Día Internacional del Tapir: ¿qué está pasando en Latinoamérica con esta especie milenaria?
Son tres las especies de tapir que habitan en los países de América Latina, desde México hasta el norte de Argentina, y todas están en algún nivel de riesgo de extinción. Mongabay Latam conversó con investigadores en Colombia, Perú y México sobre la situación, amenazas y programas de protección para estos mamíferos considerados arquitectos de…
Son tres las especies de tapir que habitan en los países de América Latina, desde México hasta el norte de Argentina, y todas están en algún nivel de riesgo de extinción.
Mongabay Latam conversó con investigadores en Colombia, Perú y México sobre la situación, amenazas y programas de protección para estos mamíferos considerados arquitectos de los bosques.
En América Latina habitan tres de las cuatro especies de tapir que existen en el planeta: el de montaña o andino (Tapirus pinchaque), el de tierras bajas o amazónico (Tapirus terrestris) y el centroamericano (Tapirus bairdii). Según diversas investigaciones científicas, los fósiles más antiguos del género Tapirus datan de hace 30 millones de años.
Son los mamíferos terrestres vivos más grandes de América Central y América del Sur, con un peso que puede alcanzar los 300 kilos. Sus dimensiones no lo han salvado de estar en grave riesgo de extinción. El tapir de montaña y el tapir centroamericano están categorizados En Peligro, mientras el tapir de tierras bajas figura en situación Vulnerable, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los tapires son considerados los arquitectos o jardineros del bosque, debido a su capacidad de dispersar gran cantidad de semillas de las plantas y frutas de las que se alimentan, permitiendo así que árboles y plantas crezcan en diferentes lugares. Así que su ausencia en los ecosistemas forestales tiene toda una serie de efectos negativos.
En el Día Internacional del Tapir, que se recuerda cada 27 de abril, veamos cuál es la situación de las tres especies que se encuentran en América Latina, desde México hasta el norte de Argentina, y qué se está haciendo para proteger a los arquitectos del bosque.
La principal amenaza de esta especie emblemática es la reducción y transformación de su hábitat. “La deforestación en Centroamérica está dejando sólo algunos relictos de bosque, la mayoría en la zona del Caribe. Mientras que en los Andes, especialmente en las zonas más altas, aún hay áreas muy conservadas, pero también es una zona de alto desarrollo urbano. Dos de las capitales de nuestros países Andinos están ubicadas en zonas donde potencialmente podría estar la especie”, comenta José Fernando González, director científico de la Fundación Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCAT), en Colombia.
González también menciona la transformación que está sufriendo la Amazonía, a partir de los intensos procesos de deforestación. Otras amenazas mencionadas por el director científico de ProCAT es la cacería, porque al ser una especie grande, “provee una cantidad de carne considerable”; así como el riesgo de ser atropellados. Para el tapir centroamericano y el amazónico, el atropellamiento es una amenaza muy fuerte.
Marina Rivero, integrante de Bioconciencia, organización dedicada a la bioconservación, la educación y la ciencia, menciona que otra de las amenazas es la infraestructura, como por ejemplo, la construcción del llamado Tren Maya en México o la construcción de carreteras, así como la implementación de nuevos sitios de zonas ganaderas que están transformando el hábitat del tapir.
Rivero también señala que la tasa de reproducción del tapir es lenta, lo que pone en riesgo su supervivencia. “Es una especie que tiene una gestación de 13 a 14 meses, más de un año, además, la cría se queda más o menos un par de años con la mamá. Entonces, para que esa hembra tenga una nueva cría tienen que pasar aproximadamente de 3 a 4 años. Eso limita el crecimiento poblacional de estos animales”.
Se les llama fósil viviente —agrega Rivero— porque siguen teniendo la misma morfología desde que aparecieron hace 30 millones de años, pero cada vez se está reduciendo más la población de estas especies.
Lizardo Cruz, Coordinador de Paisajes Prioritarios de Jaguar del Fondo Mundial para la Naturaleza WWF-México, menciona que el depredador natural del tapir es el jaguar; pero también existen conflictos con los perros. “Son perros domésticos que muchas veces, por la falta de cuidado, se vuelven parcialmente silvestres y crean problemas porque se van al monte y atacan animales, se les ha visto como depredadores importantes desde venados hasta tapires”
“Colombia es el único país que tiene presencia confirmada de las tres especies”, señala José Fernando González, director científico de la Fundación Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCAT). “Son tres especies muy carismáticas y muy importantes, pero que reciben poca atención para su conservación”, agrega.
Aunque todas las especies de tapir que habitan en Latinoamérica están con algún nivel de amenaza, la que más preocupa en Colombia es una subespecie del tapir amazónico, el Tapirus terrestris colombianus que, según el libro Rojo de Mamíferos de Colombia, está en Peligro Crítico de extinción, la categoría más alta de amenaza.
