• La urgencia del planeta para enfrentar la crisis climática y transitar a fuentes y sistemas de energía limpias pone sobre la mesa otro problema global: la necesidad de extraer más minerales para la producción de tecnología menos contaminante.
  • Perú tiene un rol activo como proveedor de estos minerales, considerando que puede ofrecer ocho de los que se requieren para la transición energética.
  • Un total de 220 empresas mineras acumulan 5740 multas que suman 215 381 unidades impositivas tributarias, un equivalente a 11 92 121 soles.

La comunidad campesina de Quelccaya, en los Andes peruanos, lleva el nombre del glaciar tropical más extenso del mundo, un nevado que está perdiendo su capa blanca de hielo por efecto del cambio climático. Es el pueblo más cercano a los picos del glaciar —entre todas las comunidades del distrito de Corani, en Puno— y está situado por encima de los 3900 metros sobre el nivel del mar. La majestuosidad y riqueza del paisaje que rodea a la pequeña comunidad, sin embargo, contrasta con los niveles de pobreza de esa localidad. Y esa es solo una de las tantas contradicciones que existen.

A pesar de que el nevado es uno de los principales proveedores de agua para las poblaciones alrededor, el Estado ha otorgado concesiones mineras que se superponen con el glaciar y que ponen en riesgo las fuentes de agua. La comunicación telefónica en la comunidad Quelccaya es escasa, apenas si se puede captar una señal de telefonía móvil, pero en su territorio se almacena uno de los minerales clave para fabricar baterías de teléfonos y otros equipos tecnológicos de última generación: el litio.

Reservas de litio se han encontrado cerca del nevado Quelccaya, en Puno. Foto: Vito Calderón / DHUMA.

Precisamente, esas cinco letras tienen hoy en alerta a las comunidades. Sus habitantes y autoridades se preguntan cuál podría ser el impacto futuro de esa extracción.

“Hasta el momento solo ha habido exploración. Obviamente es una amenaza si se da una situación de explotación. Habrá que estudiar bien porque directamente puede ser afectado el nevado”, dice el alcalde de Corani, Patricio Dávila. La autoridad se refiere al proyecto minero Falchani para la exploración y explotación de litio que llegó a los territorios de las comunidades en el 2018, de la mano de la empresa minera Macusani Yellowcake, filial en Perú de la canadiense Plateau Energy Metals, que en el 2021 se convirtió en subsidiaria de la también canadiense American Lithium.

El litio forma parte de la larga lista de los minerales críticos —también denominados estratégicos— para la transición energética. Se denominan críticos por su importancia en la industria pero en riesgo de escasez. Su uso más frecuente y de mayor demanda está en la fabricación de baterías para celulares, para computadoras portátiles y otros equipos tecnológicos incluidos los vehículos eléctricos. El litio, por lo tanto, se ha posicionado como un mineral codiciado para los países industrializados y empresas transnacionales en un mundo que se está planteando dejar de quemar combustibles fósiles y apostar por energías renovables.

Pero no es el único mineral relevante en este proceso de transición energética. La lista incluye metales largamente explotados como el cobre, la plata, el hierro y otros menos conocidos como el níquel, cobalto, cromo, grafito, manganeso, molibdeno y zinc. A esta relación se suman también las llamadas tierras raras, elementos que son determinantes, por ejemplo, para que podamos ver los colores en la pantalla de un celular.

“Las cifras indican que se necesita 400 % más de explotación minera de la que se tiene al día de hoy entre todos los minerales necesarios para la transición energética. No solo hablamos de cobre y de litio sino de todos los demás”, dice el politólogo Antonio Zambrano, especialista en cambio climático, miembro del comité directivo de Climate Action Network Latinoamérica e integrante de la lista de expertos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

En el caso de Perú, Zambrano se pregunta: “¿para qué queremos esos minerales?”. El experto señala que debe quedar claro que si el país no los necesita para su uso interno, básicamente se convierten en recursos exportables. “Ese litio, por ejemplo, no es para nuestra transición energética, eso debe quedar clarísimo”, apelando a las falsas expectativas que podrían generarse entre la población.

¿Cuáles deberían ser las reglas de juego para la explotación de los nuevos minerales de la transición?

La carrera por la explotación minera

“La transición energética ha generado también una mayor demanda de los minerales críticos, porque todas las fuentes renovables los requieren para su fabricación. Entonces se prevé que la demanda va a subir en forma acentuada”, le dijo en enero de 2024 a Mongabay Latam el entonces viceministro de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas, Jaime Luyo, a Mongabay Latam.

