El Mal Economista

Publicado el EME

Un diagnóstico de la salud

 

Por: Sergio Niño

 

La epidemia de ébola que comenzó en África Occidental cuyo primer caso fue reportado en marzo de este año ya ha superado las muertes que se tenían registradas por este virus desde 1976. Por ello, es hasta este año que el virus ha llamado la atención de la Organización Mundial de la Salud que pronostica alrededor de los 20000 casos para noviembre próximo. Además, se resalta la llegada del virus a países del primer mundo como Alemania, España y Estados Unidos que ya han registrado víctimas mortales. Por lo anterior, se han prendido las alarmas en países como Colombia que han optado por restringir el ingreso a personas provenientes de algunos países de África Occidental demostrando que se ha convertido en un asunto de salud nacional.

 

Según el instituto nacional de la salud el primer caso de ébola se registró en 1976 en África, su letalidad alcanza hasta el 90% en los casos registrados como lo indica la OMS. Ahora bien, no se había desarrollado un tratamiento ni vacuna contra el virus. De hecho hasta este año no existía un caso registrado por fuera de África, un continente pobre que no provee la demanda que pueda incentivar el desarrollo de un tratamiento o vacuna. En otras palabras, hasta hace algunos meses las investigaciones sobre el ébola se encontraban paralizadas por falta de recursos económicos, además de los protocolos de seguridad exigidos para su desarrollo y comercialización que podrían tardar años. Con el esparcimiento del brote de ébola, su vacuna y tratamiento se han convertido en un punto central a diferencia de lo que se tenía pensado desde 1976.

 

Actualmente, algunas investigaciones sobre el tratamiento del ébola son llevadas a cabo por Mapp biopharmaceutical, Tekmira Pharmaceutical y Chimerix. Estas farmacéuticas venían desarrollando experimentalmente la droga en animales  para su uso en pacientes con el virus del ébola. Las drogas producidas por las farmacéuticas son conocidas como Zmapp, TKM-Ebola y Brincidofovir respectivamente. Estos productos terapéuticos para el tratamiento del virus no cuentan con el debido protocolo de seguridad para su uso y comercialización. Sin embargo, han sido probadas en humanos debido al brote de este año y ya cuentan con la autorización de la U.S. Food and Drug Administration (FDA) mediante el Investigational New Drug (IND).

 

Desde entonces, son muchas las farmacéuticas que se han interesado en desarrollar la droga que pueda curar el ébola. El mercado farmacéutico se ha reactivado registrando variaciones de casi el 30% en las acciones de las diferentes farmacéuticas que han desarrollado o demostrado su interés en la droga. A medida que sigan creciendo los casos registrados por ébola en diferentes partes del mundo continuará el pánico que han sabido aprovechar muy bien las farmacéuticas. No haber podido avanzar en sus investigaciones sobre el tratamiento del ébola por el poco interés que despertaba esta enfermedad de los pobres quedó en el pasado. La situación ha cambiado y los afectados por el virus no son solo los de África Occidental, también son los países más ricos. En ese sentido, es muy rentable que se generen tantos brotes de epidemias posibles demostrando que el problema que aqueja a la salud  es que está pensada para curar y no para prevenir.

 

Si aterrizan esta situación en el plano colombiano notaran la gran similitud con la ley 100 que promueve un sistema de salud dictado por un típico modelo económico de maximización de utilidad. El negocio impulsado por la ley 100 hace que se priorice la rentabilidad por encima del derecho fundamental a la salud. Dicho de otra manera, entre menos servicios preste una EPS es mejor y entre más costosos sean los medicamentos por fuera del Plan Obligatorio de Salud (POS) mejor para las farmacéuticas. Por ejemplo, los viejos recobros al Fosyga, el escándalo de los precios de medicamentos, las intervenciones a las EPS son muestra de un modelo de salud economicista que se ha impuesto en Colombia. Más aún, nuestro sistema de salud nunca había tenido tantos recursos en la historia del país. Sin embargo, parece que el problema no es de recursos, es la falta de eficiencia y la excesiva corrupción de un modelo que privilegia las ganancias sobre algo tan importante como nuestra salud. En este punto, falta agregar aspectos como la baja cobertura en seguridad social de nuestros gobiernos que hace mucho menos eficiente el modelo de aseguramiento que tenemos en el país.

 
En síntesis, tenemos un panorama en el cual se sigue afianzando un modelo de salud que solo está pensado en generar la mayor cantidad de ganancias sin pensar en prestar un servicio de calidad. Además, es claro que son las personas más pobres las que son excluidas en una batalla de intereses privados de farmacéuticas, promotoras de salud y demás organizaciones. Pensar la salud como un modelo económico de maximización de la utilidad estimula que crezcan las enfermedades y las epidemias que castigan principalmente a los pobres y haciendo de ella un negocio muy lucrativo.

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