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Cámaras trampa revelan los secretos de la “Depresión de Huancabamba” en el Perú

  • Investigadores de la Sociedad de Conservación del Oso de Anteojos instalaron 60 cámaras trampa en los bosques de las comunidades de Tucto, en Incahuasi y Gramalote, en Kañaris, en la región Lambayeque.
  • El monitoreo ha permitido observar especies en peligro de extinción como osos de anteojos y tapires andinos, así como la chosna o kinkajú, el tigrillo o la pava barbada.

En el norte del Perú existen lugares muy poco explorados. Uno de ellos es la Depresión de Huancabamba, un sector de la cordillera de los Andes cuyas montañas no superan los 4000 metros de altura, es decir, es la zona donde se encuentran los montes más bajos de esta cadena de elevaciones que cruza el país.

Dentro de esta zona de los Andes, investigadores de la Sociedad de Conservación del Oso de Anteojos (SBC Perú) eligieron un sector de 50 mil hectáreas de extensión que va desde Kañaris e Incahuasi, en Ferreñafe, Lambayeque, hasta Miracosta, Querocotillo y Querocoto, en Cutervo y Chota, Cajamarca.

En ese sector, los investigadores de SBC colocaron 60 cámaras trampa con el fin de conocer qué animales habitan en esos bosques nublados y también para explorar si hay presencia de especies emblemáticas como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y el tapir de montaña (Tapirus pinchaque).

Los equipos se colocaron entre junio y setiembre del 2018 en los bosques montanos y páramos de las comunidades de Tucto, en el distrito de Incahuasi y Gramalote, en el distrito de Kañaris.

“Esta depresión marca la diferencia en la fauna y flora que hay en los Andes del norte y la selva peruana. Hemos estudiado esta cordillera aislada que va de Kañaris e Incahuasi hasta el Bosque de Paigabamba”, explica Alex More, director de Conservación de SBC, quien actualmente lidera este proyecto.

Las cámaras trampa registraron al chosna o kinkaju en los bosques montanos del norte. Foto: SBC.

La idea era saber si existía conexión entre la población de osos del bosque seco, un ecosistema que se encuentra en la parte baja de la cordillera —explica More— y el bosque montano y páramo que está en las zonas más altas, pero también explorar qué estaba pasando con otras especies en una zona que tiene mucho endemismo.

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La presencia del oso y del tapir

“Nos sorprendió la cantidad de osos que encontramos en una sola cámara. Ubicamos hasta diez caminando en ese bosque”, cuenta José Vallejos , investigador biológico y de relaciones comunitarias de SBC Perú.

Vallejos explica que no existía mucha evidencia de la presencia del oso de anteojos en esta montaña, pero que luego de revisar las cámaras lograron determinar dónde se encuentra la especie. “Estamos descubriendo cómo usan los osos esta área”, agrega Vallejos.

Las imágenes muestran a los osos caminando en un bosque húmedo. Uno de ellos incluso juega con la cámara trampa, mientras otro se para sobre dos de sus patas para recostarse entre los árboles.

Otra especie que se ha observado con frecuencia en estos bosques a través de las cámaras trampa es el tapir de montaña.

De acuerdo con los resultados de las imágenes se ha logrado determinar que el sector más al sur de Perú donde aún se puede encontrar al tapir de montaña son los bosques de Gramalote, que corresponden a una comunidad del mismo nombre involucrada en la conservación de su territorio.

El tapir de montaña o andino habita en las montañas de Colombia, Ecuador y Perú y es una especie considerada En Peligro, según la Lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Un registro que también llamó mucho la atención en los bosques de Gramalote a 2720 metros de altura fue una chosna o kinkajú (Potos flavus), puesto que su distribución conocida hasta ahora no incluía esta cadena montañosa y la referencia que se tenía era de que su rango altitudinal no superaba los 1950 metros de altura, explica More.

En una sola cámara trampa se registraron imágenes de diez osos de anteojos. Foto: SBC.

En las imágenes de las cámaras trampa también se ha observado a la pava barbada (Penelope barbata), especie endémica de Ecuador y Perú cuya población se calcula entre 1800 a 6500 individuos según la UICN.

José Vallejos agrega que entre las fotos y videos que han obtenido de las 60 cámaras también se han encontrado especies como el tigrillo y el mangujo (Pecarí tajacu), una especie que habita entre Centro y Sudamérica.

“Esta zona ha tenido muy poca exploración científica”, comenta More, sin embargo, agrega que los pocos estudios realizados en este sector destacan la presencia de una biodiversidad singular. “Existen endemismos propios de la zona, especies nuevas para la ciencia y especies de gran valor socioeconómico y cultural”.

Uno de estos casos es un ave de nombre tapaculo descubierto para la ciencia en el año 2005, por un equipo de investigadores que recorrió esta cordillera.

Fernando Angulo, el ingeniero forestal experto en aves, que participó de esa expedición, recuerda que cuando estuvo en la zona junto con Daniel Lane, grabaron los sonidos de una ave que hasta ese momento no habían escuchado.

“Después de este recorrido regresamos a la zona, encontramos esta ave y constatamos que se trataba de una nueva especie para la ciencia. Este bloque de bosque montano entre Lambayeque y Cajamarca ha estado aislado por millones de años. Es una cordillera que no tiene conexión con otras”, asegura.

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Un lugar para el culto al agua

Angulo está seguro que esas montañas aún guardan nuevas especies para la ciencia en Perú. “Cuando se haga una investigación profunda de seguro se encontrarán nuevas especies endémicas para el Perú”, agrega.

El investigador explica que en estos ecosistemas aislados habitan especies con un rango muy corto para desplazarse, por lo tanto, evolucionan en nuevas especies y por eso hay tanto endemismo. No obtante, lamenta que de todo ese sector único de bosques montanos del norte de Perú, solamente se cuente con un pequeño sector protegido que corresponde a Paigabamba.

“Estamos desatendiendo una muestra representativa de bosques montanos. Es una situación que preocupa no solo por la fauna silvestre, sino también porque significa una fuente de agua importante para quienes viven en las ciudades de la costa y para la agricultura”, manifiesta Angulo.

Carlos Elera, director del Museo Nacional Sicán, comenta que en la zona de Kañaris existe una zona arqueológica muy poco estudiada denominada Mitobamba que está ligado al culto del agua. “Estos templos están localizados en cuencas estratégicas como esta desde donde se puede visualizar la naciente del agua y el curso que toma para recorrer los ríos”. Se trata de una zona con puntos estratégicos –continúa Elera– con petroglifos ubicados para conectar una microcuenca con otra.

Elera explica que es un territorio bastante accidentado tanto hacia el lado del Pacífico como del Atlántico. “Es una especie de selva alta con fauna netamente amazónica”, dice.

Cuenta, además, que en el sector occidental del distrito de Kañaris existen lugares como la montaña Mamahuata, donde nace el agua que da origen al río Motupe. Al pie de esa montaña sagrada hay un bosque con especies endémicas de flora silvestre como la lúcuma y de fauna silvestre como el cuy. “Es el sitio de origen de animales que después se han domesticado. Y lo mismo sucede en los bosques húmedos al otro lado de la cordillera”, finaliza.

El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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