En marzo de este año, Luyo fue reemplazado por Víctor Carlos Estrella, luego de que Rómulo Mucho asumiera como ministro de Energía y Minas. Mucho es un empresario del sector minero, fundador de la compañía Pevoex Contratistas S.A.C. que, según informó el Semanario Hildebrandt en sus Trece, brinda servicios a varias mineras, entre ellas el controvertido proyecto Tía María, de la Southern Perú, paralizado por reclamos de la población, pero que según el ministro podría iniciar sus operaciones este año.

Mucho ha dicho públicamente que “el destrabe de proyectos” es su prioridad “para eso me han traído”, en una conferencia celebrada en el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), institución de la que fue director antes de asumir como ministro.

Desde el Ministerio de Energía y Minas han anunciado, además, que el Gobierno espera autorizar proyectos mineros valorizados en al menos 3000 millones de dólares solo en los primeros meses de este año. Según el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), de los 70 proyectos de exploración que existen actualmente en Perú, 37 son de cobre, un mineral clave para la transición energética.

De hecho el Perú tiene por lo menos ocho de los denominados minerales de la transición. Cobre, hierro, plomo, molibdeno, plata, zinc, indio y grafito son parte de esta lista de materias primas que existen en el país y cuya demanda está en aumento con miras a cambiar la matriz energética en todo el planeta.

“En el Perú tenemos varias características vinculadas al último boom minero que empezó a finales de los 90 y terminó el 2015. Este último ciclo de expansión minera se caracterizó por una combinación de subida de precios internacionales y una liberalización de depósitos para la explotación. Un modelo que le daba el peso más fuerte a las reglas del sector privado”, señala Gerardo Damonte, docente e investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Damonte explica que este modelo “privatizador” generó, por un lado, un incremento enorme de las exploraciones y de la producción, pero también trajo consecuencias, una de ellas es la enorme conflictividad alrededor del sector minero en el Perú. “En lugar de que el gobierno plantee una regulación social y ambiental lo que aplicó fue el liberalismo, por tanto, cada empresa veía cómo lidiaba con las comunidades para el acceso a los recursos”, agrega.

Los minerales considerados para la transición energética se utilizan en la producción de paneles solares o turbinas para generar energía renovable. También en los insumos que se requieren para transmitir la electricidad, como son los cables, así como en el almacenamiento de esta energía a través de las baterías.

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la demanda de cobre en el 2020 a nivel mundial en tecnologías de energía renovable fue de 640 mil toneladas, pero se proyecta que para el 2030 esta cifra suba a 1.35 millones de toneladas.

“Se van a requerir millones de toneladas para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica, incluso para el almacenamiento de energía. Y lo que se está tratando de imponer en países productores de estos minerales, como es el caso peruano, es una ola de extractivismo muy agresivo con zonas de sacrificio”, precisa José de Echave, investigador de la organización Cooperacción y exviceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente.

Si se considera, además, que los países industrializados no tienen tanto litio como se esperaba, y que Latinoamérica es un territorio clave para la explotación, queda claro entonces que territorios podrían ser los más afectados.

El litio y el cobre son dos minerales claves en el Perú que pueden servir de ejemplo para lo que está sucediendo a nivel global. El primero, aún en proceso de exploración, ya está generando controversia por las amenazas que su explotación podría significar para el medio ambiente y para las comunidades que viven en la zona de influencia de este mineral. El hallazgo de 4.7 millones de toneladas de reservas en Puno ha despertado intereses internacionales, disputas judiciales, riesgos ambientales en medio de comunidades que apenas tienen acceso a servicios básicos.

Por otro lado está el cobre, un metal que se extrae de las entrañas del Perú desde hace más de 30 años y que, según sus cifras de producción, ha puesto al país en el segundo lugar, después de Chile, como mayor productor de cobre en el mundo. Es más, este mineral es el principal recurso de exportación del país.

La minera Antapacay en Cusco es una de las grandes productores ade cobre en Perú. Foto: Miguel Gutierrez / Cooperacción.

Eso nos puede llevar a un escenario con mayor disposición a aprobar proyectos mineros muy rápido, señala Juan Luis Dammert, director para América Latina de Natural Resource Governance Institute (NRGI). Lo que podría traer, según el experto, es la exigencia de bajos estándares adecuados, el poco respeto a los derechos humanos y mayores componentes de represión. “Como es muy necesario para el mundo y para el clima y en nombre de la reducción de emisiones, se puede mantener o profundizar impactos ambientales negativos y conflictos sociales”, añade.

