Mongabay Latam

Publicado el Mongabay Latam

La atracción por las orquídeas salvajes persiste en Colombia

  • Colombia es el mejor lugar del mundo para las orquídeas, pero alrededor del cincuenta por ciento de las orquídeas autóctonas del país se ven amenazadas. Se estima que la cantidad total de tráfico anual de orquídeas salvajes es, mínimo, de unos seis mil millones de dólares.

(Mongabay Latam / Maximo Anderson)

En marzo de 2000, dos veinteañeros ingleses, Tom Hart Dyke y su amigo Paul Winder, decidieron ir de excursión a través del Tapón del Darién, en las selvas desgarradas por la guerra, en la frontera natural al noroeste de Colombia, que bordea Panamá. Esto fue durante el apogeo de la sangrienta campaña contrainsurgente respaldada por Estados Unidos contra los rebeldes marxistas de las FARC, lo que convirtió al Darién en uno de los lugares más peligrosos del mundo en esa época.

Impertérritos, o ignorantes del peligro, los dos contrataron a un guía local para dirigirlos en la misión: encontrar orquídeas salvajes raras e ignotas. A los pocos días, fueron secuestrados por los rebeldes de las FARC y acusados de ser espías o narcotraficantes internacionales.

Foto de Džoko Stach/Pixabay
Foto de Džoko Stach/Pixabay

Los rebeldes retuvieron a los hombres durante nueve meses, hasta que un día decidieron que era inútil conseguir un rescate, así que los dejaron ir. También estaban hartos de ellos, como relata Paul, luego de meses de escucharlo hablar incesantemente sobre orquídeas. Fueron liberados, ilesos, con todas sus pertenencias, pero, sin un guía, los cazadores de orquídeas enseguida se perdieron en los pantanos laberínticos del Darién y regresaron al campamento de los rebeldes, donde habían estado cautivos. Enfurecidos al ver el regreso de los odiados ingleses, los rebeldes les dieron un mapa y les dijeron que se fueran y que no volvieran nunca más o los matarían. Al final, el dúo encontró el camino de regreso.

Lo que motivó al joven dúo inglés a aventurarse en las peligrosas tierras extranjeras en busca de flores desconcierta a la mayoría de la gente, pero no a los obsesionados con las orquídeas.

“La orquídea seduce, como una sirena”, explica Ildefonso Velásquez, experto en orquídeas y comerciante con base en Bogotá. “Es misteriosa y atractiva –es incluso seductora en su proceso de adaptación: engaña a los insectos para que la polinicen”.

Lee más | Colombia: los 10 reportajes más importantes del 2017

Para los verdaderos creyentes, una orquídea salvaje es como una femme fatale: misteriosa, cautivadora, que vale la pena perseguirla hasta el final.

Es innegable el elemento sexual de las orquídeas, sobre todo por el papel de “seductoras” que juegan en la naturaleza. La Cattleya labiata, también conocida como Cattleya de labios rubíes, del noreste de Brasil, es tal vez una de las cosas más cercanas en la naturaleza que se asemeja a los genitales humanos femeninos y no deja mucho para la imaginación: de color rosa eléctrico, los largos pétalos se pliegan sobre una profunda cápsula lila diseñada para atraer la polinización de las abejas.

Las Cattleya son, desde hace mucho, la variedad de orquídeas más vendida en el mercado, apreciada por la fragancia y considerada como el ideal de la belleza floral.

Una Paphiopedilum villosum, orquídea “zapatilla” del sudeste asiático en el mercado de Paloquemao, en Bogotá. Foto: Maximo Anderson, para Mongabay.
Una Paphiopedilum villosum, orquídea “zapatilla” del sudeste asiático en el mercado de Paloquemao, en Bogotá. Foto: Maximo Anderson, para Mongabay.

Pero dejando de lado el sexo, hay un montón de dinero en juego: gramo por gramo, las orquídeas raras valen más que el oro en el mundo. Se estima que el tráfico mundial de orquídeas es de seis mil millones de dólares como mínimo. Una historia muy difundida menciona que una rara kovachii recogida de la Amazonia peruana ha superado los veinticinco mil dólares.

Acercarse demasiado a las orquídeas puede ser peligroso.

Sin un permiso, es ilegal comercializar orquídeas a través de las fronteras, así como lo es con aquellas recogidas en las áreas silvestres. En los Estados Unidos, el contrabando de orquídeas te puede llevar a la cárcel y costarte decenas de miles de dólares en multas. El mundialmente conocido festival de la orquídea de Kew Gardens, Inglaterra, donde se encuentran algunas de las colecciones de orquídeas más codiciadas, tiene un protocolo de seguridad similar a la de una embajada sitiada, con policías en servicio las veinticuatro horas y vigilancia por circuito cerrado de televisión. Las más valiosas no están siquiera exhibidas al público, sino bajo llave en el sótano del Kew Herbarium.

Velásquez dice que esta obsesión por las orquídeas raras ha puesto en peligro muchas especies nativas de Colombia e incluso mandado a la cárcel a algunos coleccionistas. Una muestra de orquídeas tomada en 2012 por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible sirvió para analizar las amenazas a la flora y fauna del país y se encontró que el cincuenta por ciento de las especies estaba en peligro.

