Mercadeando

Publicado el Dagoberto Páramo Morales

Economía de carretera en deterioro

Es innegable el paulatino deterioro de la economía que han padecido miles de pueblos y caseríos ubicados a lo largo de las antiguas carreteras que conectaban al país entre una zona y otra. Es desolador ver este nuevo panorama que como resultado del pujante impulso modernizador de la infraestructura nacional, ha impactado de forma tan sensible a aquellos pobladores que por antonomasia han dependido de una suerte de “economía de carretera”, para hacer frente a sus responsabilidades personales y familiares. Es triste, por decir lo menos, contemplar cómo miles de colombianos que devengaban su diario sustento de sus negocios instalados ya sea al borde de una carretera o en la calle central de los pequeños pueblos por donde solían transitar los vehículos, han perdido no solo sus ingresos, sino que se han quedado sin nada que hacer.

Este lento menoscabo de la vida de los pobladores es incuestionable frente a la contundencia de los hechos, aunque muchos pretendan taparse los ojos para no ver esta dura realidad. Para constatarlo basta hacer un recorrido por cualquier población del país que en otrora floreció por la dinámica que generaban los negocios no solo a través de la generación de empleo, sino por el pago de los impuestos que entraban a las arcas municipales con los cuales podían emprenderse actividades para el bienestar general de sus pobladores. Todas aquellas poblaciones que ante la construcción de ágiles y modernas vías variantes que disminuyen el tiempo de recorrido entre una ciudad y otra y que hacían parte del “antiguo” tejido económico, han venido acabando sus actividades económicas con el consecuente impacto negativo en el conjunto de los ingresos de la población. Muchos de estos negocios han cerrado sus operaciones frente a la escasez de personas que por pasar por una carretera hacían un alto para adquirir algunos de los bienes que les eran ofrecidos, o solicitaban la prestación de algún tipo de servicio -de emergencia, casi siempre- que como viajeros demandaban.

Es increíble que este paulatino desmoronamiento de estas economías se esté presentando sin que nadie haga algo por detener ese franco deterioro de la vida de estas poblaciones. La caída de su bienestar ha sido y seguirá siendo estrepitosa si no se aborda el tema con la responsabilidad y la seriedad que la ciudadanía amerita. Es bastante reprochable que nada se les ocurra a las autoridades responsables de esta nefasta situación que agrega pobreza y miseria a muchos pobladores hechos y crecidos en ese mundo del negocio propio o familiar con el que varias de sus generaciones han logrado salir adelante. Algunas ideas podrían servir de referente para emprender alguna solución que, sin que se convierta en un obstáculo al desarrollo y modernización de la infraestructura vial, contribuyan a que este funesto hecho continúe ocurriendo.

En primer lugar, valdría la pena hacer un esfuerzo para lograr que los negocios se reconviertan y su esencia se transforme en algo que la demanda reclame. Ello implica, por supuesto, una atención individualizada de cada caso a fin de aprovechar las competencias desarrolladas y reorientar estratégicamente los negocios. Existen algunos ejemplos que demuestran que se puede lograr este ajuste. Ello ha exigido un drástico cambio de mentalidad para que los propietarios dejen de ser reactivos a la llegada de los viajeros y sean proactivos buscando nuevos segmentos de mercado mucho más especializados.

De igual manera, se puede pensar en una planeada reubicación de estos negocios que les permita acomodarse en otros espacios físicos en los que encuentren mercados que demanden sus productos de forma más constante. Para ello, es necesario el concurso decidido y categórico de las autoridades correspondientes tanto del orden nacional como departamental y municipal.

En ambos casos se requeriría hacer un minucioso ejercicio de marketing adaptado a la realidad que viven estos pequeños negocios que, creados y sostenidos, en la órbita de sus propietarios, dinamicen las redes -no solo las digitales- en las que ellos han vivido y apelen a la proximidad tanto interna -con sus empleados- como externa -con colegas, competidores, clientes- con la que han aprendido a administrar y gestionar sus microempresas a lo largo de toda su existencia. Esto implica alejarse de forma categórica de la concepción e implementación de prácticas empresariales aplicadas en medianas y grandes empresas. Deberá dejarse la tentación de ver a sus negocios como organizaciones con grandes recursos de todo tipo y enfrascadas en la aplicación de modelos administrativos creados en otras latitudes y en contextos completamente diferentes. Solo así podrán enfrentar con mayores posibilidades de acierto esta debacle nacional que muchos se niegan a considerar dentro de las prioridades del desarrollo colombiano.

Como estas propuestas hay muchas alternativas, pero la peor es quedarnos inermes viendo venir la avalancha que arrastra la vida de miles de familias y solo rezar para que no pase nada. Quedarnos cruzados de brazos, es la opción más trágica.

 

 

 

Ya está disponible el nuevo video en mi canal de YouTube “Marketing y Sociedad”: “Consumidores de tiendas de barrio”. En este programa presentamos una tipología de consumidores de tiendas de barrio en Colombia, agrupada en tres grandes categorías: 1) Experienciales, 2) Tiendo-dependientes, 3) Pragmáticos. Esta clasificación ha sido descubierta mediante la rigurosa aplicación de metodologías cualitativas en su versión de la Teoría Fundada, utilizada para la creación de teorías o el refinamiento de las existentes.

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