La imagen de la que gozaba Trump en hace 10 años era muy diferente de la que tiene hoy en día. Su capacidad para parecer un hombre de negocios serio, enfocado y con visión aún no se habían manchado por los escándalos sexuales y sus palabras insultantes hacia los extranjeros.
Fuente: The New York Times (https://goo.gl/d64VGW)
Por: Sebastian Viveros
Twitter: @maleconomista @s_viveros
Facebook: El Mal Economista
Instagram: @maleconomista
Donald Trump tuvo su auge en el programa “El Aprendiz” hace ya casi una década. El reality consistía en que los concursantes demostraban sus habilidades financieras y comerciales a fin de intentar impresionar al magnate y evitar el temido “you´re fired” (estas despedido). La imagen de la que gozaba Trump en esa época era muy diferente de la que tiene hoy en día. En esos días, confieso, me declaraba un profundo admirador del multimillonario. Su capacidad para parecer un hombre de negocios serio, enfocado y con visión aún no se habían manchado por los escándalos sexuales y sus palabras insultantes hacia los extranjeros.
El magnate, próximo residente de la Casa Blanca, tiene una riqueza estimada de 2.900 millones de dólares, según Bloomberg. A primera vista se podría pensar que cualquiera que lograse tener ese monto de dinero en sus cuentas bancarias debe de ser una persona que entiende bastante la economía, los mercados financieros y la dinámica del sector en el que se desempeña. Sin embargo, resulta contradictorio que una persona con ese perfil y con miras a ocupar el cargo más importante del mundo, sea tan poco diplomático sabiendo la magnitud de las consecuencias de semejantes comentarios.
Hace unos días en el Washington Post se publicó una columna que explica la economía estadounidense en manos de Trump. Sebastian Mallaby titula su columna “Trump puede descarrilar el tren de la FED”. En ella, resume de manera magistral por qué muchas de las propuestas del multimillonario dejan en evidencia el poco conocimiento de éste sobre la dinámica macroeconómica. En primer lugar, deportar a más de 11 millones de indocumentados recortaría sustancialmente el tamaño de la fuerza laboral en el país afectando directamente la demanda. Si realmente quiere llegar a una tasa de crecimiento del 4% anual resulta absurdo desincentivar la demanda justo cuando piensa incentivar la inversión trayendo las empresas americanas que manufacturan en el exterior.
Por otro lado, la presidenta de la FED (Reserva Federal), Janet Yellen, parece no ser del corte del magnate, por lo cual se espera que no continúe en el cargo luego de enero de 2018, cuando se cumpla su término. Los mercados financieros, en especial los de títulos, futuros y bonos soberanos, normalmente heraldos de la estabilidad macroeconómica, han sabido interpretar lo que se viene el próximo año. Las tasas de interés de los bonos a largo plazo han subido recientemente, lo que significa que el valor del bono cae afectando la demanda de estos.
Ahora bien, si Trump recorta los impuestos y baja las tasas de interés, la demanda se sobrestimularía causando inflación. El problema es que eso significaría un dólar más fuerte, que, si bien sería atractivo para el flujo de capitales, también lo sería para los inmigrantes. Un salario más alto, fruto de promesas de campaña, la inflación y la depreciación del peso mexicano, haría que muchos más se sintieran atraídos al sueño americano. Adicionalmente, hace unos días la FED subió las tasas de interés y se espera que haya al menos otros dos aumentos en 2017.
Además, su promesa de recortar los impuestos a la par que desarrolla un ambicioso programa de infraestructura pública de costa a costa es contraproducente. Aquí hay dos aspectos a considerar. El primero es que es poco probable que, aun un congreso republicano, acepte un déficit calculado de USD $10 trillones en los próximos diez años. En segundo lugar, recordando el eslogan de su campaña “Make America great again” (Hagamos a América grande otra vez), el recorte sería sobre el presupuesto para ayuda internacional. De ser así el panorama político internacional, se vería gravemente perjudicado. Por un lado, están los países que reciben una gran cantidad de ayuda monetaria. Entre ellos Colombia, para quien un recorte en el presupuesto de ayuda agudizaría las perspectivas del posconflicto y la lucha contra el narcotráfico. Mientras que, para otros países y organizaciones resultaría en una pérdida de influencia en sus zonas, como sería el caso de Israel en Medio Oriente.
Por otro lado, para nadie es un secreto que la economía de mitad del siglo pasado no es la misma que la que tenemos hoy en día. La tecnología juega un papel mucho más importante en este siglo que el papel que tuvo a lo largo de la economía industrial. En una columna en el diario El País, Paul Krugman (Premio Nobel en Economía) afirma que aquellos votantes que eligieron a Trump pensando que él los devolvería a la época en que en Estados Unidos abundaban los puestos de trabajo extrayendo carbón y fabricando productos manufacturados quedarán decepcionados:
“… la desaparición de los trabajos manuales tiene que ver sobre todo con el cambio tecnológico, no con la globalización, y por mucho que escriban en Twitter o que reduzcan los impuestos, esos puestos de trabajo no van a volver”.
El magnate ha dicho varias veces que buscará que empresas estadounidenses, cuya manufactura se efectúa fuera del país, vuelvan y den empleo a millones de compatriotas. No obstante, mover la casa matriz de un país a otro no solo costaría sumas inimaginables para las empresas, sino que también significaría que esas empresas pierdan participación en sus mercados ya que aumentarían sus costos de producción. Según Nikkie Asian Review, el precio de venta de un iPhone 7 producido en Estados Unidos sería de alrededor de USD $2000, mientras que el precio de venta luego de producirlo en China cuesta USD $ 649. Lo mismo ocurre con otros artículos como televisores, paneles solares e incluso con productos de menor valor como unos jeans.
Finalmente, el tiempo se encargará de mostrar qué tanto sabe el multimillonario de economía y qué tan capaz es de crear nuevos puestos de trabajo. Una cosa es conocer la dinámica de un sector, en su caso el inmobiliario en el que ha amasado gran parte de su fortuna y formar una riqueza en base a éste, y otra muy diferente es entender cómo interactúan en conjunto varios mercados del cual dependen cientos de millones de empleos.
También le puede interesar:
El embarazo adolescente y la reproducción de la pobreza y la desigualdad.