• Un nuevo reporte publicado por el Instituto Humboldt revisó el estado de los ecosistemas, la biodiversidad y los sistemas de producción de esta región del oriente de Colombia, clave en el mapa de la naturaleza en el país.
  • En las últimas cuatro décadas el impacto de las actividades humanas sobre los paisajes y ecosistemas de la Orinoquia ha incrementado un 35 %.
  • Los cultivos agroindustriales están generando gran estrés sobre el recurso hídrico y se prevé un incremento del 13 % en la demanda de agua para el cultivo de arroz, una de las principales actividades en la región.
  • La Orinoquia colombiana tiene 491 de sus 23 487 especies de fauna y flora en alguna categoría de riesgo de extinción, lo que corresponde al 23 % del total de especies amenazadas en el país.

En Colombia existe una región con 23 487 especies de fauna y flora, lo que representa el 29 % del total de especies observadas en el país, según los registros biológicos que se tienen hasta el momento. Aquí se han registrado 761 especies de aves (38 % de la avifauna colombiana), es una de las regiones con mayor cantidad de especies de peces (767), alberga el 48 % de los humedales continentales del país y aporta el 26 % de la disponibilidad hídrica de Colombia.

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Estos datos hacen referencia a la Orinoquia y aparecen en el Reporte Bio Orinoquia, una reciente publicación del Instituto Humboldt de Colombia, que se encarga de estudiar la biodiversidad del país. En palabras de su director, Hernando García, “esta es una de las regiones donde hay muchas expectativas de desarrollo, pero donde también hay grandes expectativas para la conservación de la biodiversidad”. García explica que el informe pretende ser una ayuda para entender, por ejemplo, que esta es una región anfibia, donde los pulsos de inundaciones de departamentos como Arauca y Casanare pueden llevar a que hasta el 60 % de su territorio esté bajo un humedal en ciertos momentos del año.

La riqueza ambiental de la Orinoquia colombiana, región que también es conocida como los Llanos Orientales, enfrenta grandes retos: 491 de sus 23 487 especies de fauna y flora se encuentran en alguna categoría de amenaza, cifra que corresponde al 23 % del total de especies amenazadas en el país. Además, las actividades agroindustriales están transformando de forma acelerada los ecosistemas y el incremento del uso del agua ya está causando problemas. “La huella espacial humana ha sido intensa en las últimas tres décadas”, asegura García.

Atardecer en Puerto Carreño, Vichada, Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt.
Atardecer en Puerto Carreño, Vichada, Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt

Una olla de presión sobre el paisaje llanero

El Reporte Bio Orinoquia destaca que la región tiene una gran riqueza hídrica, sin embargo, la transformación de sus ecosistemas, debido a factores como la deforestación, la agroindustria, la ganadería extensiva, la infraestructura vial y urbana, la extracción de minerales y el déficit de sistemas de tratamiento de agua, tiene impactos negativos sobre el agua, entre los que destacan la desconexión de hábitats, la liberación de contaminantes a la atmósfera, la pérdida de navegabilidad y el control de inundaciones. “Esto pone en riesgo la disponibilidad y calidad del agua, así como la calidad de los hábitats que brindan soporte a la biodiversidad”, se lee en el documento.

El reporte muestra que durante las últimas cuatro décadas, la huella espacial humana —magnitud de la influencia acumulada de las actividades humanas sobre los paisajes y ecosistemas— en la Orinoquia ha experimentado un incremento del 35 %. Además, los análisis hechos por los expertos sugieren que este aumento podría ascender un 6 % en los próximos diez años.

“La huella espacial humana está asociada a procesos de construcción y expansión de vías que permite acceso a actividades como cultivo y ganadería. Esto hace que las zonas naturales tengan una tendencia más alta a ser impactadas”, le dice a Mongabay Latam Daniel Cruz, investigador de la Universidad Javeriana que participó en el desarrollo de este tema para el Reporte Bio Orinoquia.

