Si yo fuera conductor de moto en Bogotá y tuviera alguna inconformidad por las fallas en el sistema de movilidad de la capital o por la mala infraestructura vial, lo primero que haría sería pedirle al concejal Julián Forero (Fuchi) que, por favor, no hable en mi nombre ni me represente.
Lo último que quisiera es que alguien que se comporta como un patán, sin importar su condición de concejal, asuma esta vocería.
Hoy lo vimos participando en una manifestación de transportadores, entre ellos conductores de moto. Muchos de ellos son ciudadanos de bien, y él tiene todo el derecho de acompañarlos. Sin embargo, lo que no está bien es que incite a las vías de hecho, sin tener en cuenta que, como concejal de Bogotá, su deber es velar por el cumplimiento de las normas para que millones de ciudadanos no se vean afectados por bloqueos como los que se presentaron durante dicha manifestación.
No creo que todos los conductores de moto en Bogotá se comporten como lo hace el concejal Fuchi. Me cuesta aceptar esa idea, especialmente porque, como agente político en la capital del país, su responsabilidad es garantizar el orden, no promover el caos.
Además, no entiendo cómo logró participar en la sesión del Concejo de Bogotá registrándose de manera virtual mientras, al mismo tiempo, estaba presente en la protesta.
¿Realmente pudo hacer ambas cosas al tiempo, concejal? Y si no fue así, ¿va a devolver el dinero correspondiente al pago por esa sesión en la que se registró?
¿Está enterada la Procuraduría General de la Nación sobre este hecho?
La ciudadanía también fue testigo de la forma en que agredió verbalmente a José Camilo Castiblanco, periodista de City Noticias, reclamándole de manera airada y grosera.
Poco o nada le importó que la vida e integridad del periodista pudo verse en peligro por los ánimos caldeados de quienes se encontraban en el lugar.
¿Desde cuándo los periodistas que cubren Bogotá deben pedirle permiso al concejal Forero para informar sobre lo que ocurre en la ciudad? Si al concejal no le gusta que se cubran hechos en los que está involucrado, la solución es sencilla: que se comporte como debe ser, y punto. Pero mientras siga actuando como un patán, no quedará otra opción que decir las cosas como son.
Es hora de que los órganos de control en Bogotá presten atención al comportamiento del concejal Julián Forero (Fuchi), quien, lejos de ser un orgullo para los conductores de moto en la capital, se está convirtiendo en una vergüenza.
Nota recomendada: ¡Y siguen los bastos, don Iván Duque!