Lee más | Colombia: cuatro historias que muestran el avance de la deforestación tras la salida de las FARC

Esto pone en riesgo no solo a las flores silvestres, sino a los bosques y pantanos en los que crecen. Por ejemplo, dado que algunas flores se han adaptado de manera específica para atraer un tipo de avispa o abeja, su extinción puede producir un efecto en espiral negativo en el hábitat que las rodea y, si muchas son eliminadas de sus hábitats, se abre el camino para que otras plantas colonicen el lugar.

“[A pesar de la amenaza], las actividades de conservación son nulas en Colombia”, dice Velásquez y agrega, con un poco de pena tal vez, que no existe una colección de orquídeas permanente en los jardines botánicos de Bogotá.

Comercio interior

El mercado de orquídeas autóctonas de Colombia, por otro lado, es casi completamente ilegal, y abastece a coleccionistas de Sudamérica, Europa y EE. UU.

De acuerdo con una investigación que llevó diez años, realizada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, sobre la prevención y control de la flora y fauna de Colombia, las orquídeas más amenazadas son las tulipán (Anguloa), las Cattleya y las cuello de cisne (Cycnoches).

Aunque se estima que solo se ha descubierto el diez por ciento de las orquídeas autóctonas, los expertos creen que igual están en peligro. La policía nacional colombiana interceptó trescientos cinco cargamentos ilegales de orquídeas entre 2005 y 2010, cuando el Gobierno comenzó a hacer un balance de los números. Se calcula que es una fracción de las cifras reales.

La Cattleya trianae, también conocida como flor de mayo, está en peligro de extinción. Mercado de Paloquemao, en Bogotá. Foto: Maximo Anderson, para Mongabay.
La Cattleya trianae, también conocida como flor de mayo, está en peligro de extinción. Mercado de Paloquemao, en Bogotá. Foto: Maximo Anderson, para Mongabay.

En julio de este año, la policía nacional de Colombia interceptó un total de 2137 especies de orquídeas traficadas. La Policía no respondió las preguntas sobre el tipo de orquídeas contrabandeadas o el valor económico.

En Colombia, los coleccionistas tienen materos (cazadores furtivos de orquídeas) que se ocupan de recoger, comisión mediante, la planta que ellos desean. Como si fueran traficantes de drogas a baja escala, los materos cambian con frecuencia los números telefónicos para evadir a las autoridades.

Aunque mucho más conocedores de la dinámica y política local colombiana que los orquideófilos ingleses que deambularon por el Darién, los materos también corren un alto riesgo.

Lee más | Balance ambiental: lo bueno, lo malo y lo feo que dejó el 2017 para Colombia

“Cuatro de mis colegas se perdieron en la selva”, confió un matero* hace poco. “Fue durante la guerra [civil] y las guerrillas y los paramilitares, aunque ellos no estaban involucrados en el comercio de las orquídeas, tenían el control de las zonas rurales”. Él cree que sus colegas fueron probablemente asesinados, ya sea por no seguir los protocolos en los puestos de control o solo por ser sospechosos. “[Ahora que la guerra terminó de manera oficial], ya no es más un problema, pero todavía tenemos que conocer nuestros lugares, no puedes aparecer así como así [en un lugar y recolectar orquídeas], la gente te tiene que conocer”.

La ausencia de todo tipo de control serio por parte del Gobierno se hace más evidente en el mercado de Paloquemao, en Bogotá, donde se venden las amenazadas Cattleya al lado de las amenazadas bromelias por tan solo de tres a diez dólares. Velásquez explica que, paradójicamente, son los híbridos asiáticos más costosos lo que todos quieren, porque son considerados perfectos.

Pero para los obsesionados con las orquídeas, es la flor silvestre autóctona la que posee la calidad mejor definida por el término japonés wabi sabi: algo que es explícitamente sublime debido a su carácter incompleto, temporalidad e imperfección.

Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

OTRAS HISTORIAS DE MONGABAY LATAM QUE TE PUEDEN INTERESAR:

Las 12 mejores historias positivas del 2017. Si bien muchas noticias nos recuerdan el avance de la deforestación y la pérdida de biodiversidad, lo cierto es que son muchos, entre activistas y científicos, quienes luchan por salvar las maravillas de la naturaleza. Lee sobre estas exitosas iniciativas de conservación en Latinoamérica.

Cinco historias para entender qué significa ser científico en Latinoamérica. Cinco entrevistas a destacados científicos latinoamericanos que han logrado significativos avances en sus respectivos campos de estudio. De las Islas Galápagos a los ríos de la Amazonía, de cuidar los bosques andinos a proteger al águila harpía y el oso andino. Estas son sus fascinantes historias.

Tráfico de fauna en Perú: ranas y tortugas entre las especies que más se rescataron en el 2017. Aunque la cantidad de especies incautadas en el año 2017 se ha reducido con relación al año anterior, las modalidades de venta ilegal de especies están variando y ahora se oferta por Internet. Lee la historia aquí.

Comentarios