Perú en el panorama mundial

Un vehículo eléctrico requiere seis veces más cantidad de minerales que un auto convencional. Una planta eólica terrestre requiere nueve veces más recursos minerales que una planta alimentada por gas, se indica en el informe El papel de los minerales críticos en las transiciones a energías limpias de la Agencia Internacional de Energía. Las cifras reflejadas en este informe ofrecen un panorama de esta carrera para acceder a los minerales necesarios para la transición energética. Se calcula que para el 2040 aumentará en más del 40 % el consumo del cobre y las tierras raras; entre el 60% y el 70% de níquel y cobalto; y casi el 90% para el litio. “El cambio hacia un sistema de energía limpia impulsará un enorme aumento en las necesidades de estos minerales”, dice el informe.

Héctor Córdova, experto en minería de la Fundación Jubileo de Bolivia, lamenta que en este proceso de transición energética los países latinoamericanos sean vistos “solamente como proveedores de materia prima” y considera que también deberían ser “merecedores de los beneficios que generan estos recursos, tanto en la parte tecnológica como en la parte estratégica”.

Córdova menciona el rol que tienen los países industrializados en la explotación de los minerales. “Las industrias han dependido de nosotros [Latinoamérica] y nos han impuesto condiciones para salir siempre ganando”. Cordova menciona a Estados Unidos, China y ahora también Rusia como los grandes actores detrás de esta carrera por la explotación de los minerales. La Unión Europea ha quedado rezagada mientras que el poder económico de la India va en aumento, explica el experto.

Para este año 2024, la cartera de inversiones mineras del Ministerio de Energía y Minas (Minem) presenta 51 proyectos en 18 departamentos con una inversión de 54 556 000 de dólares. Estas inversiones están lideradas por empresas de China, Canadá, México y Estados Unidos.

La lista incluye a las empresas que explotan cobre, plata, plomo, hierro, zinc y grafito, entre otros minerales. El cobre ocupa el primer lugar entre los productos que se exportan de Perú con un 30 % del total de las ventas al exterior.

Si miramos la cartera de los proyectos de exploración minera para el 2024, la cifra se multiplica hasta alcanzar la suma de 644 millones de dólares que comprende 75 proyectos en 17 departamentos del país. En esta cartera de proyectos se incluye la exploración de ocho minerales: cobre, oro, zinc, plata, litio, hierro, níquel y plomo. Los proyectos de cobre encabezan la lista con 40 y una inversión total de 254 millones de dólares.

“Perú es un gran proveedor de materias primas para transición energética, pero nosotros no vamos a transitar mucho”, dice Gerardo Damonte, docente e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Perú es un jugador muy grande de cobre, es un país que exporta muchos minerales. Ahora, si hablamos de minerales críticos, claramente nuestro gran depósito es cobre al igual que Chile”.

Perú es el segundo productor de cobre a nivel mundial después de Chile. Foto: Miguel Gutierrez / Cooperacción.

Damonte explica que lo que se busca con la transición energética “es que el mundo no viva de petróleo sino de electricidad”. Por lo tanto, dice Damonte, se necesitan más cables que transmitan electricidad, que son los cables de cobre, y se necesitan más baterías y para eso está el litio. “Entonces necesito más baterías y necesito más cobre para tener más conexión eléctrica, porque ahora mi economía va a estar más vinculada a una energía que viene de la electricidad. Igual la crítica a la transición es fuertísima porque a pesar de que los países desarrollados han aumentado su producción de energías renovables de manera importante, todavía sigue creciendo su consumo de carbón y de combustible fósil”.

La explotación de minerales para satisfacer la demanda de energía también va en aumento. En el boletín estadístico minero del Minem, correspondiente a diciembre de 2023, se indica que “el cobre, con un impresionante crecimiento acumulado del 12.7%, no solo refleja la demanda global de este recurso valioso, sino que también destaca la eficiencia y competitividad de la industria minera peruana”. Además se señala que en diciembre de 2023 la producción minera de 7 de los 8 principales metales presentó incrementos significativos respecto al mismo mes del 2022. En la lista de minerales con mayor producción en Perú después del cobre están el oro, zinc, plata, plomo, estaño y molibdeno.

