En torno a un libro de Jorge Alemán.

En su libro Ultraderechas (2025), el pensador y escritor argentino Jorge Alemán, exiliado en España desde 1976, nos dice: “Trump es el jefe mundial de un grupo de ricos de ultraderechistas y superneoliberales que desplegarán sobre el mundo un sistema de acumulación por desposesión”; ellos representan el “fascismo neoliberal sobre el planeta” para el cual el “escenario apocalíptico de las guerras es al menos una posibilidad cierta” (Alemán, 2025, p. 103). Pero ¿cómo justificar este diagnóstico o, a lo mejor, esta prognosis, en principio pesimista pero posible, en los tiempos actuales? Alemán lo hace en el libro citado de manera un tanto asistemática (en las páginas preliminares del libro dice: “Aunque los textos de este libro parezcan alejados del tema, es el amor quien escribe”) cuya comprensión cabal implicaría acudir a su vasta obra, en la estela de una “izquierda lacaniana” en diálogo con la filosofía, pero, especialmente, atenta a los problemas y las tensiones del presente.

Alemán es uno de esos académicos combativos, militantes, que no rehúye la discusión y que piensa en medio del barullo y la madeja del mundo.  Entre sus libros más recientes encontramos: Capitalismo: Crimen perfecto o emancipación. Barcelona, Ned Ediciones (2019), Pandemónium. Notas sobre el desastre. Barcelona, Ned Ediciones (2020), Lacan and Capitalist DiscourseNeoliberalism and Ideology. Abingdon / New York, Routledge, (2023), Breviario político de psicoanálisis. Barcelona, Ned Ediciones, (2023) y Punto de emancipación. Conversaciones frente a un horizonte posdemocrático. Jorge Alemán y Papo Kling (eds), NED Ediciones (2025).

Ahora ¿Cómo se relacionan, se entrecruzan, el neoliberalismo, el nihilismo y la proliferación actual de las ultraderechas? ¿Cómo es posible ese escenario desalentador y peligroso mencionado al principio? En las primeras páginas del libro Ultraderechas encontramos de manera comprimida la respuesta:

“el nihilismo es el soporte filosófico e histórico que permitió que se constituyera el mundo de las ultraderechas” (Alemán, 2025, p. 15).

Este nihilismo caracteriza el capitalismo tardío, su forma última, esto es, el neoliberalismo. Este régimen económico, surgido en los años setenta, tiene una pretensión de permanencia, se ha naturalizado y normalizado, como si no hubiera un horizonte alternativo posible. Por eso aparece como un “movimiento circular” no susceptible de ser interrumpido por una voluntad histórico-política, por la acción humana misma; es un régimen económico que destruye la experiencia de la verdad y que, como es bien sabido, desvertebra e impide formar “lazos sociales”, vínculos humanos y experiencias colectivas. Es una modalidad del capitalismo donde impera el individualismo de masas “gobernado por un goce mortífero”, esto es, donde el sujeto disfruta de un sistema que lo lleva a su propia explotación, opresión y, finalmente, destrucción, pues el neoliberalismo opera con la “lógica de la devastación”.

Para Jorge Alemán es claro que hay una “lógica estructural entre el discurso capitalista y el nihilismo de la técnica” (p. 10). Podemos preguntarnos, entonces, ¿Cómo es que ocurre esto? Partamos de la idea de que el nihilismo es, como ya anotaba Nietzsche en el siglo XIX, la pérdida del sentido, la falta del por qué, de la finalidad. Nihilismo es que “todo se va reduciendo a nada, que los valores y sus referencias van desapareciendo, que no hay figura y forma del mundo que no esté alcanzada por su poder anonadante […] es el desamparo del ser que ningún sentido trascendental vendrá a colmar”. Se define, y aquí Alemán vuelve a Nietzsche, por el peso del “eterno retorno de lo mismo” en todo lo que sucede, es decir, en esa circularidad de la cual parece imposible escapar, es esa tediosa falta de horizontes, de salidas. Por eso, en consecuencia, Alemán afirma que el nihilismo se puede nombrar neoliberalismo.

