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Publicado el Ambiente y Sociedad

Inversión china en Argentina: una apuesta por los recursos naturales.

Asociación Ambiente y Sociedad – AAS

Por Grupo Regional de Financiamiento e Infraestructura (GREFI)

Con una población de más de 40 millones de habitantes, una superficie de    2 780 40027 km2 (8.° a nivel mundial) y un PIB que ronda los 610 000 millones y que ha venido creciendo de manera sostenida en el transcurso de los últimos años, la Argentina cuenta con una de las economías más grandes y relevantes de América Latina. La economía argentina se caracteriza por sus valiosos y abundantes recursos naturales, que han llevado al país a constituirse en uno de los principales productores de alimentos a nivel mundial, de la mano de la agricultura y la ganadería vacuna: actualmente el país se constituye como uno de los mayores exportadores de carne y de soja en el mundo, y el primer productor mundial de girasol, yerba mate, limones y aceite de soja. A pesar de la orientación esencialmente primario exportadora de su economía, la Argentina ha experimentado un crecimiento relativo de su industria nacional de la mano del sector automotriz, textil y de los electrodomésticos.

Sin dudas, la riqueza y abundancia de recursos naturales en Argentina constituye uno de los principales factores que promovieron, en el transcurso de las últimas décadas, el estrechamiento de las relaciones entre China y la Argentina; sobre todo teniendo en cuenta la creciente demanda del gigante asiático de alimentos y recursos naturales, ambos presentes en abundantes cantidades en el país sudamericano. Si bien esta profundización de las relaciones económicas entre ambos países se ha dado principalmente en el ámbito comercial (bajo la lógica de exportación de materias primas e importación de manufacturas por parte de la Argentina), en los últimos años también se puede apreciar una mayor participación de la IED en las relaciones entre China y Argentina, de manera similar a lo que puede apreciarse en las relaciones sino-latinoamericanas en general.

A su vez, pueden mencionarse algunos atractivos adicionales en la relación bilateral, como por ejemplo:

– Una historia bilateral signada esencialmente por la paz y la ausencia de conflictos.

– Ciertos intereses y objetivos compatibles en la escena internacional.

– Desde la perspectiva china, la existencia de recursos humanos calificados en Argentina.

– Desde la perspectiva argentina, la ausencia de condicionalidades de carácter político o el establecimiento de cuotas de mercado para las exportaciones nacionales; entre otras.

De esta manera, Argentina se ha constituido en el segundo mayor socio comercial de China en América Latina, tras Brasil, y es considerado por la potencia asiática como un socio estratégico en la región, como proveedor de alimentos y otros recursos naturales. A su vez, el mercado chino representa un destino sumamente relevante para la exportación de los productos agrícolas argentinos y la industria china es capaz de cubrir gran parte de la demanda de manufacturas que la Argentina debe importar, lo que transforma a la relación comercial entre ambos países como complementaria y mutuamente beneficiosa.

A su vez, mientras China ha venido acumulando enormes reservas de divisasen el transcurso de las décadas recientes y sus montos de IED a nivel global han aumentado considerablemente en los últimos años (sobre todo a partir del estallido de la crisis financiera internacional desatada en 2008), la Argentina presenta actualmente una creciente demanda de inversiones.

De cualquier forma, y a pesar de esta relación complementaria y mutuamente beneficiosa entre ambos países (al menos en términos económicos), muchos autores consideran que la relación entre Argentina y China (y entre China y América Latina en general), resulta crecientemente asimétrica y va generando, cada vez más, un dinámica entre los actores de «centro-periferia» en vez de una caracterizada por la cooperación Sur-Sur.

Así, de acuerdo con Eduardo Oviedo, si comparamos los PIB de los últimos 20 años, los lazos económicos entre China y Argentina describen una relación crecientemente asimétrica, similar a aquella con otros países latinoamericanos. Así, en 1991 la economía de Argentina era un 50% de la economía china y, para 2011, solo representaba el 6,1% de la economía china. Ello se explica porque si bien las economías latinoamericanas han obtenido beneficios del comercio de bienes con China y han experimentado altas tasas de crecimiento en los últimos años, la economía china ha crecido, en proporción, mucho más rápidamente.

