El MERIDIANO 82

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Narendra Modi, la amenaza al dominio Gandhi en India

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Tras una década en el poder, el gobernante Partido del Congreso, de la dinastía Nehru-Gandhi, llega muy desgastado a los comicios: falta de empleo, inseguridad, altos precios de los alimentos y corrupción, los problemas por lo que los indios les pasan la cuenta de cobro.

Rahul Gandhi, 43 años, heredero de la dinastía política más célebre de la India, se encamina a una abrumadora derrota en las elecciones más grandes de la historia (814 millones de electores comenzaron a votar el 7 de abril hasta el 12 de mayo). Si los resultados se confirman, terminaría el dominio de la familia Gandhi, que ha estado en el poder durante 49 de los 67 años de independencia.

La razón para la derrota, explican los analistas, no es otra que la mala imagen del Partido del Congreso, que ha enfrentado varios escándalos de corrupción, desempleo y la economía, que atraviesa su peor momento desde hace una década. El nieto de Indira Gandhi, asesinada en 1984, e hijo de Rajiv Gandhi, fallecido en 1991 también en un atentado, se presenta solo como jefe de campaña electoral del partido, pese a ser el último de la línea sucesoria de la dinastía que fundó su bisabuelo, Jawaharlal Gandhi.

La presidenta del partido y su madre, Sonia Gandhi, fue quien decidió que no fuera formalmente el candidato, con la excusa de que en el Congreso se ha hecho tradicionalmente de esa manera y debe ser el Parlamento el que después elija al primer ministro del país.

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El favorito

La derrota tiene nombre: Narendra Modi, quien según los sondeos sería el próximo primer ministro indio, un líder hinduista con fama de honesto que le dio un vuelco a la forma de hacer política: les cobra a quienes quieren escucharlo hablar. Aun así, sus seguidores llenan estadios, pues NaMo (como lo llaman) les habla de cómo hacerse a pulso, desde abajo, con esfuerzo y trabajo; la antítesis de Rahul Gandhi. Modi ha dado muestras de ser un gran administrador. Desde 2001 es jefe de Gobierno del Estado de Gujarat, muy reconocido por su gestión económica y porque cumple lo que promete: los pequeños empresarios le reconocen por su eficacia y la lucha contra la burocracia.

Hijo de un vendedor de té, nació en una familia de casta baja en Vadnagar. Se casó a los 18 años con una joven, elegida por sus padres como manda la costumbre india. La dejó a los tres años de matrimonio. La mujer, hoy una maestra de escuela, reclama ser la esposa. Modi habla un hindi bastante vulgar y evita el inglés, asociado con las élites de Nueva Delhi. Su vida privada es un misterio. Vive solo en su residencia de Gujarat donde está orgulloso de mostrar su colección de pájaros. En su juventud, habría pasado varios años en el Himalaya en una especie de viaje iniciático antes de lanzarse en cuerpo y alma en el RSS y a la política.

El abandono a su cónyuge coincidió con el fin de los estudios de Modi y su ingreso en 1971 en el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), grupo de extrema derecha hindú que simpatizó con la Alemania nazi y del que formó parte Nathuram Godse, el asesino del Mahatma Gandhi. Tras más de una década de afiliación a ese grupo, que se ocupa de la manutención de sus afiliados, Modi se hizo militante en 1985 del Bharatiya Janata Party (BJP), partido hinduista con un perfil más moderado pero que se inspira en el ideario y la doctrina del RSS.  La carrera política de Modi ha sido desde entonces de récord.

Después de ganarse la confianza de los dirigentes y escalar sin pausa en el organigrama del partido, Modi fue en 2001 candidato al gobierno local de Gujarat, donde aún conserva el cargo de primer ministro regional tras triunfar en cuatro comicios consecutivos. Sin embargo, hay un episodio oscuro que lastra su transparente hoja de vida. A los pocos meses de asumir su primer mandato, 59 peregrinos hindúes murieron al incendiarse un tren, que según radicales fue incendiado por activistas islámicos. Al poco tiempo, llegó la venganza: una matanza indiscriminada que costó la vida en el estado a más de un millar de musulmanes. Modi nunca fue llevado a los estrados judiciales, pero dicen que le pidió a la policía dejar actuar a los asesinos. Ningún tribunal lo ha condenado, pero EE.UU. le tiene prohibido el ingreso a ese país. Le exigieron presentar excusas por el episodio violento, pero se negó a hacerlo y además integró en su gobierno a una mujer condenada después por los disturbios. “Aquellos que le piden que se disculpe, lo que quieren en realidad es una confesión”, sostuvo recientemente uno de los líderes del BJP Arun Jaitley.

La idea principal que ha tratado de transmitir en los mítines es que el progreso de Gujarat es extrapolable al resto del país. Esa circunstancia explica que, pese a definirse como “nacionalista hindú”, Modi haya hecho hincapié durante la campaña en los aspectos económicos de su programa, y haya obviado en la medida de lo posible el tinte religioso que impregna el hinduismo político.

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