Lo que se quiere decir con esto es que el neoliberalismo mismo es nihilista, no ofrece sentido alguno para la existencia del sujeto y la sociedad actual. ¿Por qué ocurre ello? Por la lógica misma del neoliberalismo, sus mecanismos, sus efectos, por la captura que realiza de la subjetividad, con lo cual provoca una “mutación antropológica” (p. 24), en lo que consiste su verdadera potencia, su gran poder. Digamos, de paso, que el objetivo de esa gran mutación es “borrar para siempre la experiencia existencial y comprometida de la política, que es como anular la matriz de todas las experiencias” (p. 30) y, de paso, de sancionar y acomodarse al mundo tal y como está. 

El neoliberalismo es un proyecto totalizador, donde se acuñan subjetividades destinadas a ser el motor funcional de la reproducción ilimitada del capitalismo y de sus exigencias muchas veces imposibles de cumplir. El neoliberalismo posee imperativos, exigencias para el individuo, y en él

“el significante libertad juega un rol determinante en este proyecto de unificación totalizante”. La libertad, dice Alemán, es un “nombre que aparenta abrir un espacio de posibilidades, que, a la vez, está mediatizado, intervenido, formateado, por la lógica del mercado […] En el neoliberalismo la libertad solo es compatible con un aparato psíquico absolutamente estresado, en tensión consigo mismo y nunca a la altura de las obligaciones que el poder hace contraer a las vidas singulares. De tal modo que, en competencia con los otros y consigo mismo, e interpretando su existencia como puro valor de cambio, los sujetos ya no encuentran su lugar en ningún legado histórico” (p. 25). Esto se complementa con el hecho de que el individualismo de masas ha generado “un empuje hacia los automatismos mentales cada vez más alejados del trabajo de la memoria y de la posibilidad de reinscribir la historia en el campo de los simbólico (p. 49).

En las líneas anteriores del libro de Jorge Alemán resuena la idea de Theodor Adorno (2003) de que la “libertad organizada” no es libertad, pues está mediatizada por el capitalismo mismo y las industrias culturales; también las ideas de Byung-Chul Han (2014) y de Mark Fischer (2018) en torno a los graves problemas de depresión y de salud mental en las sociedades contemporáneas, problemas que son un

“efecto estructural de una forma de organización del lazo social que ha convertido al sujeto en un operador de sí mismo, obligado a maximizar su propia existencia como un capital en constante valorización” (Alemán, 2025, p. 50).

Aquí el “imperativo de la felicidad” (2019) del que habló Sara Ahmed, con su violencia psíquica, con la posibilidad del fracaso y la impotencia, generan daños en el sujeto, un sujeto que, como ha advertido Han, se autoexplota y autoculpa por sus fracasos.  Como he dicho en otro lado:

“El resultado son cuerpos con una atención dividida, fragmentada, desconcentrados, ansiosos, cansados, saturados, estimulados, agotados, pero dispuestos a seguir adelante tal como lo hace el hámster en su rueda” (Pachón, 2024, p. 24).

Alemán advierte, además, cómo opera esto en momentos de inteligencia artificial y algoritmos:

“El consumidor paga, pero simultáneamente es un productor de información que se archiva, se interviene con algoritmos, se procesa y se intercambia. Esta información se convierte en plusvalía que alimenta todo el sistema mediático-financiero. La novedad es justamente esta: el sujeto paga por su propia explotación” (p. 19).

Y en estas lógicas, mediadas por las redes, el individuo está más expuesto a la comparación con otros, se impulsa la competencia, se acrecienta la sensación de cansancio y saturación, y aumenta la frustración social y el resentimiento. 

