Mercadeando

Publicado el Dagoberto Páramo Morales

Claudia López: un producto político que sigue destiñéndose

Decepcionante -por decir lo menos- ha sido el actuar de la alcaldesa de Bogotá desde que asumiera el cargo con bombos y platillos, después de haber desarrollado una intensa campaña electoral pletórica de promesas que llenaron de esperanza el alma y el corazón de sus electores bogotanos, untándose de pueblo, en las calles, en los barrios, en los buses, con humildad, con nobleza. Frustrante es constatar que cada día su nombre se va inscribiendo -a puro pulso- en la larga lista de políticos que llegando al cargo por el cual trabajaron cambian no solo su discurso sino y lo más doloroso, hacen todo lo contrario de lo que consagraron -hasta con registros en notarías públicas- a lo largo de su campaña electoral, volviéndose arrogantes, soberbios, confrontacionistas, discriminadores, sabelotodos, infalibles.

Tristes deben estar sus seguidores cuando han venido descubriendo que su candidata que llegó con promesas de cambiar las condiciones de vida de millones de personas así como con la bandera de luchar por el bienestar colectivo, ha tomado decisiones al vaivén de su carácter y su verdadera ideología que en nada contribuyen a la satisfacción colectiva; por el contrario, siempre en defensa del statu quo que prometió modificar. Dirán muchos de sus fanáticos -asumiendo una clara actitud negacionista-, que sus incumplimientos han sido obligados por las difíciles condiciones que la han inducido a irse contra los intereses de la mayoría, o, en una acérrima defensa de su figura, que ella solo ha sido una política pragmática que ha hecho lo que ha debido hacer, por más impopular que haya sido cada decisión tomada. Tamaña forma de consolarse a sí mismos ante la vertiginosa caída de su imagen que recogen no solo las encuestas sino el clamor popular también expresado en las redes sociales y en las calles bogotanas. Por alguna razón han bajado tan drásticamente los grados de aceptación de su gestión en los múltiples ejercicios de medición que se han hecho para conocer la imagen de muchos personajes públicos.

Seguramente ella y sus adláteres tendrán muchas justificaciones para todo lo actuado tal vez guardando la esperanza de que al final todo mejore y con ello evitar que su desengaño crezca hasta la total desilusión. Ojalá así fuese. Sin embargo, los hechos son tozudos y evidencian que la tendencia creciente es a seguirle fallando cada día más a sus electores. Lo actuado supera los discursos que se empecina en dar a conocer por todos los medios posibles, recurriendo a los más curiosos eufemismos que en nada convencen. Es absolutamente increíble la forma cómo, ella que llegó a la alcaldía generando tantas ilusiones, ha venido erosionando su capital político, vertiginosa y sostenidamente.

A sus fieles y esperanzados seguidores les bastaría -sin pasiones radicales- analizar todo lo que ha sucedido en su gobierno para descubrir cómo los grandes proyectos que prometió impulsar han sido echados por la borda sin escrúpulos y con argumentaciones que rayan en una notable incoherencia intelectual y humana. Y lo que es peor, sus actuaciones en aquellas políticas que prometió no promover han producido mayor desconcierto, sobre todo porque ahora es su más grande defensora por encima de cualquier consideración social y política. Al comienzo, se pensaba que esas erráticas decisiones eran parte de su natural proceso de aprendizaje para administrar una ciudad tan compleja como la capital del país. Sin embargo, el transcurrir del tiempo ha servido para ratificar su carácter de política tradicional que enmascarada bajo un discurso de solidaridad social y política, se ha venido desnudando cada día más, con una soberbia y una arrogancia pocas veces vista en una figura que aspira a seguir influyendo en el discurrir de la vida nacional.

Ante este grosero descalabro político vivido, las grandes masas poblacionales se han sentido no solo doloridas por lo que viene ocurriendo, sino que cada día crece más su desesperanza y frustración. El engaño al que se siente ha sido sometida la población ha mellado su conciencia social y política y el daño causado en la confianza de una vida mejor, produce angustia y desconsuelo.

Ojalá todo esto sirva para que la alcaldesa aprenda que desde la perspectiva del marketing, ella fue un buen producto electoral por cuanto supo captar el inconformismo por la administración anterior prometiendo derrumbar las frustraciones generadas, pero como producto político que perdura en la conciencia ciudadana va camino al fracaso si no hace un alto y recurriendo a su formación analiza -sin radicalismos y con argumentos- que el sendero escogido de incumplir lo prometido es el más seguro camino hacia el abismo de ella y de todos los que la han apoyado y lo siguen haciendo. Ojalá sea capaz de detenerse y reflexionar con la serenidad que las circunstancias ameritan y reorientar sus decisiones evitando seguir decidiendo al vaivén de sus propias angustias y sus propios deseos politiqueros. Ojalá entendiera que buscar culpables en el que tiene al frente, es el seguro más expedito para seguirse equivocando, sobre todo porque jamás “el muerto se encuentra buscándolo río arriba”. Mirarse a sí misma es el mejor camino para hacer una cuidadosa introspección de lo hecho y lo dejado de hacer. Ojalá.

 

Ya está disponible el nuevo video en mi canal de YouTube “Marketing y Sociedad”: “Tipos de tiendas de barrio”. Como resultado de un riguroso proceso de investigación científica describimos 13 tipos de tiendas de barrio detectadas en la realidad colombiana. Esta tipología se descubrió a partir de la percepción de sus consumidores respecto al servicio recibido por ellas y en función de ciertas consideraciones culturales.

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