El Tapirus terrestris colombianus —explica González, de ProCAT— se restringe a las zonas bajas de la parte occidental de los Andes. “Es una subespecie del tapir amazónico que está críticamente amenazada con mucho riesgo de desaparecer porque habita en la región del Magdalena, que ha sido súper transformada por el desarrollo humano”, comenta.
Si bien el tapir de tierras bajas —que habita en los nueve países amazónicos, además de Paraguay y el norte de Argentina— es el menos amenazado de las tres especies del continente, en el caso de la subespecie que habita en Colombia la situación es diferente. “Esta subespecie está separada del resto de la distribución en la Amazonía, porque habita en el otro lado de los Andes, en los valles interandinos, donde prácticamente su hábitat ha desaparecido”.
González agrega que actualmente se realiza un estudio para analizar en dónde se está perdiendo el hábitat y en dónde están ocurriendo los mayores frentes de deforestación, además que se están haciendo investigaciones en la zona del Magdalena Medio para evaluar sus poblaciones.
“No tenemos una estimación de la población, pero sabemos que hay una población en la Sierra Nevada de Santa Marta y otra en el Magdalena Medio y se han hecho esfuerzos por mantenerla y recuperarla, pero sigue siendo una especie muy crítica en Colombia y con riesgo de desaparecer”, señala el investigador de ProCAT.
En el caso del tapir de montaña, que también habita en Colombia, González recuerda que en febrero de 2022 se lanzó el Programa de Conservación de la Danta de Montaña, una ruta de trabajo para proteger y conservar a las poblaciones de esta especie en Colombia. La iniciativa considera a las áreas naturales protegidas del sistema de parques nacionales como uno de los centros de atención para el programa, además que incluye otras iniciativas de conservación públicas y privadas.
Para el caso del tapir centroamericano — que también habita en Colombia, específicamente en la frontera con Panamá— González indica que no se tienen registros de esta especie desde hace varios años, por ello, se han instalado cámaras trampa en el Parque Nacional Natural Los Katíos. “Esperemos que todavía estén ahí sus poblaciones”, dice el experto.
El tapir de montaña habita en los Andes de Ecuador, Colombia, y el norte de Perú en un área de aproximadamente 3 140 000 hectáreas. Un territorio que se ha reducido con el paso del tiempo por la fragmentación de sus bosques debido, principalmente, a los cambios en el uso de la tierra impulsados por la agricultura, la ganadería, el pastoreo y la construcción de carreteras.
Según la UICN su población no supera los 2 500 individuos adultos, por lo que está categorizada En Peligro, sin embargo, en Perú enfrenta una situación de mayor amenaza por lo está categorizado como en Peligro Crítico de extinción.
El estudio Distribución y estado de conservación de la danta de montaña (Tapirus pinchaque) en Perú, publicado en el año 2022, da cuenta de cuál es la situación de esta especie en los Andes peruanos. “Son casi 183 000 hectáreas de bosques distribuidos en dos bloques donde habita el tapir andino. El más amplio es el bloque norte que llega desde Ecuador hasta antes del río Huancabamba y el bloque sur que abarca desde la comunidad de Cañaris, en la sierra de Lambayeque, hasta el Bosque de Protección Pagaibamba, en Chota, Cajamarca”, explica Alex More, director de Conservación de la Sociedad de Conservación del Oso de Anteojos (SBC) Perú y autor principal del estudio.
Según se indica en el estudio, de las 182 918 hectáreas que corresponde al hábitat del tapir, aproximadamente el 60 % se encuentra dentro de las áreas protegidas. “Todavía existen brechas de protección, especialmente en el sur de su área de distribución. Las concesiones mineras cubren el 27 % de su rango actual”, indica el estudio.
El bloque más grande corresponde al norte —explica More— con aproximadamente 150 000 hectáreas. En ese sector se ubica el Santuario Nacional Tabaconas-Namballe, área natural protegida creada para proteger al tapir. Sin embargo, en el bloque sur —agrega More— la superficie protegida no llega al 2 %.
Para el estudio se utilizaron cámaras trampa, así como encuentros directos, además se recurrió a las imágenes satelitales y la información geoespacial para superponer las áreas protegidas, las concesiones mineras y la deforestación sobre el hábitat del tapir.
More también señala que la mayor conservación de los bosques en el bloque norte se debe al establecimiento de varias áreas protegidas y otras figuras de conservación regional, principalmente áreas de conservación privadas que se lograron establecer en coordinación con comunidades campesinas.
La creación de un grupo técnico de especialistas para la conservación del tapir de montaña y el oso de anteojos en los Andes norte de Perú es un reciente esfuerzo para proteger esta especie, cuenta More. Se trata de un equipo formado por investigadores e instituciones que participaron en el estudio de la distribución y estado de conservación del tapir.