Todo esto ofrece un horizonte desolador. Cuando Alemán sostiene, por ejemplo, que en el neoliberalismo: “los sujetos ya no encuentran su lugar en ningún legado histórico” y de la imposibilidad de “reinscribir la historia en el campo de los simbólico”, está aludiendo al mencionado nihilismo del capitalismo tardío, esto es, a la falta de sentido que opera como un “eterno retorno de lo mismo” donde el individuo queda desamparado, desvalido, a la intemperie, sin apoyo y sin los lazos sociales. El individuo queda totalmente desarraigado y despojado de narrativas de sentido que puedan orientar su vida. Ese neoliberalismo “necesita, además, vaciar de sentido cualquier alternativa, convencernos de que no hay otra posibilidad más que la que impone la técnica”, apuntando a la reproducción infinita de lo que ya existe, en fin, es amigo de la pulsión de muerte. De tal manera que el neoliberalismo es un régimen nihilista que, no solo mina la democracia, la comunidad, la participación, las instituciones, desmonta los marcos de protección del Estado y los servicios sociales, destruye los vínculos sociales, sino que nos desposee de futuro. En él, el individuo queda solo, aislado, saturado, cansado, flotando como una abeja sin panal al interior del caos sistémico de la actual sociedad y al final de una Historia que parece no tener porvenir.

Así llegamos a una época en la que “el mercado ocupa el lugar de lo sagrado”, y en la cual se le atribuye propiedades mágicas al capitalismo; una época en la que la economía es la nueva teología de la sociedad. Este mercado, y sus violencias, es naturalizado como el mejor de los mundos posibles a pesar de los múltiples daños constatables que produce.  Hoy, donde ningún alma candorosa puede hacerse la de la vista gorda frente a la devastación ambiental y social producida por el capitalismo, no podemos dudar de su lógica de muerte, pues subsiste gracias a la explotación de la vida en cada vez más amplias manifestaciones. Al respecto dice Alemán:

“El capitalismo, en su esencia, es una máquina acelerada que ningún desastre- ya sea ecológico, sanitario o militar- pueda frenar. En todos los escenarios, incluso los más horrendos, el mercado puede continuar, y la reducción de la vida a la ecuación costo-beneficio también […] Así como la pandemia no frenó la deriva capitalista, ahora la guerra es el nuevo escenario. Una escena que logra mimetizarse con el propio capitalismo” (Alemán, 2025, p. 74).  

Es al interior de este torbellino nihilista donde brotan las ultraderechas. Es al interior del nihilismo neoliberal donde están sus posibilidades. Digamos que la captura de la subjetividad de los individuos por el neoliberalismo produce efectos propicios para el surgimiento de esas ultraderechas:

“Viviendo en un presente deshilachado, [los sujetos] oscilan entre una culpabilidad autodestructiva -por no haber encontrado el lugar donde sostener sus vidas- y un odio sin sublimación posible” (p. 71)

hacia aquello que les impide el goce. Así se extiende el odio contra un gran Otro, el otro culpable,

“un odio a los débiles, a los vulnerables, a las mujeres, al propio lugar natal, al Estado si este está aún interesado en la cosa pública. Ese odio no sólo reemplaza la lógica de las argumentaciones políticas tradicionales, sino que es un factor de cohesión libidinal en la vida de la masa” (Alemán, 2025, p. 25).

Estas líneas me parecen fundamentales, pues aquí encontramos la lógica del neofascismo y con la cual opera las ultraderechas o neoderechas: suponen que al comienzo hay un orden, una Edad Dorada, adánica, edénica, donde todo estaba bien, donde reinaba la armonía y la paz en el orden social…era una especie de “unidad primordial” que es amenazada por una exterioridad, por un gran “Otro engañador”, bien sea el “progre”, el socialismo, el comunismo, el inmigrante, el extranjero, el populismo, el movimiento LGBTI+, las vacunas, el cambio climático, etc. Así la sociedad cae en una especie de paranoia donde ese Otro es un enemigo que hay que destruir pues amenaza la “unidad primordial”:

“Este es el verdadero éxito de la operación paranoica, legitimar su odio desmedido y obsceno a través de las imputaciones y denuncias permanentes a un supuesto Otro sin ley” (Alemán, 2025, p. 18).

