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Publicado el El Mal Economista (EME)

Cómo trabajar con prisioneros y ex presidiarios brasileños me cambió la vida

Por: Santiago Almeida Daza

 

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Confieso que muchas veces no sé cómo empezar a escribir, aquí donde me leen ya he borrado esta línea más de 3 veces y aun no sé si la borraré en un rato. Y es que me tiemblan las silabas, se me resbalan las tildes, las comas y los puntos, se me camuflan diptongos entre triptongos y se me voltean los parpados cuando me hablan de Brasil.

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Imagen libre sin derechos de autos recuperada de pixabay.com

 Antes de empezar, para ser consecuente y honesto con ustedes, quienes se toman el tiempo de echarle una ojeada a mis disparates, debo contarles que infelizmente no pude volver a toparme con Miller Daniel. Para quienes no tienen idea de lo que hablo, remítanse a mi anterior entrega “Le enseñare a leer a un habitante de calle”. Es cierto, realmente no podría mentirles e inventarles una aventura pedagógica callejera, sencillamente no. Si alguno de ustedes lo ha visto déjeme un comentario y cuénteme de él, pues llevo varias semanas, tal vez meses sin saber del “paisa”.

Ahora bien, si usted llego hasta aquí, permítase leer unos cuantos párrafos más y le contare cómo fue que convivir con delincuentes me cambio la vida, no sin antes contarles cómo fue que terminé en Brasil. Como ya algunos intuirán, me revoluciona los 5 sentidos ayudar gente, y fue así, sin más, como una de mis más grandes pasiones me reencontró con lo que hoy creo son mis raíces.

Hace 1 año y unos meses hice un voluntariado, experiencia que recomiendo de cabo a rabo, tenga la edad que tenga. Al principio no sabía a donde irme, solo tenía claro que quería viajar a otro país a tender mi mano ¡Y claro! Habrá quienes digan que debí primero haber viajado a La Guajira o al Chocó, es totalmente valido, y es algo que espero hacer en algún punto de mi vida, de hecho si me estoy formando en algo, será para sembrarlo y cosecharlo en mi país.

Argentina, Uruguay, Perú y México, fueron algunos de los países que ofrecía AIESEC, ONG con la que realicé el programa. Junto con mi mejor amigo, que una vez más fue mi aliado en esta travesía, decidimos viajar a Brasil, nos llamaba mucho la atención el idioma, realmente es una fortuna contar con un país fronterizo en donde no se hable español, es algo que deberíamos nosotros colombianos explotar un poco más. Realmente lo que a mí me motivó a escoger Brasil fue esa duda que tuve y tengo sobre mi apellido, sobre mis raíces y orígenes.

Almeida es una villa portuguesa que data del año de 1296, en mi cabeza siempre estuvo que algún portugués “calenturiento” a través de España llego a sur américa y fue dejando semillitas regadas a lo largo y ancho del continente, que se fueron esparciendo hasta llegar a Brasil, de hecho, en Boyacá existe un municipio llamado Almeida. Realmente no fue por otra cosa que por aquel luso casquivano que me llamaba tanto la atención ir a Brasil, de alguna forma tuve que haber llegado aquí ¿No?

Pisé Brasil sin saber un pelo de portugués, yo y mi mejor amigo no teníamos ni la menor idea de en lo que nos habíamos metido, tampoco sabía si iba a trabajar con niños, ancianos, limpiando vidrios, vendiendo chicles, nada. Y realmente no pude haber ido a parar a mejor lugar que a Sonho de liberdade.

Sonho de liberdade es una cooperativa totalmente sumida en esperanza y oportunidad, es operada por cerca de 80 reclusos o ex reclusos que no buscan más que una nueva oportunidad en su vida, si bien la cooperativa cuenta con ciertos problemas, es una iniciativa que siempre valdrá la pena, y realmente tiene una trascendencia enorme en Cidade Estrutural, ciudad satélite de Brasilia y donde se sitúa la cooperativa.

Para que usted se haga una idea, Cidade estrutural es considerada por los habitantes de Brasilia su favela. Escasamente llegan 3 buses que se dirigen al centro de Brasilia, ciudad que por cierto recomiendo conocer, una metrópoli que, con 56 años de edad, fue diseñada para ser la capital del país. Imagine que al gobierno colombiano se le ocurre que va a mudar la capital del país a una ciudad que va a ser diseñada y construida en su totalidad por dos “expertos en el tema” ¿le suena? La capital brasileña tardo 4 años en construirse, aquí llevamos 75 años hablando de metro en Bogotá y nada.

