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Del comercio legal al tráfico de aves: un panorama de lo que sucede en seis países amazónicos

  • Un estudio reciente evalúa los últimos cincuenta años del comercio de aves, los cambios en la legislación y el tráfico de fauna silvestre en Sudamérica.

(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli).

El día que Bernardo Ortiz-von Halle visitó una bodega de aves de exportación en Surinam quedó impactado. Los sonidos de los cientos de individuos enjaulados era abrumador, dice el investigador que durante tres años recorrió Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Surinam y Guyana para investigar sobre el comercio legal de estas especies, cómo cambiaron las leyes en los últimos 50 años y la presión que ejerce el tráfico ilegal en la vida silvestre.

“Uno cree que es una época que ya pasó, pero no, ahí estaban, eso sigue. Verlo en carne propia como debieron haber sido esos centros de acopio hace 30 o 40 años, con miles de individuos juntos gritando, metidos en jaulas, es bien impactante”, comenta a Mongabay Latam el autor del estudio A vista de pájaro: lecciones de 50 años de regulación y conservación del comercio de aves en los países amazónicos, publicado por la organización global Traffic.

Las poblaciones silvestres de guacamayos de Lear están aumentando gracias a los esfuerzos de conservación. Crédito: TRAFFIC
Las poblaciones silvestres de guacamayos de Lear están aumentando gracias a los esfuerzos de conservación. Crédito: TRAFFIC

El estudio analiza el último medio siglo desde que en 1967 Brasil emitió la primera norma en Sudamérica para prohibir la venta de aves y cerró sus puertas a la exportación de estos animales.

Solo 3 países amazónicos permiten el comercio legal de aves: Perú, Guyana y Surinam. En el resto de Sudamérica, está prohibido. Sin embargo, esto no ha detenido el tráfico ilegal de muchas especies en peligro.

Antes de ello, la venta de especies silvestres era legal en todos los países amazónicos. Según el informe, desde mediados del siglo XIX se exportaron toneladas de plumas y pieles para el mercado de la moda. En 1932, por ejemplo, desde Brasil se enviaron 25 000 colibríes a Italia para adornar cajas de chocolate. A partir de la década de 1950, la situación fue más crítica, pues con el transporte aéreo frecuente estas cifras se multiplicaron.

“La promulgación de la Ley de Vida Silvestre de 1967 marcó el inicio del tráfico ilegal de especies silvestres en Brasil”, dice el documento de Traffic. Lo mismo sucedió en el resto de países amazónicos en las décadas siguientes. El impacto del comercio legal y del tráfico de especies ha sido devastador en la biodiversidad de Sudamérica, se calcula que 737 especies de aves tienen algún grado de vulnerabilidad, de ellas, 441 figuran como En Peligro Crítico, En Peligro y Vulnerable, y dos ya están extintas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Ortiz-von Halle señala que la exportación ilícita internacional de avifauna de Sudamérica se ha reducido, principalmente por los criaderos de especies amazónicas que se han instalado en Estados Unidos, Europa y Asia. “Parte del ‘interés’ internacional comercial decayó despues de que la capacidad reproductiva se exportó. El mercado local urbano de aves es mínimo comparado con 20, 10 y hasta cinco años atrás. Los canales son otros, pero la dinámica oferta y demanda se ha ido desvaneciendo. Sin emabrgo, entre países de la región continuán los flujos de especies que son detectados por decomisos esporádicos”, asegura el autor.

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Perú: el centro de la ilegalidad

Según el estudio, entre 2000 y 2013, Perú exportó legalmente 37 233 aves incluidas en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la mayoría fueron loros aratingas cordilleranas (Psittacara frontatus) y calancates cara rojas (Psittacara mitratus). Este país es uno de los tres —junto con Guyana y Surinam— que aún permite por ley la venta de avifauna.

Sin embargo, con el Reglamento para la gestión de fauna silvestre, publicado en setiembre del 2015, la situación cambió. Rosa Vento, especialista de la Iniciativa de Tráfico y Salud de Fauna Silvestre de Wildlife Conservation Society (WCS), explica que actualmente no es posible comercializar animales vivos capturados directamente del medio silvestre. “El negocio de la fauna existe bajo la modalidad de zoocriaderos y áreas de manejo especialmente diseñados para reproducir en cautiverio determinadas especies”.

