Por Angie Durán , investigadora de la Asociación Ambiente y Sociedad.
En noviembre se llevará a cabo la 30ª Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en la ciudad amazónica Belém do Pará, en Brasil. Anualmente también se desarrollan las Sesiones de los Órganos Subsidiarios (SB) de la CMNUCC con el objetivo de que los Estados puedan avanzar en la negociación de la agenda que discutirán en las COP. Este año, para calentar motores de cara a la COP30 de Brasil, las reuniones intersesionales y técnicas se realizaron del 16 al 26 de junio en Bonn (Alemania).
Los temas centrales de la agenda de negociación: financiamiento climático y la Hoja de Ruta de Bakú a Belém, adaptación y mitigación, pérdidas y daños y transición justa. Sin embargo, por fuera de la agenda oficial de negociación quedaron relegados asuntos centrados en Pueblos Indígenas y Comunidades Locales, el corazón de la acción climática. En este punto me quiero centrar.
De Comunidades Locales a Pueblos Afrodescendientes y Campesinado
Las Comunidades Locales se definen por ser colectividades con historia en comunes, sus miembros se autoreconocen en colectividad y la colectividad los reconoce como parte de ella, tienen un territorio en gestión común y, finalmente, tienen autoridades o representación de gobernanza territorial propia.
Como fue bien discutido el año pasado de cara a la COP16 de Biodiversidad, para el contexto colombiano el término Comunidades Locales hace referencia a los Pueblos Negros, Afrodescendientes, Raizales y Palenqueros (NARP) y al Campesinado, sujetos de la ruralidad que son reconocidos constitucionalmente, sujetos de especial protección y a quienes además se les reconoce una dimensión ambiental y territorial.
Por esto, los pueblos afrodescendientes de la región organizados en la Coalición Internacional de Organizaciones para la Defensa, Conservación y Protección de los Territorios, del Medio Ambiente, Uso del Suelo y Cambio Climático de los Pueblos Afrodescendientes de América Latina y el Caribe (CITAFRO), se reunieron en Brasilia en mayo de 2025 y lanzaron su declaración frente a la COP30, en la que exigen a las Partes el reconocimiento del Pueblo Afrodescendiente como sujeto colectivo de derechos autodefinido por Comunidades Locales.
Por su parte, el campesinado sigue siendo un actor y un aliado invisibilizado en la agenda global ambiental. Su exigencia de ser reconocido explícitamente en los convenios y convenciones internacionales relacionadas con el clima y la biodiversidad solo ha encontrado cabida en eventos paralelos y en discusiones nacionales, sin que sea una demanda que escale a las agendas de negociación. Todo esto, en contravía de la Declaración de Derechos del Campesinado y otros trabajadores de la ruralidad de las Naciones Unidas (UNDROP), que define universalmente al sujeto campesino y le reconoce derecho a la tierra, a la diversidad biológica, al ambiente y a participar en la toma de decisiones que afecten directamente sus formas de vida, incluyendo la participación en la formulación de políticas frente al cambio climático (Art. 18.3).
SB en Bonn rumbo a la COP30: un vehículo sin gente
Estas contradicciones también fueron evidentes en la SB62, donde fue común escuchar en las intervenciones de las Partes el rol central de las comunidades para la sostenibilidad de las estrategias de acción climática, la resiliencia climática y para la garantía de sus derechos en el marco de la crisis climática. No obstante, estas realidades no se ven reflejadas en la agenda de negociación.
Aun así, la Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas (LCIPP, por sus siglas en inglés) y organizaciones de Pueblos Indígenas y Comunidades Locales y Organizaciones de la Sociedad civil que asistieron a la SB62 lideraron estas conversaciones en los eventos paralelos desarrollados durante las dos semanas.
El Diálogo Anual de la LCIPP, tuvo por objetivo promover, co-crear recomendaciones y fomentar la colaboración para la incorporación de forma ética y equitativa de los valores y conocimientos indígenas, así como los sistemas de conocimiento locales en las políticas y acciones climáticas nacionales.
Países como Indonesia y Brasil compartieron buenas prácticas de incorporación de valores y conocimientos indígenas y sistemas de conocimiento local en sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC). Brasil, por ejemplo, destacó el papel de Afrodescendientes, Comunidades Tradicionales y Agricultores Familiares en la acción climática en su contexto nacional y anunció que la COP30 albergará el Círculo de los Pueblos con el objetivo de visibilizar y fortalecer el papel de estos grupos como actores fundamentales en una acción climática integrada.
Este círculo incluirá una Comisión Internacional de Pueblos Indígenas y una Comisión Internacional de Comunidades Tradicionales, Afrodescendientes y Agricultores Familiares. Durante su intervención, Brasil también esbozó algunos criterios que caracterizan a estos grupos:
- Relaciones colectivas con la tierra.