China es el principal destino de cobre del Perú con el 72.9% del total de las exportaciones, en segundo lugar se ubica Japón con 5.6%, seguido por Corea del Sur con el 4.0%. El oro, en cambio, tiene como principales destinos Canadá, India, Suiza y Estados Unidos, mientras que el zinc, otro mineral clave en la transición energética, se exporta principalmente a China que recibe un 31.5% del mineral peruano, seguido de Corea del Sur, España, Brasil y Japón.

Un panorama de conflictos

“Lo que tenemos ahora en 2024 es un conjunto de escenarios que ya tienen un lastre o una historia conflictiva y que cada uno de ellos tiene una causalidad distinta y ha tenido historias de resolución o de reactivación también diversa”, explica Damonte, refiriéndose a los problemas sociales y ambientales que se generan alrededor de la explotación minera.

En el reporte de conflictos sociales de la Defensoría del Pueblo, publicado en diciembre de 2023, la minería ocupa el primer lugar de la lista con 90 casos de los 134 registrados para ese mes. Una muestra de la conflictividad alrededor de las mineras en Perú es que de las 18 minas que actualmente producen cobre en el país, ocho figuran en esta lista de conflictos sociales.

Muchos de estos casos llevan años sin resolverse e incluso se inician procesos judiciales contra quienes reclaman por los problemas ambientales provocados. Katherine Paúcar, abogada de EarthRights International, organización que trabaja en la Defensa de Derechos Humanos y del medio ambiente, menciona el caso de la comunidad originaria quechua Urinzaya, en la provincia de Espinar, en el Cusco, que tras los reclamos contra la minera Las Bambas por contaminación en su territorio varios pobladores fueron denunciados. En total 10 personas han sido demandadas por la empresa luego de que participaran en una protesta contra la contaminación ambiental que causó la volcadura de las compactadoras que transportan los minerales.

“Este tipo de casos de empresas que están generando impactos ambientales en los territorios de las comunidades originarias es recurrente, principalmente en las regiones del corredor minero”, señala Paúcar.

El denominado corredor minero abarca las regiones de Puno, Cusco, Apurímac, Arequipa, Moquegua y Tacna, en el sur del Perú, y lleva este nombre porque a lo largo de este territorio se ubican varias empresas dedicadas a la actividad minera. “Es una cadena de empresas que están explotando recursos minerales, pero que al mismo tiempo generan contaminación ambiental y han sido denunciadas públicamente por las comunidades originarias ubicadas en esos territorios”, agrega Paúcar.

José de Echave, investigador de la organización Cooperacción y exviceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente, cuestiona también el desarrollo de la actividad minera en Perú. “Hay presión del lado de la minería metálica para decir, bueno, tenemos una cartera de productos de inversión y hay que ponerla en marcha sin tomar en cuenta los temas sociales y ambientales, básicamente con las mismas reglas de juego de los últimos 30 años que ha producido mucha conflictividad social”, comenta.

Creo que el gran error que cometen las empresas mineras, agrega De Echave, es que pretenden seguir haciendo minería como lo han hecho los últimos 30 años y no tienen la capacidad de leer lo que ha pasado en el país en todo este tiempo. “Una discusión que debemos tener en Perú es cómo nos imaginamos la minería para los próximos 20 o 30 años, es decir, qué retos en términos de gobernanza tenemos como país y cómo se la imaginan las autoridades y los empresarios mineros”.

Minerales para la transición

Entre los años 2010 y 2023, la Defensoría del Pueblo ha registrado, cada año, alrededor de cien conflictos socioambientales debido a actividades mineras.

A Oracio Pacori, director ejecutivo de la Asociación Derechos Humanos sin Fronteras del Cusco —organización que trabaja en la defensa de derechos humanos y ambientales de comunidades campesinas y organizaciones sociales en las provincias de Espinar, Chumbivilcas y Paruro— le preocupa que el cobre sea uno de los minerales clave de la transición energética, considerando que podría contribuir a agudizar los problemas sociales y ambientales alrededor de los proyectos mineros.

“A la fecha, las empresas que extraen los minerales no quieren reconocer, prácticamente están evadiendo su responsabilidad de todos los impactos que causan, principalmente ambientales”, comenta Pacori.

Pacori recuerda lo que sucedió en Espinar en el año 2012 cuando durante las protestas de las comunidades campesinas de Espinar (Cusco) contra la minera XSTrata Tintaya murieron cuatro personas. “Lo que venían denunciando era que el recurso principal del cual se abastece la provincia Espinar, que es el agua, estaba siendo contaminada”.

