Diego García
@dj.garcia429
La entrada al siglo XXI ha redefinido un nuevo marco cultural para Latinoamérica y por tanto, el aspecto económico no se escapa de ello. Con ganas de crear una identidad más autóctona, algunos países han propuesto una unión monetaria en la cual se tenga un banco central que rija a toda la región en política monetaria y una moneda única. Si bien no tiene órgano emisor, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua ya se encuentran en este proceso y han creado el Sucre como moneda común, la cual es hasta ahora utilizada exclusivamente por los Bancos Centrales de estos países. Contando con otras experiencias, el ejemplo emblema de este tipo de pactos es la Unión Monetaria Europea la cual rige desde 1999 y cuenta con 18 miembros a partir del 2015. Si bien el caso europeo ha tenido más o menos éxito, a mi parecer una unión entre países latinoamericanos sería un proyecto más que pretencioso y no recomendable. En esta entrada, primero se explicará los beneficios que traería una unión monetaria para la región; segundo, se hará un análisis de contrapeso con las desventajas; luego, se dedicará un espacio a la literatura económica en este tema; y por último, se darán las conclusiones.
De acuerdo con la teoría, una unión monetaria entre países traería varios beneficios: en primer lugar, tener una moneda común eliminaría el sesgo cambiario y esto se vería reflejado en una mejor transparencia de los precios y en menores costos de transacción, ya que al tener una moneda común los compradores tendrán una mejor señal de cuánto cuestan los productos en los otros países miembros; segundo, una unión de este tipo permite una mayor integración de los mercados reales y financieros de cada uno de los países integrantes; tercero, de acuerdo con Rose y Stanley (2005), las actividades comerciales entre los países miembros de una unión monetaria aumentarían entre 30% y 90%; cuarto, una unión monetaria permite reducir el sesgo inflacionario si este banco central es mucho más godo que el de una situación de autarquía; y por último, países que han abusado del manejo de una moneda propia como Argentina, Ecuador y Venezuela tendrían beneficios ya que implementar un medio de cambio más estable aumenta la credibilidad de la autoridad monetaria de esos países.
A pesar de que posiblemente se vean estos beneficios, esta medida no es la panacea y tiene sus contras que pesan mucho más que las ventajas. La primera desventaja visible es que la introducción de una unión monetaria le quita a un país su independencia para hacer frente a choques externos de la economía de la manera más efectiva ya que el nuevo banco central no puede cambiar todo el engranaje monetario sólo para suavizar dicha situación. Segundo, este pacto monetario podría causar una mayor inestabilidad del producto nacional debido a la ausencia de una autoridad que actué de acuerdo a la coyuntura económica de cada país. Y por último, una unión monetaria causa un problema muy conocido en economía de riesgo moral, el cual para esta situación se ve como un país que pertenece a una unión monetaria actúa de manera abusiva con el gasto público ya que sabe que al final la unión lo va a tener que salvar.
Debido a la existencia de ganancias y pérdidas de una medida como lo es crear una unión monetaria en especial para países de Latinoamérica, es necesario hacer un análisis costo-beneficio de esta situación. Varios investigadores se han interesado por el tema y concluyen que lo mejor para Latinoamérica es no crear tal institución, debido a las grandes diferencias que existen en los procesos coyunturales de cada nación. Bayoumi y Eichengreen (2000) afirman a través de comparaciones de los ciclos económicos de tratados como el Mercosur que no existe evidencia que sostenga la creación de una unión monetaria. Calderón et al. (2002) constatan que el efecto del comercio y de la sincronización de los ciclos es muy débil y que, por lo tanto, una unión monetaria no sería una buena política monetaria. Powell y Sturzenegger (2003) confirman que la integración de los mercados financieros es mejor en Europa que en una posible unión monetaria de Latinoamérica. Para más información sobre la literatura, los remito al paper “Monetary Unions, External Shocks and Economic Performance: A Latin American Perspective” escrito por Sebastian Edwards en el 2006.
En conclusión, las uniones monetarias traen varios beneficios para países que cumplen con las condiciones para hacerlo (alta integración de los mercados, estabilidad económica, ciclos económicos sincronizados, entre otras). Lastimosamente, para el caso latinoamericano, la institucionalización de un pacto de este tipo traería más desventajas que ventajas debido a las características tan dispares que tiene cada uno de las naciones que integra esta región.