Huella espacial humana en la Orinoquia colombiana. Verde: zona natural. Amarillo: bajo impacto. Naranja: medio impacto. Rojo: alto impacto. Mapa: elaboración del Instituto Humboldt.
Huella espacial humana en la Orinoquia colombiana. Verde: zona natural. Amarillo: bajo impacto. Naranja: medio impacto. Rojo: alto impacto. Mapa: elaboración del Instituto Humboldt

Cruz menciona que los análisis muestran al departamento de Vichada como una de las zonas de la Orinoquia con alto impacto según el índice de huella humana, “precisamente porque tiene altos índices de asentamientos humanos y asimismo de vías que los conectan e impactan las zonas naturales aledañas”.

Otro dato importante es que gran parte de las zonas que están en riesgo de impacto humano están muy asociadas a los cuerpos de agua, ya que esto les permite abastecer sus actividades productivas.

Los científicos también destacan que los parques nacionales y resguardos indígenas limitan el avance de valores altos de huella espacial humana al interior de estas áreas. Sin embargo, la capacidad de contener este avance varía en función de la categoría de manejo y el tamaño de cada área.

Valor promedio de huella humana en la Orinoquia colombiana de 1990 a 2030. Gráfico: elaboración del Instituto Humboldt.
Valor promedio de huella humana en la Orinoquia colombiana de 1990 a 2030. Gráfico: elaboración del Instituto Humboldt

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Alerta a la expansión agropecuaria

Entre los desafíos que enfrenta la región está la expansión agroindustrial, ya que, en las últimas dos décadas, la frontera agrícola de la Orinoquia se ha expandido de 1000 kilómetros cuadrados a 8000 kilómetros cuadrados de área cultivada, y se espera que la demanda hídrica de la agricultura se duplique para 2040 debido al aumento en las áreas de cultivo, principalmente de arroz y palma de aceite.

Esta presión no es un factor sorpresa para los expertos, ya que en diversos momentos el gobierno nacional y los gobiernos locales han dicho que la Orinoquia podría ser “la última gran despensa agrícola del país” y, según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), más de 150 000 kilómetros cuadrados de esta región son aptos para la agricultura, lo que representa aproximadamente el 45 % de la cuenca del Orinoco.

El Reporte Bio Orinoquia tiene un capítulo dedicado a los efectos de la expansión agroindustrial sobre los ríos y allí se menciona que, para 2040, se prevé un incremento del 13 % en la demanda de agua para el cultivo de arroz, una de las principales actividades en la región.

Bosque inundable en Lagunazo, Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt.
Bosque inundable en Lagunazo, Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt

Una modelación hidrológica que considera el desarrollo agroindustrial revela reducciones de hasta un 85 % en más del 50 % de la cuenca del Orinoco colombiano en periodos de lluvias escasas. “En los escenarios más extremos, los ríos Meta, Vichada y Guaviare experimentarán reducciones en sus flujos de hasta 95 %, 98 % y 50 %, respectivamente”, señala el reporte.

Jonathan Nogales, investigador de The Nature Conservancy (TNC) y coautor del capítulo, asegura que el arroz y la palma son los mayores motores de transformación de la dinámica hídrica de la Orinoquia.

Nogales menciona que se están viendo cambios drásticos en la cuenca del río Ariari, en el departamento del Meta, con los cultivos de palma de aceite y un fenómeno llamativo en el departamento de Casanare, donde personas que hacen ganadería extensiva alquilan predios a los arroceros porque son zonas inundables (condición favorable para el cultivo de arroz) y esto ha generado una degradación en los suelos y los ecosistemas, comenta.

“Si bien la Orinoquia tiene un potencial bastante grande y siempre se plantea que es la última frontera agrícola que tiene el país, hay que hacerlo de una manera responsable y controlada”, dice Nogales, y agrega que “puede parecer que en la región hay bastante agua, pero realmente está concentrada en un periodo de tiempo, no está presente durante todo el año, y los meses secos, cuando se necesita el riego de cultivos, los flujos hídricos se vuelven críticos”.