Esta mina pertenecía en ese momento a la multinacional anglo suiza Xstrata que más tarde se fusionó con la suiza Glencore. Esta última compañía tiene actualmente en Perú seis minas, tres de cobre y tres de zinc. Una de ellas es Antapaccay, también ubicada en Espinar

Los conflictos socioambientales en Espinar no han cesado desde el año 2012. Empezaron con Tintaya y continuaron con Antapaccay.  El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) realizó varios estudios en la zona cuyos resultados finales vinculan las operaciones de la minera Antapaccay con la contaminación del aire, agua y la flora en las comunidades de Espinar. En el 2023, OEFA impuso medidas administrativas a la minera Antapaccay —de Glencore— debido a que sus operaciones estarían afectando la salud de los pobladores de Espinar y los ecosistemas de la zona.

La minera Antapaccay señala que “no está de acuerdo con los informes preparados por OEFA y que los está discutiendo ante dicha entidad”. Agregó que la empresa mantiene un diálogo abierto y constante con las comunidades y que genera iniciativas destinadas a cerrar brechas y propiciar el desarrollo sostenible.

El cobre es un mineral clave para la transición energética. Foto: Miguel Gutierrez / Cooperacción.

Suyana Huamaní, oficial de justicia ambiental y climática de Oxfam en Perú, señala que la transición energética y los minerales fue uno de los temas que se trató con más frecuencia durante la última convención minera Perumin, realizada en setiembre de 2023. “En la medida que se pide que se acelere el proceso de transición energética, también se da la aceleración de la extracción de minerales”, menciona con preocupación.

Las empresas mineras de cobre en Perú no solo tienen ingresos millonarios cada año, sino que también acumulan multas millonarias con el estado peruano por infracciones ambientales. De acuerdo con la base de datos de OEFA sobre las sanciones a las empresas en Perú, la minería ocupa el segundo lugar en cantidad de multas impuestas por infracciones ambientales, solo por detrás de los hidrocarburos. Las empresas mineras han acumulado multas por 190 416 (UIT), es decir, 980 642 400 soles (alrededor de 261 millones 500 mil dólares).

De este total, las mineras dedicadas a la extracción de cobre acumulan 609 multas por un total de 9582.63 UIT, que equivale a 49 350 544 soles (unos 13 millones 350 mil dólares).

“Tenemos que hablar de una transición energética justa”, dice Huamaní, de Oxfam. “Sabemos que tenemos una urgencia climática y que debemos abandonar los fósiles para asegurar la batalla contra la crisis climática, pero, al mismo tiempo, no queremos que se repitan los mismos patrones extractivos de los minerales como ha sucedido con el petróleo”.

Litio: la carrera por un mineral cotizado

“Perú es un país que todo lo ve en el corto plazo, en el que el rol del Estado está muy reducido. En esa lógica, se ha perdido la planificación y pensar en el largo plazo”, dice Jose Carlos Orihuela, investigador y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cuando le mencionamos la palabra litio.

Mientras Chile tiene una Estrategia Nacional de Litio, menciona Orihuela, la ausencia de políticas nacionales a largo plazo se hace evidente en Perú. “Lo que sabemos del litio, por ejemplo, es la información que hay en Youtube de una empresa interesada en que esto sea un boom porque luego, imagino, querrán vender el negocio”, dice Orihuela con respecto a la empresa Macusani Yellowcake.

En 2021 se aprobó en Perú la Ley que declara de necesidad pública, interés nacional y recursos estratégicos la exploración, explotación en industrialización del litio y sus derivados, una norma que para Orihuela no ha tenido un impacto real en las políticas minero energéticas. Una ley de ese tipo, dice el experto,  debería ir acompañada de un proyecto nacional para desarrollar nuevas capacidades productivas junto a capacidades del sector público.

Orihuela cuestiona la falta de información de expertos o de un aparato estatal que pueda decir cuáles son las características del depósito, qué posibilidades y riesgos hay para su explotación.

La empresa Macusani Yellowcake, a la que se refiere Orihuela, tiene en Perú un total de 179 concesiones mineras, según el portal de Geocatmin del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), la institución peruana responsable de aprobar los pedidos de los lugares dónde se extraerán minerales. De este total, 138 están en Puno y se extienden sobre seis distritos —Corani, Macusani, Nuñoa, Ollachea, Putina y Crucero— en las provincias de Carabaya y Melgar. Según ha informado la empresa, contienen reservas de litio y uranio.

