Por: Oscar Eduardo Reyes
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Una deuda que traía pendiente con el séptimo arte y que recientemente vine a saldar es el documental The Smartest guys in the room (2005). Titulada en español como Los tipos que estafaron a América. El documental muestra una sinopsis de la mayor bancarrota corporativa en la historia de Estados Unidos, y cómo una empresa pasa del anonimato a convertirse en el séptimo grupo empresarial de mayor valor.
Génesis
A mediados de los años ochenta, aprovechando la desregulación en los mercados, dos empresas de gas desconocidas anuncian nupcias dando origen a Enron. Esta empresa se dedicaría no sólo al negocio del gas natural sino que innovaría en el negocio de la energía eléctrica y el petróleo. Los años siguientes fueron de prosperidad y Enron comenzó a esparcirse por todo el mundo.
El paraíso
La década de los noventa marcaría una etapa de oro en los negocios de Enron y sus protagonistas, CEO’s, CFO’s, accionistas, etc. habrían de ser la conejita playboy de la época en la revista Fortune. Sin embargo, la lógica detrás de todo ese protagonismo era tan innovadora como absurda. Enron creó un mercado de valores para la energía eléctrica llamado Enron Online. A través de este mercado cualquiera podía negociar grandes montos de energía por medio de contratos futuros y opciones financieras con plazos de hasta 10 años.
Haciendo uso de la contabilidad creativa y la innovación financiera, Enron abandonó el sistema de valoración tradicional y comenzó a valorar la compañía a precios de mercado. Este cambio implicaba que el valor de la compañía en la bolsa reflejaba el valor real de la misma. Así, Enron podía anticipar beneficios de contratos futuros sobre energía a 10 años y trasladarlo a sus balances cuando le apeteciera. Era el arte de cubrir pérdidas presentes con supuestas ganancias de ventas de energía en el futuro.

La energía no se crea ni se destruye, sólo se privatiza
Enron transformó la energía en un instrumento financiero. Aun cuando la valoración de la compañía en la bolsa arrojaba cuantiosas rentabilidades, la sed de ganancia iba más allá y no conocía límites.
Recuerdo un capítulo de cierta serie en que el Sr. Burns tapa el sol y obliga a todo Springfield a consumir su energía. A comienzos del año 2000, haciendo uso de prácticas macabras similares, Enron dejó sin energía al estado de California y obligó a la gente a pagar un alto precio por un bien ahora escaso. Esto lo consiguió gracias a la llegada de George W. Bush a La Casa Blanca. En retribución a los cuantiosos aportes a su campaña, Bush favoreció la liberación del precio de la energía en el estado de California.

Para que esta liberación fuera posible, lo primero que se debía hacer era apartar al gobernador de turno, Gray Davis, quien pensaba que el precio de los servicios públicos debía estar regulado. Un pensamiento contrario al de los chicos de Enron y al gobierno Bush quienes pensaban en la libertad de mercados como el verdadero elixir político y financiero. Y sólo una figura de mucho nombre podría llegar a destronar al gobernador Davis. Así que pensaron en Arnold Schwarzenegger como candidato a la gobernación de California por el partido republicano: terminator gobernador.
Las protestas sociales no se hicieron esperar y gran parte de California se encontraba en penumbras. Aun así, Arnold, como todo un terminator que viaja en el tiempo, logró gobernar desde el año 2003 hasta el año 2012 sirviendo a los intereses particulares de Enron y al gobierno Bush.
El apocalipsis
Finalmente, la crisis de las puntocom acabó con el gigante de la energía. Y la historia no deja de ser la misma: todos negaron los hechos; hubo pocos enjuiciados, con penas absurdas e irrisorias; los bancos que impulsaron el negocio terminaron como si nada. Una historia que se volvió cíclica y que se repitió en el año 2008.
Se puede hablar de este documental como el Inside Job de las puntocom. Una crónica del anhelado pero frustrado sueño Americano y del fallido ideal de libre empresa en la historia del capitalismo.