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Reserva Natural Bojonawi en la Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt.
Reserva Natural Bojonawi, en la Orinoquia colombiana. Foto: cortesía Instituto Humboldt

Eje de conflictos socioambientales

Los conflictos socioambientales son otro de los grandes desafíos de la Orinoquia. Si siguen escalando, y no llegan a soluciones, pueden poner en riesgo los territorios y la gran biodiversidad de la región. De acuerdo con el Instituto Humboldt, identificarlos es una herramienta útil para fomentar espacios de diálogo que promuevan la comprensión mutua, el análisis de las controversias y la construcción de entendimientos.

El reporte analizó estos conflictos y destacó 29 que se encontraban latentes hasta 2024. Allí encontraron choques entre distintas formas de ver y entender la Orinoquia: una productivista, en la que el territorio se entiende como proveedor de recursos naturales que se pueden explotar para generar riquezas; otra conservacionista, que promueve la protección del territorio para la preservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que brinda; y una de hábitat, que comprende el territorio como el lugar donde se desarrolla la vida cultural, social, material y simbólica de las comunidades que lo habitan.

Los investigadores lograron agrupar las conflictividades socioambientales en tres grandes tipos. El primero son los conflictos derivados del uso y apropiación de territorios indígenas para desarrollar actividades agropecuarias, que emergen de las disputas entre grupos étnicos y grupos de colonos o empresas agropecuarias por el acceso y uso de los territorios colectivos.

Tipos de conflictos socioambientales en la Orinoquia y frecuencia de participación de actores en los conflictos socioambientales de la región. Mapa y gráfico: elaboración del Instituto Humboldt.
Tipos de conflictos socioambientales en la Orinoquia y frecuencia de participación de actores en los conflictos socioambientales de la región. Mapa y gráfico: elaboración del Instituto Humboldt

El segundo son los conflictos por la gestión y conservación de áreas protegidas, producto del desencuentro entre las visiones de conservación del Estado (principalmente autoridades ambientales) y las visiones de producción de las empresas petroleras, agroindustriales, actores armados y algunas comunidades locales.

El tercero son los conflictos asociados con el desarrollo de actividades de exploración y explotación de hidrocarburos, que nacen por discrepancias entre grupos étnicos, comunidades campesinas y empresas petroleras.

Uno de los impactos más relevantes de los diferentes conflictos socioambientales es la transformación del paisaje, es decir, de humedales, bosques y diferentes ecosistemas. Esto reduce el territorio, el hábitat de las especies que allí habitan y por supuesto redunda en una pérdida de biodiversidad”, asegura Omar Ruiz, investigador del Instituto Humboldt.

Ruiz comenta que los conflictos socioambientales son procesos que van cambiando a lo largo del tiempo y aunque en todos los departamentos de la Orinoquia hay conflictos. Meta y Arauca son dos de los más críticos.

En Cinaruco pueden encontrarse 178 especies de aves. Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia.
En Cinaruco pueden encontrarse 178 especies de aves. Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

Muchos de los conflictos se dan con la industria petrolera, ya que esta región es la principal productora de hidrocarburos de Colombia. Sin embargo, Ruiz dice que también hay muchos conflictos entre comunidades y autoridades ambientales por la presencia de áreas protegidas y de estrategias de conservación en zonas de traslape con territorios de comunidades locales, campesinas o indígenas.

El investigador destaca que hay conflictos socioambientales que han escalado a la violencia y que también están relacionados con el conflicto armado. Un caso emblemático, dice, es el desencuentro entre comunidades indígenas y campesinas con empresas petroleras, principalmente relacionadas con el funcionamiento del campo petrolero Caño Limón – Coveñas, en el departamento de Arauca, “donde es común el ataque a la infraestructura petrolera por parte de grupos armados [particularmente el Ejército de Liberación Nacional, ELN]”, dice Ruiz.

A pesar de esto, el investigador indica que desde el Instituto Humboldt no ven tanto las conflictividades como obstáculos para la sostenibilidad, sino como oportunidades para generar transformaciones hacia esa sostenibilidad.

*Imagen principal: Una hembra de la especie mono aullador rojo (Alouatta seniculus), junto a su cría, en los llanos orientales colombianos. Foto: Rhett Butler

El artículo original fue publicado por Antonio José Paz Cardona en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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