Las imágenes satelitales del portal de Geocatmin muestran un conglomerado de líneas rojas que se superponen a comunidades, ríos y nevados de la cordillera Vilcanota, entre ellos el Quelccaya.

El alcalde del distrito de Corani en Puno, Patricio Dávila, señala que hace un año solicitó una reunión con la empresa minera antes de que ingrese a realizar sus actividades de exploración en Quelccaya. “Nos han informado en términos generales. En ese momento recién teníamos conocimiento de que en Quelccaya había concesiones y tenía que hacer perforaciones en varias plataformas”.

Dávila señala que la población de Quelccaya conoce muy poco de las actividades mineras, pues hasta ahora solo se dedica a la crianza de alpacas, incluso se considera que la fibra de sus camélidos está entre las más finas del mundo. Sin embargo, gran parte del territorio está cubierto con concesiones mineras, al igual que en el resto del distrito de Corani que, según su alcalde Dávila, tiene por lo menos el 90% del territorio con denuncios mineros. No solo hay litio en estas tierras, sino también plata, plomo y zinc, minerales que también forman parte de la larga lista de los insumos necesarios para la descarbonización del planeta.

“La industria minera se ha manejado mucho en la lógica de zonas de sacrificio y no debería ser así, hay que pensarlo de otra forma”, cuestiona Orihuela. “No hay un pronunciamiento de la comunidad científica sobre el tema ni un documento que nos diga qué se debe hacer. Y no hay porque no le interesa a la industria y tampoco le interesa al Estado. Como vivimos en el corto plazo, lo que se quiere es que se extraiga más mineral para que haya más impuestos y quien esté en el gobierno pueda gastar más rápido”, cuestiona Orihuela.

Los conflictos alrededor del litio se han reportado en Perú desde antes de su explotación. En el año 2017 llegó a Puno la empresa Plateau Energy Metals, a través de su subsidiaria Macusani Yellowcake, en busca de uranio. Pero las exploraciones dieron otra sorpresa, la presencia de litio en roca, según ha contado en más de una oportunidad Ulises Solís, gerente general de la empresa. En el año 2021 la empresa Macusani Yellowcake pasó a manos de la canadiense American Lithium.

Las exploraciones realizadas en ese momento, sin permiso de las autoridades peruanas, generó el primer conflicto alrededor de este mineral. En el 2019, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) les impuso una multa de 535.34 UIT (Unidad Impositiva Tributaria) por cuatro infracciones cometidas en su proyecto de litio Falchani, que se desarrolla en la comunidad de Chacaconiza, también en la provincia de Carabaya. La multa equivale a 2 248 428 soles (alrededor de 600 mil dólares actuales).

De acuerdo con las resoluciones emitidas por OEFA, la empresa implementó cinco plataformas de perforación, cinco pozas de almacenamiento de agua, cinco pozas de almacenamiento de lodos y aproximadamente más de 6 km de vías de acceso hacia las plataformas de perforación, sin contar con certificación ambiental aprobada por la autoridad competente. A ello se suma que no paralizó sus actividades de forma inmediata, no ejecutó el cierre final de la plataforma de perforación ni de las vías de acceso y tampoco retiró los equipos y otros materiales.

La empresa American Lithium y su filial Macusani Yellowcake también estuvieron enfrascadas en un litigio judicial contra el Ministerio de Energía y Minas (Minem) por 32 de las concesiones que se le habían otorgado. La disputa iniciada en el 2019 se extendió hasta noviembre del 2023 cuando la Corte Superior del Perú falló a favor de la empresa.

Las cifras del Banco Mundial indican que para el 2050 se necesitará por lo menos cinco veces más litio del que se extrae actualmente. “No sabemos cuánto va a crecer y por cuánto tiempo se va a sostener, pero actualmente hay una carrera por los depósitos de litio en el mundo”, dice José Carlos Orihuela.

Una carrera que en Perú nos traslada a lugares como Quelccaya y Espinar ubicados cerca de las minas de las que se extraen los minerales críticos para la transición energética. Quienes viven en estos lugares ven salir de su territorio minerales como cobre, plata, zinc o molibdeno, entre otros, que abastecerán a la industria dedicada a transformar las fuentes de energía en el planeta mientras en esos territorios se quedan los conflictos.

Imagen principal: Mina de cobre en Perú. Crédito: Miguel Gutierrez / Cooperacción.

El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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