Es impactante ir en un bus y, en cuestión de minutos, pasar de ver una urbanización completa compleja, bonita y estructurada a ver latones clavados en barro, cables de alta tensión colgados de postes de madera chuecos e improvisados, niños de escasos 5 años caminando semidesnudos halando de una pita un carrito de juguete sin ruedas. Si usted visita Brasil, se dará cuenta que una familia rica, puede ser vecina de una humilde sin ningún problema, algo así como lo que quería Petro.

La organización se encargaba de reutilizar materiales de construcción para fabricar muebles y objetos totalmente nuevos, desde cero. Nosotros, un grupo de intercambistas de varios países, teníamos como misión poner en pie una vez más a la cooperativa, a través de los conocimientos que cada uno tenía propiamente en su área, había estudiantes de contaduría, negocios, arquitectura, lenguas, ingeniería y yo de periodismo.

El sitio lo manejaban dos personas, el duro del lugar (del cual no daré mucha información) e “Indio”, este último probablemente es una de las personas más amables y con mejor energía que he conocido en toda mi vida, 1,80 de estatura más o menos, moreno, algo gordo, si quiere caricaturizarlo busque en google Tito Makani, aquel personaje de Rocket Power. Hincha a morir del Flamengo, equipo brasileño que contrato a Ronaldinho luego de su paso por Europa.

Una tarde soleada nos llevó a los voluntarios y a mí a tomar açai . Pasadas ya unas semanas de convivencia, después de varios chistes sobre Pablo Escobar y Fernandinho y habiendo confianza, con respeto y tal vez un poco de miedo, esa tarde me atreví a preguntarle cuál era su historia. El me miro y tímidamente y entre suspiros comenzó a narrarme, como el siendo de la tropa elite, por equivocación asesino a alguien en un operativo en una favela, me dijo: “es extraño como te puede cambiar la vida en minutos, parpadeas y eres policía, tienes una casa, una novia, planeas casarte, formar una familia… cierras los ojos y estas aquí”

“Indio”, recupero su libertad en octubre del año pasado, estuvo preso durante 4 años entre barrotes y libertad vigilada. Mediante programas como Sonho de liberdade, consiguió obtener una segunda oportunidad para su vida, y aunque jamás logro recuperar su puesto en el BOPE (Batallon de Operaciones Policiales Especiales) Según me enteré hace unos días, trabaja con su hermano en una empresa de deportes extremos. De vez en cuando me escribe, o me manda fotos de modelos voluptuosas con la camiseta del Flamengo y una carcajada, otras más me dice que no me olvide de la gente de la cooperativa, cosa que me es imposible.

Historias como las de “Indio”, impactantes, que lo traen a uno de totazo a la realidad, escuché en montones, y en cada una de ellas la esperanza de una segunda oportunidad en la mirada. Realmente fue gracias a este viaje que descubrí que mi proyecto de vida está dirigido hacia las personas, hacia conocer historias y transmitirlas, por eso me formo como periodista, y por eso espero también, que alguna vaina se les haya quedado luego de leer mis líneas.

Las segundas oportunidades no las tiene todo el mundo, y no se trata solo de delitos ¡Por favor! Dese segundas oportunidades: de ser joven, de amar, de viajar, de saludar al conductor del bus, de abrazar a un habitante de calle, de terminar de estudiar, de aprender un nuevo idioma, de encontrar sus orígenes, de cambiar de opinión, de acertar, de embarrarla, pero no perdone cachos, ni moretones… no sea bestia.

Se podrían plantear mil reflexiones sobre la libertad y sobre las segundas oportunidades, y paradójicamente en mi vida se me han atravesado personas que me han llevado entender la libertad como algo invaluable, que esa libertad no es solamente suya, no es propiedad privada y no únicamente le concierne a usted, sino que hay personas que están atadas a ella y a la responsabilidad que tiene usted, al ser libre.

Podría quedarme aquí contándoles historias de mi viaje, del día que tuve que dormir en la calle con mi mejor amigo, de cómo fue que terminamos escuchando Pastor López y haciendo arroz con leche el 31 de diciembre junto con un gran amigo paisa, de mi año nuevo en un parqueadero, podría escribir de un amor imposible y de despedidas… podría contarles que me encontré un monta llantas que llevaba por nombre mi apellido, y podría contarles que si el universo conspira a mi favor pronto tendré mi segunda oportunidad de visitar a todos en Sonho de liberdade.

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Tomé esta foto el ultimo día en la cooperativa “sonho de liberdade”- Cidade estrutural. “Indio” cruzado de brazos en el fondo.

Cada autor es responsable por el contenido de su texto, el cual no refleja necesariamente la posición de El Mal Economista, ni compromete a los miembros de su comité editorial.

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