En Perú, entre los años 2000 y 2016 se decomisaron más de 28000 aves. Foto: Serfor.
En Perú, entre los años 2000 y 2016 se decomisaron más de 28000 aves. Foto: Serfor.

Sobre el tema, Jessica Gálvez-Durand, directora de Gestión Sostenible del Patrimonio de Fauna Silvestre, del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), señala que actualmente la exportación de aves en Perú es prácticamente nula. La funcionaria de Serfor precisa que no existe ningún área de manejo autorizada para la crianza de aves, solo unos pocos zoocriaderos privados de limitada capacidad.

Pero el tráfico es otra historia. Gálvez-Durand dice que las aves salen del país a “hurtadillas, camuflados como todo en el mercado negro”. Recuerda por ejemplo que en el 2018 se encontraron en un paquete, con destino a Rusia, pájaros disecados que, tras un proceso de reconstitución hecha por especialistas, recobraron su forma y un aspecto de colección de museo. “Quienes se dedican al negocio ilícito conocen bien estas técnicas y todo indica que se capturan las especies bajo pedido”.

En 2018 se decomisaron aves disecadas que salían de Perú con destino a Rusia. Foto: Serfor.
En 2018 se decomisaron aves disecadas que salían de Perú con destino a Rusia. Foto: Serfor.

Perú es el centro del comercio ilegal de la región, se lee en el estudio. “Como receptor y fuente de especies de aves silvestres desde y hacia sus vecinos —Ecuador, Brasil, Bolivia, Chile— es el mayor desafío regional”, señala el reporte de Traffic.

Ortiz-von Halle comentó a Mongabay Latam que a Perú ingresan aves provenientes del tráfico de Ecuador así como guacamayos que llegan de Bolivia y luego terminan en Brasil o Chile. Al autor de la investigación también le preocupa el sistema de control biológico que se practica con los grandes rapaces en Perú, puesto que —dice— podría servir para que animales capturados en el medio silvestre se comercialicen como aquellos criados en cautiverio. “Es una puerta abierta para que lo legal vaya por un camino de ilegalidad en paralelo porque la gente aprovecha hasta donde puede. Se ve con la madera, con la pesca, con todos los recursos”.

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Brasil: la prohibición y el tráfico interno

El primer país que apostó por cerrarle las puertas a la venta de aves fue Brasil. Sin embargo, dentro del país mantiene cifras de confiscación anual, durante los últimos 15 años, que alcanzan entre 30 000 y 35 000. “Muchos de ellos destinados a las competencias de canoras, donde los espectadores apuestan dinero por los resultados de cuántas canciones o frases cantará un pájaro en un tiempo determinado”, se menciona en el documento.

Otro problema, dice el autor, es que las estrategias de control no han mellado en la costumbre muy arraigada de la población de tener pájaros como mascotas, principalmente en el nordeste del país.

En cuanto al comercio ilegal internacional, Brasil enfrenta ahora la extracción de huevos de diversas especies, que se llevan a Portugal hacia donde hay alrededor de 60 vuelos directos. “Los huevos se transportan atados a los cuerpos de los pasajeros para mantener la temperatura óptima de incubación durante el viaje de 10 a 14 horas”, explica el libro. En el 2003, por ejemplo, la mayoría de huevos confiscados en los aviones eran de Amazonas del Cerrado o Loro cara amarilla (Alipiopsitta xanthops), se sospecha, entonces, que existen cazadores furtivos especializados en atender pedidos específicos de consumidores en Europa.

El jabirú (Jabiru mycteria), conocido como jaburu en Brasil, es la mayor cigüeña del continente americano. Foto: Rhett A. Butler
El jabirú (Jabiru mycteria), conocido como jaburu en Brasil, es la mayor cigüeña del continente americano. Foto: Rhett A. Butler

Posiciones a favor y en contra del negocio legal de aves aún se discuten en Brasil. Pedro Develey, director ejecutivo de BirdLife SAVE Brasil está en contra de cualquier forma de venta de animales. “Para Brasil la comercialización legal no es la solución. No existen ejemplos de comercio que contribuyan a la conservación de ninguna especie. Si no se hubiera prohibido habría mucho menos animales en el país”, sostiene el experto y asegura que la publicación de Ortiz-von Halle, de alguna forma se inclina por la transacción legal de aves al exponer que las naciones de Sudamérica están perdiendo la oportunidad de obtener beneficios económicos de su biodiversidad y, por el contrario, han cedido ese derecho a estados como Filipinas, donde ahora se crían y comercializan especies de la Amazonía.