En este modus operandi la ultraderecha defensora del cuerpo social usan el odio, el resentimiento, la rabia, como inmunología afectiva que los protegerá de los virus externos. Es una economía afectiva, para decirlo con la filósofa colombiana Laura Quintana (2022), donde los afectos son inmunitarios y protegen del Otro. Así surge lo “Uno” bueno frente a lo “Otro” malo, la lectura binaria, opuesta y reductiva de lo social, que construye el fascismo. Sin duda,

“la ultraderecha ha utilizado la rabia y el resentimiento como esa fuerza orientada contra todo lo que el neoliberalismo ha precarizado […] el posfascismo contemporáneo funciona dentro de la anarquía del mercado, aprovechando sus ruinas para establecer formas de gobierno basadas en la administración del odio y la exclusión” (p. 10).

De aquí se colige algo clave: no es que la ultraderecha quiera corregir los desajustes del neoliberalismo, es que los usa, los atiza, los emplea, para movilizar afectivamente a los ciudadanos contra las alternativas al Statu quo, contra el progresismo y el pensamiento crítico y emancipador.

Las ultraderechas en su versión neofascista administran el caos, de tal manera que así ofrecen una “salida propia del régimen nihilista, del capitalismo tardío” (p. 9). Ofrecen odio como aglutinador libidinal contra el Otro, el inmigrante. Por eso apelan a lo Uno y acuden a la familia, a la nación, a una edad Dorada perdida; los caracteriza una “lógica identitaria inmunitaria” (Cadahia & Biglieri, 2021, p. 91) adobada con una jerga de la autenticidad frente a los peligros externos. En esta operación la ultraderecha acude al fundamentalismo identitario, cerrado, celebrado como ritual de pertenencia, frente a los inmigrantes, los latinos, los pobres, etc.  Pero debe quedar claro que

“la ultraderecha, lejos de tratar de resolver el malestar, lo gestiona, lo amplifica y lo convierte en una maquinaria de movilización política. Aquí se hace evidente que el neoliberalismo no ofrece una promesa de felicidad, sino una administración de la miseria en la que cada uno debe encontrar su propio culpable” (Alemán, 2025, p. 12).

Lo que se concluye de todo esto es que: “la ultraderecha es un síntoma del fracaso de las democracias neoliberales y de la incapacidad de construir un horizonte alternativo” (p. 12).  Por eso mismo son tan peligrosas, porque el neofascismo que encarnan pretende mantener vivo por medio de la violencia, el autoritarismo y la guerra a un moribundo. Y esto es evidente en la actualidad, en la crisis sistémica del mundo, en la lucha por la nueva hegemonía global, en la actual transición geopolítica en medio de la crisis civilizatoria. El nuevo amo del mundo parece que se va a definir a costa del sufrimiento y de la miseria de grandes mayorías. 

Del libro de Jorge Alemán es necesario recalcar un tema que aborda que tienen plena relación con la manera como funciona la política actual o, mejor, lo que el politólogo colombiano Edwin Cruz llama “pornopolítica” (2025), pues en ella se presenta una “explotación algorítmica de la enemistad” (p. 101), donde el odio y el insulto operan como estrategias para el aumento del tráfico digital y la generación de tendencias y manipulación de la opinión pública. Alemán se detiene en el fenómeno del odio, muestra cómo puede crear identificaciones frente a un otro que hay que destruir, a la vez que señala una de sus características principales: anular la discusión argumentada: “Tal como demostró Freud, el odio insultante es un eficaz cohesionador  de grandes grupos sin pasar por el dificultoso trámite de los argumentos”, de ahí que los

“discursos difamatorios y mentirosos no buscan atacar el discurso que se les opone […]: se proponen más bien atacar la propia existencia del otro, otro que ya no es un adversario, ni siquiera un enemigo, sino un ‘algo’ que no debería existir” (Alemán, 2025, p. 34).

