El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

¿Y si el Estado deja de meterse en la libertad de los ciudadanos?

Por: Samuel González

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¿Hasta dónde debe llegar la libertad de los individuos que viven en sociedad? ¿Debe prevalecer el interés general, el de algunos grupos de poder o el individual? ¿Debe el Estado ser “paternalista” y “protegernos” de nuestra irracionalidad? Algunos de los temas más debatidos en la actualidad tienen su origen en estas preguntas. Por ejemplo: Uber, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la champeta en Cartagena son solo algunos de ellos. Vamos a hablar de cada uno.

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Uber

El problema con Uber es que miles de usuarios en uso de su libertad para escoger su medio de transporte decidieron utilizar este servicio por sus amplias ventajas en términos de seguridad, comodidad, calidad y disponibilidad. Esta decisión afecta a un poderoso gremio con amigos en el Ministerio de Transporte y la Policia de Transito, la cual usa estas corruptas influencias para perpetuar sus abusos y someter a los usuarios a sus antojos. ¿Por qué están logrando su cometido? Porque los usuarios no tenemos voz para las autoridades. ¿Cuál es el argumento? Uber no es un medio “legal” al no estar regulado por la señora Natalia Abello, ministra de Transporte,  por lo que eElla nos está protegiendo de unos conductores decentes y que no nos roban. Toda una santa, ¿no? Entre ella y Uldarico Peña, Gerente de Taxis Libres,  deberían estar los próximos candidatos a canonización por parte del Vaticano.


¿No debería la señora ministra y las demás autoridades de transporte concentrar sus esfuerzos en cosas más importantes? Colombia es un país rezagado en infraestructura de transporte y en seguridad vial. ¿Por qué no se ocupan de eso?

Matrimonio Igualitario

Sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo surge una cuestión similar. La idea de dos hombres en pleno uso de sus facultades y derechos decidan compartir su vida amorosa no entra en la cabeza de una parte de las sociedades. Desafortunadamente, algunos funcionarios del Estado, léase Alejandro Ordoñez y Cía., piensan que sus posiciones morales y religiosas deben regir una nación que en su Constitución Política se define como laica.
Una de las alternativas que plantean los políticos conservadores colombianos es someter esta cuestión a un referendo popular, muy inteligentes pues el colombiano promedio es fiel a sus convicciones católicas ¿Acaso la concepción moral y de familia de las mayorías debe someter la libertad de las minorías? Sea cual fuere el resultado, ¿Sería justa? Qué tal que hiciéramos un referendo para decidir si metemos a la cárcel a los indígenas por el simple hecho de serlo. ¿Deben las preferencias populares prevalecer sobre las más básicas libertades individuales?
De nuevo la sugerencia es: ¿No hay suficiente corrupción en Colombia como para que la Procuraduría General de la Nación se dedique a perseguir “pecadores” e “impuros”?

La Champeta y los menores de edad

Ese ritmo de orígenes africanos y caribeños ha sido objeto de debate en la política cartagenera, pues algunos concejales han lanzado una iniciativa que busca prohibir a los menores de edad participar en bailes eróticos y así disminuir los embarazos adolescentes y la “degradación de la juventud”. ¿Tienen los menores de edad la libertad de escoger si bailan o no? Este es un caso más complicado. Al ser menores de 18 años, los adolescentes están sujetos a la tutela de sus padres o familiares, los cuales deberían ser los encargados de regular las actividades recreativas de sus jóvenes. ¿Debe existir tal prohibición por ley? No sé qué tanto sentido tiene una norma con tal difícil aplicación. Además de perseguir criminales y evitar las riñas, ahora la Policía deberá entrar a cada casa a ver que los niños no estén bailando champeta.
¿No debería ser un asunto de regulación y autonomía familiar? En vez de preocuparse por los bailes de los adolescentes, los políticos cartageneros deberían preocuparse más por fortalecer la educación sexual y promover el acceso a métodos anticonceptivos. Seguro que la champeta o el reguetón no son la primera causa de embarazo adolescente. Conozco muchas mujeres expertas en bailar mapalé y nunca han estado embarazadas. Si de prevenir el «deterioro» de la juventud se trata, yo como político cartagenero me preocuparía más por enseñarles con mi ejemplo a no robar y cuidar los bienes públicos.
Para finalizar, el Estado debería revaluar su papel como regulador de la vida social y económica, buscando focalizar su accionar en problemas reales y no en defender los principios morales y religiosos de una parte de la sociedad. Esa es una de las causas del ausentismo de las instituciones. Por eso es que en las regiones apartadas de esta nación el poder está en manos de políticos corruptos y bandas criminales
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