El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Yo Soy Uribista, Pero Light

Por: Fernando Cárdenas

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En esta entrada vengo a confesarme, sé que todos me van a odiar, sé que muchos me van a dejar de hablar, sé también que más de uno va a dejar de leer cuando pronuncie las siguientes cinco palabras pero ya necesito salir de este closet que me tiene encarcelado: yo soy un uribista light. Sí, ya sé que eso no se puede, que el uribista debe ser fanático y agarrarse con todos sus conocidos a diario por cuanta red social se le cruce, pero a mí no me nace. Yo hice el análisis de lo que quiero para el país, de donde viene y para donde va, y francamente me parece que el hombre y su partido son lo más sensato en la actualidad. Además ya entendí, entre otras, que yo no le voy a cambiar la opinión a nadie, ni nadie me la va a cambiar a mí.

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Antes de que empiece a redactar su comentario acusándome de ser un narco-paramilitar termine de leer la entrada, si para el final no logré convencerlo de que no soy fanático, y mi coeficiente intelectual no es de menos ochenta y dos, entonces lo invito a descualquierizarse y adjuntar cuanto adjetivo descriptivo y denigrante se le venga a la cabeza.

Lo primero que usted debe saber sobre la peculiar raza del uribista light es que, contrario a lo que podrían pensar muchos, existe. Lo segundo que usted debería saber es que nuestro depredador fundamental no es el santista, el de izquierda, la constitución, ni las cortes; el personaje que más nos saca la piedra es el uribista heavy. Entiendo que esto pueda ser sumamente confuso, pero de nuevo déjeme desmenuzar. Lo que más me saca la piedra a mí, y a muchos de mis amigos y conocidos, es que cada vez que algo referente al senador y expresidente ocurre, hay una maratón de retórica en Facebook en la cual nos toca aguantarnos estar representados por uribistas heavy, esos fanáticos que usted muy bien ya conoce, que no debaten con argumentos sino con títulos del estilo de  “Farcsantos”, “Castrochavismo Ateo”, y el siempre popular “lo que usted quiere es entregarle el país a las Farc” (Así como la representante Cabal, por quién aclaro, no voté).

Fanáticos hay en todas partes, desde el revolucionario recalcitrante, pasando por los que acusan a los demás de sexistas empedernidos por no usar “ellos y ellas”, dando una vuelta por el señor procurador, y aterrizando en el que quiere construir una paz duradera pero sin escuchar la voz de la otra mitad del país. El problema es sencillo: nuestra representación es más cansona (sí, Valencia y Cabal, la cosa es con ustedes). Imagínese por un segundo que los fanáticos de cada bando son cantantes malos, a la U le toca Juanes, el Polo tiene a Andrea Echeverry y a nosotros nos tocó Marbelle. Juanes tiene una capacidad de marketing de otro mundo, Andrea divierte y cae bien, ¿y nosotros? Nuestros fanáticos se creyeron los meros-meros dueños de nuestra visión política, que tienen derecho a nuestros derechos y no entienden que revientan nuestra credibilidad cual pompa de jabón; estos desgraciados nos convirtieron en la tecno-carrilera del panorama político nacional.

Se preguntará usted entonces: Y si hay uribistas sensatos ¿por qué nunca aparecen? No sé si hablo por más de mis colegas, pero en mi caso es puro sentido común. Uno ya estuvo en esas peleas, uno ya le hizo campaña a Santos en el 2010 y ya cometió el estúpido error de pensar que en este país tan polarizado alguien va a cambiar de opinión.

Yo creo que la seguridad democrática, con todo y sus fallas más que visibles, fue un cambio necesario y con un par de reformas habría sido propicio darle continuación, yo creo en la inversión que se hizo en el SENA, yo creo que muchos de los condenados afines al pasado gobierno no tuvieron juicios justos, yo creo que se han perdido muchos de los avances conseguidos porque el presidente Santos no ha sabido alinear incentivos en la mesa de dialogo, y creo que regalar casas firmadas por el vicepresidente Lleras es una forma muy elegante de comprar votos indiscriminadamente. Pero también creo que la ley 100 de 1993 cuyo ponente fue el mismo Uribe es todo un fiasco, creo que los falsos positivos fueron gravísimos y los militares que los cometieron deben ser enjuiciados y condenados, que los subsidios no son la solución al problema del campo, que el aborto debe ser permitido en los tres casos establecidos por la ley (y posiblemente más) y que durante ocho años se dejó de lado la inversión pública en muchos frentes por enfocarse en un solo aspecto de la vida nacional.

Si algún uribista heavy (o fanático de cualquier otro bando) se va a llevar algo de esta columna espero que sea esto: Ser afín políticamente a alguien no significa estar de acuerdo con todo lo que ese alguien haga, ni defender lo indefendible, significa tener el criterio suficiente para hacer una evaluación de ventajas y desventajas, pérdidas y beneficios si se quiere, definir prioridades y entender que la opinión que uno mismo se forma termina  por parecerse a la de algún representante, sin ser una copia. Lo mismo va para el otro lado, está bien que usted no sea afín conmigo, respeto infinitamente su posición y la entiendo, pero eso tampoco significa que todo lo que diga el ex presidente es una burrada, que todos los que piensan de forma similar quieren entregarle el país a los paras (así como no es cierto que usted se lo quiera entregar a las Farc) ni que usted tenga más, o menos, razón que yo. Solo tiene una opinión diferente y, esperaría, un conjunto de ideas informadas que la respaldan.

Quiero terminar entonces con un consejo para uribistas y otro para no uribistas. Para mis ‘colegas’, por favor no caigan en la trampa de defender consignas y no ideas. Les pido de todo corazón que no hagan quedar mal a quienes piensan de forma similar a ustedes por medio de planteamientos sin fundamento, fanatismos sin sentido o peleas tontas que no aportan nada.

Por otro lado, a quienes no son afines a mis ideas les dejo la siguiente reflexión: En este país todos queremos construir un futuro en paz, aquí no hay una dicotomía entre ‘la paz o la guerra’; lo que pasa es que muchos tenemos prevenciones y dudas sobre las condiciones del actual proceso, aunque de corazón espero que estemos equivocados. Si usted es de los que acusa de guerrerista a cualquiera que le mencione a Uribe, si usted cree que la mejor forma de defender el proceso de paz es llamando narco-paraco a cualquiera que diga ser de derecha, si usted cree que cualquiera que apoye ese mismo proceso de paz es un infiltrado de las Farc, si usted trata de imbécil a cualquiera que piense distinto a usted, o si usted cree que la mejor forma de construir paz es menospreciando la opinión de la otra mitad del país, pues déjeme decirle que usted no es parte del bando con la solución, usted es el problema.

 

 

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