De esta manera se obtura la posibilidad del diálogo, “pues los argumentos conllevan cierta posibilidad dialéctica; el odio solo quiere destruir”. El odio y el insulto reemplaza los argumentos y suelen acompañarse por automatismos mentales, por frases prefabricadas o eslóganes simplistas. El odio opera, entonces, como afecto inmunitario aniquilador de todo aquello considerado amenazante.

En síntesis,

“las nuevas derechas, con argumentos neonazis que acceden al poder en distintos lugares del mundo, constituyen la nueva máquina de guerra construida en una férrea lógica identitaria [El “Uno” y el “Otro”, D.P], la que siempre habla a los verdaderos nacionales invocando la anulación, el desprecio, el rechazo con odio hacia el otro extranjero” (p. 79),

el zurdo, las feministas, el comunista, el indigente, el pobre. Aquí Vox, Trump, Milei, etc., con sus matices, terminan pareciéndose, identificándose. Esa es la lógica de la ultraderecha o el neofascismo que intenta salvar el “orden”, o construir uno más perverso y desigual, en las entrañas del actual colapso civilizatorio en curso

***

El libro de Jorge Alemán ofrece un diagnóstico del mundo actual. Sobre todo, ofrece luces para comprender las ultraderechas y su relación con la crisis del capitalismo tardío en su versión neoliberal. Es un libro que no tiene una argumentación sistemática, analítica, sobre el tema, por eso se presenta como “Notas sobre la nueva deriva neoliberal”, y, sin embargo, el lector puede leer cada una de esas notas (alrededor de 46), más tres intervenciones finales, y detectar la manera como se teje el argumento; con cierto esfuerzo se puede hacer una visión total del cuadro.

Creo que Alemán es un intelectual de primer orden en América Latina y en España, un académico comprometido, que acoge las ideas republicanas, defiende el populismo, lo nacional popular; un intelectual que no claudica ante el horror de la realidad y le apuesta a un mundo diferente; convencido de que el psicoanálisis tiene mucho que decir en el mundo de hoy.

Lastimosamente, no es un autor muy conocido en Colombia, un país donde la tradición lacaniana, psicoanalítica en general, no ha tenido un gran arraigo, a diferencia de lo que ha ocurrido en Argentina desde el siglo pasado; en Colombia el psicoanálisis no ha sido una fuente teórica de la academia comprometida más conocida, con excepción de la figura de Estanislao Zuleta en la década de los años ochenta. En últimas, se trata de un autor que debemos leer, profundizar, para, de paso, ampliar las herramientas teóricas con las que leemos y nos enfrentamos al ominoso presente. 

Referencias

Adorno, Theodor. (2003). Consignas. Buenos Aires: Amorrortu.

Ahmed, Sara. (2019). La promesa de la felicidad. Una crítica cultural al imperativo de la alegría. Buenos Aires: Caja negra.

Alemán, Jorge. (2025). Ultraderechas. Notas sobre la nueva deriva neoliberal. NED ediciones.  

Cadahia, Luciana & Biglieri, Paula. (2021). Siete ensayos sobre el populismo. Barcelona: Herder.

Cruz, Edwin. (2025). Pornopolítica. Bogotá: Desde abajo.

Fisher, Mark. (2018). Los fantasmas de mi vida. Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos. Buenos Aires: Caja Negra.

Han, Byung-Chul. (2014). Psicopolítica, Barcelona: Herder.

Pachón, Damián. (2024). Neoliberalismo, salud mental y estoicismo. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander.

Quintana, Laura. (2022) Rabia. Afectos, violencia, inmunidad. Barcelona: Herder.

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