Al repasar históricamente la relación entre Argentina y la República Popular China, es posible destacar, tal como lo expresa Jorge I. Domínguez, que las relaciones sino-argentinas se han caracterizado desde sus inicios, en la década de 1970, por un llamativo pragmatismo político. Así, por ejemplo, las relaciones diplomáticas bilaterales, establecidas en febrero de 1972, florecieron a fines de los años 70, en un contexto nacional en Argentina caracterizado por la presencia en el poder de una dictadura militar con una fuerte ideología anticomunista, no obstante lo cual se firmaron durante esa época los principales acuerdos que aún gobiernan la relación bilateral, e incluso el dictador argentino Jorge Rafael Videla visitó oficialmente China en 1980, tal como lo hicieron también cada uno de los principales presidentes argentinos democráticamente elegidos de allí en más: Raúl Alfonsín en 1988, Carlos Menem en 1990 y 1995, Fernando de la Rúa en 2000, Néstor Kirchner en 2004 y Cristina Fernández de Kirchner en 2010. En ninguno de esos viajes se colocó el tema de los derechos humanos en la agenda, a pesar de la reconocida política de Estado que mantiene la Argentina en torno a ese tema tras la última dictadura militar que gobernó el país de 1976 a 1983. A su vez, desde 1990 en adelante todos los residentes
chinos visitaron al menos una vez la Argentina: Yang Shangkun en 1990, Jiang Zemin en 2001, Hu Jintao en 2004 y Xi Jinping en 2014, lo que denota la relevancia diplomática recíproca que le dan ambas naciones a la relación bilateral.

Así, con cada uno de estos gobiernos y en el transcurso de cada una de las visitas recíprocas de mandatarios nacionales se fueron firmando una gran cantidad de acuerdos económicos, comerciales y de cooperación que, poco a poco, fueron fortaleciendo cada vez más la construcción de una rica y creciente relación bilateral que ha llegado a considerarse actualmente como estratégica por ambos países.

Sin dudas, un importante hito que facilitó esta situación fue la visita del mandatario chino Hu Jintao a la Argentina en noviembre de 2004, ocasión en la cual la Argentina le reconocería a China el estatus de «economía de mercado», y se firmaría el Memorándum de Entendimiento entre la República Argentina y la República Popular China sobre Cooperación en Materia de Comercio e Inversiones30, en donde queda plasmado, en su artículo 3, la voluntad recíproca de cooperar en los siguientes sectores: infraestructura, incluido el transporte de pasajeros, vivienda, energía, agricultura, industrias básicas, telecomunicaciones, minería y otros sectores de interés mutuo (como el procesamiento de alimentos, la energía eólica, los biocombustibles o la industria forestal). En dichas esferas, el Gobierno de China estimulará, de acuerdo con el Memorándum, a las instituciones financieras chinas a otorgar apoyo crediticio y facilidades de financiamiento a las empresas de ese origen con proyectos de factibilidad aprobada para su ejecución en la República Argentina.

El documento, además de promover el crecimiento en el vínculo comercial bilateral, también hace hincapié, en su artículo 4, en el interés mutuo por promoverlas inversiones en ambos países, incluso con la participación de empresas del país receptor en la constitución de emprendimientos conjuntos, teniendo en cuenta la necesidad de incorporar a las pequeñas y medianas empresas y de crear nuevas fuentes de trabajo.

De esta manera, documentos como el Memorándum de Entendimiento entre Argentina y China de noviembre de 2004 o el Libro Blanco de las Políticas de China hacia América Latina de noviembre de 2008 irían sentando las bases del interés chino por ir más allá del fuerte vínculo comercial sino-latinoamericano, para comenzar a promover fuertemente las inversiones en la región, sobre todo en aquellos sectores considerados como estratégicos para China.

Sería a partir de la crisis financiera internacional desatada en 2008 y el comienzo de esta década que esta intención comenzaría a verse reflejada en una presencia china en la región aún mayor que la existente en décadas pasadas, y la Argentina no sería una excepción.

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