El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Viaje a Cuba

Por: Alvaro Villasante 

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En pleno siglo XXI todavía existen países donde el internet es un sueño al alcance de unos pocos privilegiados, donde elegir a los representantes públicos por la vía del sufragio universal no es una opción y  donde en definitiva la palabra libertad no aplica. Viajar a Cuba es viajar al pasado.

av001Foto: Autor

Viajar a Cuba es viajar al pasado de la historia española y rememorar aquellos días de gloria de la época colonial. Es por encima todo, viajar a un lugar mágico en todos los sentidos. Arrastrado por esta curiosidad histórica, y por la voluntad de conocer de primera mano la realidad de tal mágica isla, para poder juzgar de forma independiente, decidí tomar un vuelo rumbo a La Habana.

Desde el momento en que uno pisa territorio cubano siente que las reglas del mundo moderno no aplican en la isla. Desde los apagones de electricidad continuos en el aeropuerto, la carencia de Internet accesible y de calidad o los taxis que datan de 1950, a los mensajes «revolucionarios» como el «Socialismo o Muerte» que rodean las avenidas próximas al mismo.

Sin embargo, si por algo se caracteriza Cuba, es por el antagonismo entre su pueblo y su sistema político. Frente a un sistema dictatorial, anticuado, con mensajes de conflicto y «gris» en toda su extensión, el pueblo cubano es un pueblo generoso, abierto, pacífico, honrado y sobre todo muy alegre, a pesar de soportar de forma estoica el peso de la losa opresora del Castrismo.

Son estos cubanos, los que ven como el sistema que les plantearon como la solución a todos los problemas, es en verdad un auténtico fracaso, que les lleva a huir del país por todas las vías posibles, entre ellas las famosas balsas que a duras penas llegan a las costas de Florida en Estados Unidos.

Un sistema que se basa en el miedo, ese miedo que hace que unos vecinos denuncien a otros ante el régimen. Se trata del mismo sistema que hace que la miseria sea visible en cada esquina, esa estructura oxidada que no permite a los cubanos salir libremente del país, el sistema que ha convertido por la desesperación a Cuba en un destino estratégico para los amantes de «la profesión más antigua del mundo», un sistema que en definitiva ha secuestrado la esperanza de millones de personas durante más de 50 años, muchas de las cuales ya no viven para poder contarlo.

En Cuba, el estado está presente en cada rincón. De hecho, el estado fabrica cerveza, arrienda carros, controla el turismo y el cambio de divisas. Pero este estado omnipresente también controla la alimentación de su pueblo, mediante las desgraciadamente famosas cartillas de racionaniento que en Cuba son una realidad cotidiana.

Visto el ingente ingreso de divisas que reciben las arcas públicas, uno esperaría que el Estado cubriera con creces las necesidades básicas de los cubanos. Pues bien, nada más lejos de la realidad, la basura permanece semanas sin ser recogida, las infraestructuras son totalmente obsoletas, el sistema de salud, que es destacado como ejemplo por muchos líderes de opinión, es totalmente ineficiente.

Con todo esto por delante, uno esperaría encontrar una población hundida mentalmente, y aunque es cierto que los cubanos de más edad arrojan en su mirada la tristeza de haber agotado una vida sin ver evolucionar ni lo más mínimo a su país, los jóvenes cubanos están llenos de energía y ganas de un futuro mejor. Ahora bien, en lo que coinciden jóvenes y mayores, taxistas y camareros, hombres y mujeres, es en que este sistema tiene que cambiar, en que Cuba no puede seguir bajo un sistema fracasado en todos sus extremos y totalmente opuesto a la realidad del mundo actual donde la democracia, la libertad de opinión y la libertad de movimiento son valores incuestionables.

Cuba, pero sobre todo los cubanos se merecen respirar el aire fresco de la democracia, del desarrollo económico, de la prosperidad colectiva y cotidiana, y dejar de lado de una vez por todas el fracasado Comunismo/Castrismo que tanto daño les ha hecho y tantas esperanzas les ha robado.

 

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