México: el tapir centroamericano y su relación con el agua
“El tapir tiene una estrecha relación con zonas húmedas, ya que requiere consumir una gran cantidad de agua, principalmente durante la temporada de sequía, razón por la cual visita los cuerpos de agua regularmente”, se indica en el artículo “El tapir, un vecino poco conocido”, publicado en el año 2022.
El agua le ayuda a digerir la fibra que consume —se lee en el documento—, además de refrescarse y bajar su temperatura corporal, por lo que es relativamente común encontrar algunos individuos dentro de cuerpos de agua en el interior de la selva, sobre todo en la época de sequía.
Fernando Contreras-Moreno, investigador de WWF México y autor principal del estudio, explica que los tapires desarrollan varios de sus procesos naturales en el agua. “Hemos tenido avistamiento de tapires copulando en el agua, no es exclusivo, pero muchas veces si lo hacen, pareciera que el agua aporta tranquilidad suficiente para poder llevar a cabo estos procesos. Además, metabólicamente, para que se den los procesos de digestión, necesitan consumir una gran cantidad de agua o estar remojados. Lo que hemos visto también en la Selva Maya es que muchas veces defecan en los cuerpos de agua”.
Contreras-Moreno también menciona que en los últimos años se ha observado, sobre todo en la Selva Maya, un desfase en los patrones de precipitaciones. “Mientras menos llueve más tapires aparecen buscando agua en los potreros de ganado, en los pueblos, en las carreteras. No tenemos evidencia de que esté estrictamente relacionado, pero pareciera que hay una tendencia”.
El investigador también explica que en la Selva Maya no hay ríos, sino cuerpos de agua pequeños, como lagunas de máximo dos a tres hectáreas, que en una sequía extrema podrían secarse, por tanto, los tapires deben salir de su hábitat natural para buscar otras fuentes de agua.
“En 2019, cuando tuvimos una sequía extrema, al no encontrar fuentes de agua en la naturaleza, llegaban hasta los bebederos que tienen los ganaderos. La evidencia que tenemos de 2019 es que todos los animales que encontramos tenían un alto grado de deshidratación, es decir, con los globos oculares hundidos, daño hepático, riñones afectados”, explica el investigador.
Otros problemas relacionados con la sequía se explican en la publicación que documenta las observaciones realizadas en la región de Calakmul.
“Los tapires, en la búsqueda de agua para beber, toman riesgos mayores y se acercan aún más a los poblados, toman agua de los apiarios (donde se crían y cultivan abejas), se adentran en los potreros del ganado para tomar de los bebederos y jagüeyes (zanjas hechas en el suelo para captar agua) del ganado, y en situaciones extremas salen de la selva e irrumpen en las carreteras y entran a los poblados en búsqueda de cualquier fuente de agua que pueda salvarles la vida”.
En la Reserva de Biosfera de Calakmul, los investigadores han instalado una red de bebederos artificiales para atender las necesidades del líquido para los tapires durante las temporadas secas. Adicionalmente, se han colocado cámaras trampa junto a estos bebederos para hacer un monitoreo de la especie.
Estos animales buscan selvas con alto grado de conservación —menciona Contreras-Moreno— por tanto, habitan en parques nacionales y reservas federales, que tienen una selva con un nivel de conservación alto. Aún así, la deforestación, la ampliación de la frontera agrícola y ganadera y el cambio de uso de suelo son amenazas muy grandes.
Lizardo Cruz explica que la Selva Maya —sur de México, parte de Guatemala y de Belice— es clave para la conservación del tapir centroamericano y, probablemente, la zona de Mesoamérica que alberga la mayor cantidad de tapires de esta especie. “Si no es por las comunidades presentes en la Selva Maya, estaríamos viendo una especie en mucho mayor riesgo de extinción”.
Para los investigadores de WWF, una de las primeras acciones que se deberían tomar para proteger a los tapires es establecer una estrategia internacional para determinar las poblaciones, identificar los lugares en donde habitan y definir las amenazas en cada país.
Marina Rivero, de Bioconciencia, señala que se ha establecido la Alianza para la Conservación del Tapir, un grupo de especialistas de México y Centroamérica que se ha propuesto realizar estudios para estimar la población en todo su rango de distribución.
La investigadora, por ejemplo, realizó una investigación en la Sierra Madre de Chiapas, en tres áreas naturales protegidas —la Reserva de la Biosfera La Sepultura, Área de Protección de Recursos Naturales La Frailescana y la Reserva de la Biosfera El Triunfo— donde se logró hacer una estimación de aproximadamente 260 tapires. Además, “se buscó identificar los corredores y los sitios potenciales que podrían mantener la conectividad de ciertas poblaciones de tapires en Chiapas”.
Rivero también menciona que en México se trabaja con las comunidades locales que mantienen grandes extensiones de vegetación y son actores clave para mantener las poblaciones de tapires.
* Imagen principal: Tapir centroamericano. Foto:Fernando Contreras / WWF México.
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