- Gobernanza comunitaria.
- Exposición al despojo territorial y a los conflictos por la tierra.
- Papel central en la soberanía alimentaria.
- Custodia ambiental y conservación de la biodiversidad.
- Resistencia cultural y movilización colectiva.
- Papel vital en la resiliencia climática.
- Interés creciente en la política climática.
Estas pautas se relacionan con criterios en los que han venido trabajando por años diversas organizaciones, como la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (MOCAF), la cual presentó este avance durante un evento realizado también en Bonn.
La agenda fragmentada del Ministerio de Ambiente
En el contexto de Colombia, la constante invisibilización del campesinado en esta agenda se hace contradiciendo la Constitución Política, que lo reconoce como un sujeto integral, atendiendo, entre otras, a sus dimensiones política y ambiental.
Así se ha evidenciado en las visitas recientes que ha realizado el Ministerio de Ambiente a espacios claves previos a la COP30, como el Diálogo de Petersberg sobre el Clima realizado en marzo en Berlín. Allí, el Ministerio señaló que sus prioridades de cara a la COP son: financiamiento climático, transición energética justa, la sinergia entre las agendas de cambio climático y biodiversidad y el reconocimiento del rol de los pueblos indígenas en la acción climática.
Más recientemente, el Ministerio destacó los logros rumbo a la COP30 de la visita oficial de la Ministra Lena Estrada a Reino Unido. Colombia, junto otros Estados y líderes, firmaron la declaración “Nature’s Guardians – On the Road to COP30”, que reconoce el papel central de pueblos indígenas y comunidades locales en la acción climática. Si bien la declaración menciona a las Comunidades Locales, estas no contaron con representantes durante la firma y mucho menos incluyó mención a los afrodescendientes ni al campesinado. A su vez, el Ministerio destacó que Colombia y el Banco Mundial trabajarán en un piloto de financiamiento directo para Pueblos Indígenas.
Como mencioné más arriba, Brasil está buscando fijar el alcance de los Pueblos Afrodescendientes para contextos nacionales y en algunos casos regionales, como el de América Latina y el Caribe, a partir del reconocimiento de que hay otros actores relevantes plenamente identificados por los Estados como los Pueblos Afrodescendientes y los Agricultores Familiares/Campesinado. Así, la COP30 de Cambio Climático al igual que la COP 16 del Convenio de Diversidad Biológica, parece un terreno fértil para posicionar las demandas de sujetos de la ruralidad para ser reconocidos explícitamente dentro de la Convención, desde una perspectiva de derechos y de justicia, sino porque mantienen formas tradicionales y locales de vida de estos actores, —incluyendo sus territorialidades y prácticas de agricultura campesina, familiar, étnica y comunitaria—, así como estructuras de gobierno propio y valores culturales las que hacen posible la protección de la naturaleza, la resiliencia frente al cambio climático y la sostenibilidad de las medidas de mitigación.
A su vez, la apuesta de Colombia junto a países de la región de impulsar en Brasil una sinergia entre la agenda de cambio climático y la de biodiversidad, abre una oportunidad para el reconocimiento de las territorialidades de campesinos y de pueblos afrodescendientes como estrategias de acción climática que deben ser impulsadas y fortalecidas, como quedó consignado en el Plan de Acción de Biodiversidad al 2030 actualizado por Colombia en el marco de la COP16 de Biodiversidad. En esta línea, también corresponde extender a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático lo ya alcanzado en la Decisión 16/6 de la COP16 sobre el reconocimiento de los afrodescendientes en el Convenio de Diversidad Biológica.
El Ministerio de Ambiente tiene un mandato constitucional y popular del movimiento afrodescendiente y del campesino y debe responder a este mandato garantizando la visibilización, participación y el avance en la garantía de derechos de estos sujetos dentro de la política pública nacional y en la conversación global sobre los asuntos ambientales, como medida de reparación histórica, de justicia social y climática y de sostenibilidad de la protección de la naturaleza. El interés de Colombia de liderar la discusión alrededor de la territorialización de las estrategias de acción climática solo es posible de la mano de los guardianes que habitan la selva, las sabanas, los manglares, el bosque seco y el páramo.
Desde Ambiente y Sociedad hemos acompañado técnicamente estas reivindicaciones de los pueblos afrodescendientes y del campesinado para ser visibilizados en las discusiones globales sobre ambiente. Reconociendo los invaluables aportes de estos sujetos a la protección y sostenibilidad ambiental desde sus sistemas de conocimiento, valores y formas de vida tradicionales, respaldamos sus demandas de inclusión, participación e incidencia en los convenios de cambio climático y biodiversidad.