.

Son muy pocos los casos en que la majestad del cargo de asesor es respetada por el personaje a quien sirve como guía o aconseja, porque sí este llega a mencionar que está equivocado o se atreve a criticar algo de lo que dice o hace, el enojo del político no se hace esperar.

Como caso anecdótico puedo contar que en una ocasión recibí la misma observación de dos personajes de la vida nacional (León Valencia y Roy Barreras), quienes en diferentes momentos y distintas circunstancias me dijeron que, “yo todo lo criticaba”. Pero por supuesto que tenía que hacer criticas, de lo contrario mi papel como asesor se desdibujaría porque no podría señalar los riesgos que cada misión encomendada podría traer, no con el ánimo de destruir el trabajo sino con la intención de evitarlos y así llegar al éxito.

Con el tiempo muchos de estos “asesores” terminan por convertirse en aduladores de oficio perdiendo todo tipo de objetividad, para convertirse en una especie de hinchas foribundos y fanáticos que aplauden todo cuando hagan y digan sus jefes así sean las más grandes idioteces que se le pueden ocurrir a un ser humano.

Son los primeros en enojarse si un periodista o un medio de comunicación pública algo que puede perjudicar a su jefe y poco les importa sí lo que se menciona o se denuncia tiene algo de cierto. Recuerdo que cuando se destapó el escándalo del Carrusel de la Contratación en Bogotá y se supo que estos hechos involucraban al entonces personero, Francisco Rojas Birry, una de sus asesoras me confesó su molestia porque según ella, “todo se trataba de un complot de una élite capitalina que le molestaba ver a un indígena en un alto cargo en la ciudad”.

Con el tiempo se demostró que Rojas Birry si había participado en el robo a manos llenas de las finanzas públicas de Bogotá durante la administración de Samuel Moreno y que la condena al entonces personero no se trataba de ningún complot de una élite capitalina que le molestaba ver a un indígena en un alto cargo en la ciudad.

También recuerdo que hace dos años conocí a una de las asesoras de la excongresista recién fallecida, Daira Galvis, quien se enojó y me reclamó porque durante el diálogo mencioné que la entonces senadora de la república fue abogada de Enilce López, alias ‘La Gata’.

Curiosamente los asesores son los primeros en declararse enemigos de los colegas de sus jefes que en medio de los debates les discuten, y olvidan que este cruce de declaraciones se da en medio del acaloramiento del momento y que cuando este escenario finaliza, estos políticos que a través de los micrófonos de las curules minutos antes se insultaron mutuamente, en la puerta del recinto se dan la mano y vuelven a ser los mejores amigos.

En algún momento de mi vida fui asesor en una organización de la sociedad civil, lo mismo que en el Congreso de la República, el Ministerio del Interior y en tres campañas políticas, y debo confesar que en varias ocasiones caí en los mismos errores que señalo en este escrito, y ahora que veo los toros por detrás de la barrera, ruego a Dios porque no deba retornar a este escenario para no repetir las mismas equivocaciones, no importa que tanto haya aprendido y lo muy agradecido que esté con el momento vivido.

Oscar Sevillano

Avatar de Sevillano

Comparte tu opinión

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 EstrellasLoading…


Todos los Blogueros

Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.