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URIBE: UNA FORMA DE VIDA RELIGIOSA

Por: Diego García (@dj.garcia429)

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Hoy el país gira alrededor de este personaje que, para bien o para mal, está inmerso en el subconsciente de todos los colombianos.

Uribe y Religión

En 1912, el famoso sociólogo francés Émile Durkheim publicó “Las Formas Elementales de la Vida Religiosa”, un libro considerado por muchos como una obra maestra entre las publicaciones de las ciencias sociales. En él, el autor analizó la forma en que el totemismo practicado por las tribus australianas creaba la vida religiosa y más importante aún, cómo esto creaba tipos de comportamiento en estas comunidades. Después de más de 100 años, este análisis sigue teniendo vigencia, en especial para Colombia y para una figura política muy particular. Este señor es el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Con ideas bastante conservadoras sobre temas como la guerra o el Estado, este personaje ha sabido entrar en la historia de nuestro país y en la mente de todos los colombianos.

Con un temperamento impetuoso, el señor Uribe siempre ha estado en la mira de la opinión pública. Su administración es recordada por una lucha incesante con los grupos al margen de la ley –en especial, las FARC– y por el aumento significativo de la seguridad en Colombia. Sin embargo, es también recordada por sus atropellos a todo el sistema jurídico y por acciones como las chuzadas por parte del DAS y los falsos positivos. Su carácter, su opinión sobre muchos temas y su incesante búsqueda de política han llevado al doctor Uribe a una posición privilegiada en Colombia. Para bien o para mal, él está tan inmerso en el subconsciente de todos los colombianos y el país gira alrededor de su persona. Es tan así que las últimas elecciones presidenciales no las ganó el presidente Santos, sino que las perdió Uribe. Es tan así que se puede hablar de un nuevo tipo de religión, el uribismo, que tiene como iglesia evangelizadora al partido Centro Democrático; como santos a Oscar Iván Zuluaga, a José Obdulio Gaviria y a Paloma Valencia; y como ser inmaculado y omnipresente al doctor Álvaro Uribe Vélez. A pesar que Colombia sea un país católico, Álvaro Uribe es visto como un tótem[1] –de aquellos de los que habla Durkheim–  que diseña una forma de ver, pensar y actuar y por tanto, una nueva manera de racionalizar Colombia. Para desarrollar este escrito, la metodología que se utilizará planea analizar como el doctor Uribe cumple a cabalidad con ciertas funciones del tótem: en primer lugar, la de identidad; segundo, la de clasificación social; y tercero, la de la diferenciación entre lo sagrado y lo profano.

La visión de un conflicto solucionado con armas y las ideas conservadoras de Uribe han sido lo suficientemente profundas para atraer a muchos seguidores. Diría Durkheim que estos son los integrantes de la tribu uribista, ya que se encuentran identificados y crean lazos sociales entre ellos por su afinidad de pensamiento político. Muchos amigos los describirían como personas violentas, de pensamiento enteramente belicoso y fieles amantes de las fincas y las motosierras. Sinceramente, considero que no es así. La comunidad uribista se identifica por el odio y el repudio a la coyuntura social de este país en los últimos 60 años –como cualquier colombiano-, pero que a su vez considera que es inaudito no hacer caer todo el peso de la ley sobre los infractores. En el pensamiento uribista, la amnistía sobre los crímenes como los de las FARC es un retroceso del aparato legal, debido a que se están haciendo ciertas excepciones sobre la aplicación de la ley cuando se supone que éstas son para todos. Por lo tanto, este grupo social encuentra en el señor Uribe la persona indicada para hacer cumplir las penas adecuadas para cada uno de los insurgentes y además, para hacer la tan anhelada paz. Lo anterior abre una caja de Pandora en la sociedad colombiana pues polariza su opinión.

Dado que muchos colombianos no siguen la forma guerrerista para acabar el conflicto armado y otras muchas ideas, se hace entonces claro que Uribe divide al país en dos: los adeptos como los del partido Centro Democrático y los opositores como mis amigos. Los primero son los que encuentran en una fuerza más coercitiva la solución al conflicto armado; mientras que los segundos se oponen a esta por lo sanguinaria que puede terminar siendo esta posición. Es tan fuerte esta discusión que incluso cada bando tiene su propia etiqueta: los enemigos y los amigos de la paz, respectivamente. Otro punto en el que Uribe genera divisiones sociales es en el de su propia administración, porque para unos sus ocho años en el poder fueron gloriosos en cuanto a temas de seguridad  y de lucha contra el narcotráfico; para otros fueron tiempos obscuros donde los atropellos tanto sociales como constitucionales estuvieron en su máximo esplendor. Por las diferenciaciones anteriores, se puede deducir que el uribismo concibe los problemas de una manera distinta a los otros colombianos y por lo tanto, esto crea entonces unos juicios de valor, los cuales definen lo que está bien y lo que está mal sobra la forma de ver el mundo.

Así como en las tribus australianas, Uribe instaura un sistema en el que sus seguidores ven, piensan y actúan de tal manera que se sigan los planes de la doctrina uribista. Este sistema define y diferencia lo sagrado de lo profano, dando a luz a la moral del mismo. Por lo tanto, esto crea un nuevo tipo de racionalización del territorio que llamamos Colombia. Una ilustración clara se da en el tema de la solución del conflicto armado en Colombia. El uribismo considera que los actuales diálogos de paz del presidente Santos están mal pues no aseguran totalmente la paz y su implementación deja impune muchos crímenes. Por el contrario, consideran que lo correcto es continuar con la guerra en las selvas colombianas.

En conclusión, la influencia que tiene hoy el expresidente Uribe sobre la sociedad colombiana es extremadamente fuerte. Dado que hoy el uribismo se presenta como una corriente de ideas políticas que mejor representa a este personaje, sus adeptos se presentan como una tribu que considera que su ser supremo es Uribe. La forma en que este personaje ha logrado crear su propio clan, diferenciarlo de los demás y a su vez, establecer un sistema moral hace de él un tótem en todo el sentido durkheimiano.

Bibliografía

Durkheim, É. (2008). Las Formas Elementales de la Vida Religiosa. Alianza Editorial.

IMAGEN: www.vanguardia.com


[1] un tótem es una figura física –animales, árboles, objetos, lugares, símbolos- que establece una representación sistemática y completa del Universo.

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