El director de BirdLife SAVE Brasil, respalda su posición con los proyectos que su institución ha ejecutado para la conservación. Cita, por ejemplo, los dos centros de recuperación que tienen en Sao Paulo y que han logrado resultados exitosos en la liberación de las especies así como en la participación de niños en actividades de educación ambiental.

Por eso, Develey apuesta por impulsar la educación para que cada vez menos personas opten por tener fauna silvestre como mascotas. “No podemos crias guacamayos ni otras especies en nuestras casas. No tenemos por qué sacarlas de la naturaleza. Ningún ave debe vivir en cautiverio”.

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La experiencia en Colombia

En Colombia —dice en el libro— las acciones de conservación relacionadas con la avifauna se concentran en los decomisos. Se calcula que cada año se confiscan entre 30 000 y 50 000 animales y de ellos entre el 20 % y el 25 % son aves (entre 6000 y 10 000), que van a los zoológicos y a los centros de rescate.

Ortiz-von Halle señala en su investigación que desde el 2002, cuando se lanzó la estrategia nacional de lucha contra el comercio ilegal de especies silvestres, el trabajo de la policía ambiental y de las autoridades judiciales ha mejorado significativamente.

Una esperanza para Colombia es el turismo de vida silvestre, principalmente el de observación de aves. Este país, que ocupa el primer lugar en cantidad de especies de avifauna en todo el planeta, cuenta con grupos organizados y numerosos de birdwatchers locales. Quizá por ello, esta forma de turismo va en aumento en esta nación.

En Colombia, el turismo para la observación de aves está en aumento. Foto: Rodrigo Gaviria Obregón.
En Colombia, el turismo para la observación de aves está en aumento. Foto: Rodrigo Gaviria Obregón.

Juan David Amaya, director de maestría en Gestión Ambiental de la Pontificia Universidad Javeriana coincide con el autor en que el trabajo de las autoridades ambientales se ha fortalecido en los últimos años. Amaya considera también que hay una disminución de la demanda de las aves como mascota, pero principalmente en las ciudades, pues en las zonas rurales esta costumbre persiste. “Los animales ya no están expuestos en los mercados, pero si los comercializan a pedido por medio de las redes sociales.”

El catedrático también menciona que en Colombia existe un creciente interés por los concursos de aves canoras. Un problema que se está extendiendo en los países amazónicos. Por otro lado, Amaya comenta —al igual que el autor— que el turismo de observación de aves está creciendo exponencialmente, sobre todo, en los últimos diez años. Ahora, con el proceso de paz —dice— los lugares que antes estaban tomados por las guerrillas son un reto para el país. “El Estado no ha tenido la capacidad de copar las áreas en los que las guerrillas eran la autoridad”, cuestiona, pero confía en la educación para convencer a la gente de que dejen de comprar animales silvestres como mascotas.

Colombia es el país con mayor cantidad de aves en el mundo. Foto: Rodrigo Gaviria.
Colombia es el país con mayor cantidad de aves en el mundo. Foto: Rodrigo Gaviria.

La médico veterinaria Silvia Rojas, coordinadora de colección del Bioparque La Reserva, considera que en Colombia hace falta contar con leyes y sanciones más severas no solo para los que trafican, sino también para quienes compran animales silvestres.

Rojas conoce de cerca este problema en Colombia por su trabajo en el bioparque, hasta donde llegan animales rescatados del tráfico de especies silvestres. Menciona, por ejemplo, que recientemente encontraron especies de lugares muy alejados de la Amazonía. “No hace mucho, recibimos a un mono tití que no habíamos visto antes porque proviene de una zona muy remota del país. ¿Hasta donde están llegando las personas para extraer a las aves?”, se pregunta.

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La versión completa de este reportaje fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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