Cada año, el 19 de marzo, la Iglesia Católica celebra solemnemente a San José, esposo fiel de la Virgen María y padre adoptivo de nuestro Señor Jesucristo. Su nombre significa “Dios añadirá”, y es precisamente su vida discreta, obediente y humilde la que añade una profunda lección de liderazgo auténtico y transformador en nuestros tiempos.

San José, descendiente del Rey David, no presumió jamás de su noble linaje ni de sus experiencias sobrenaturales cuando Dios le habló a través del ángel en sueños. Por el contrario, su vida transcurrió en el silencio, dedicada al trabajo sencillo de carpintero y al cuidado amoroso de la Sagrada Familia.

Las lecturas bíblicas que la Iglesia nos presenta hoy (2 Samuel 7,4-5.12-14.16; Romanos 4,13.16-18.22; Mateo 1,16.18-21.24) resaltan este carácter humilde y obediente de José. La primera lectura habla de la promesa eterna hecha al linaje de David, mientras que San Pablo en la segunda lectura destaca la fe inquebrantable de Abraham como modelo de confianza plena en Dios. Finalmente, el evangelio muestra a José respondiendo con valentía y sin dudar al llamado divino. La obediencia silenciosa y activa de José es precisamente lo que lo convierte en un líder admirable y actual.

El liderazgo empresarial según San José

Hoy en día, en un entorno empresarial competitivo donde los líderes a menudo buscan reconocimiento público, San José representa un modelo radicalmente distinto, basado en la humildad, en la escucha activa y en la promoción del potencial humano. Un ejecutivo inspirado en San José buscaría maximizar las capacidades de sus colaboradores, capacitándolos y liberándolos de cualquier tipo de dependencia. Promovería una justa distribución de rentabilidades, asegurando que no solo los accionistas obtengan dividendos, sino que también los colaboradores, proveedores y demás grupos de interés (stakeholders) se beneficien proporcionalmente según su esfuerzo.

Inspirados en la Teoría de Juegos de John Nash, el objetivo sería crear una dinámica empresarial en la que todos ganen de manera justa y sostenible, eliminando el enfoque de suma cero, donde algunos ganan a costa de que otros pierdan. Este modelo josefino impulsa un ecosistema económico colaborativo donde la sostenibilidad proviene precisamente del equilibrio justo de los intereses de todos los participantes.

Liderazgo de un país y su economía según San José

Si trasladamos este modelo al liderazgo de un país y su economía, San José sería un referente excepcional. Un país guiado bajo su modelo sería aquel que prioriza el desarrollo integral de sus ciudadanos, empoderándolos para que alcancen su máximo potencial y autonomía, liberándolos así de cualquier dependencia tóxica, especialmente de los subsidios indiscriminados.

Como lo expresé en mi columna publicada en El Espectador titulada “Estado suicida, perdón, subsidia”, un gobierno que basa su gestión en subsidios permanentes es un gobierno que renuncia al crecimiento económico sostenible, pues fomenta ciudadanos dependientes, incapaces de desarrollar todo su potencial y limita gravemente la libertad real de las personas. Un verdadero liderazgo económico según San José rechazaría radicalmente esta práctica, apostando por estrategias de capacitación, emprendimiento y educación financiera que liberen y empoderen a la sociedad hacia una auténtica independencia económica.

San José lideraría promoviendo políticas públicas que capaciten a los ciudadanos, incentivando su autosuficiencia, su creatividad y su libertad personal. En lugar de generar dependencia, buscaría la creación de condiciones para que cada persona alcance su realización plena, lo que contribuiría enormemente a la prosperidad general del país.

San José y la teoría económica de John Nash

Esta visión conecta perfectamente con la Teoría de Juegos propuesta por John Nash, donde el equilibrio se alcanza cuando cada participante gana justamente según su esfuerzo, capacidad y contribución al sistema. No se trata de repartir arbitrariamente beneficios, sino de asegurar que cada actor en la economía gane de manera justa según su propio mérito y esfuerzo. Bajo esta visión económica y social, nadie tendría que perder para que otro gane; se construiría un equilibrio justo y sostenible, generando una sociedad con una prosperidad real y duradera.

Conclusión: un legado actual y urgente

San José no solo es un santo admirable del pasado, sino un modelo vivo de liderazgo ético y sostenible en tiempos de crisis económica y social. Su ejemplo nos llama a construir sociedades justas y económicamente sostenibles, empresas rentables que beneficien equitativamente a todos sus actores y países que empoderen verdaderamente a sus ciudadanos para que busquen la libertad económica y personal, alejados de cualquier dependencia destructiva.

En este día, acudamos a San José como modelo e intercesor, para que su ejemplo silencioso y humilde nos inspire a liderar desde la responsabilidad, la justicia y la auténtica libertad. Que siguiendo su legado, logremos construir un mundo donde todos puedan alcanzar su pleno potencial, viviendo con dignidad y libertad.

¡San José, esposo fiel, líder humilde y modelo de libertad auténtica, ruega por nosotros!

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