Los hechos que componen esta nota increíblemente tienen soporte en la realidad. Cuando hagan parte del pasado inverosímil que los colombianos siempre hemos tenido por historia alguien deberá escribirlos, con palabras que revienten en el ojo, con palabras que sean rostros y sean voces del ayer, todo para que luego no nos pase como siempre y nos falle la memoria, la memoria histórica.

Por: David Montealegre Maury
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Hace poco leí en una columna de Gabriel García Márquez, escrita para el diario El País, sobre un niño cubano arrebatado de las manos de su padre, primero por las aguas del Atlántico y luego por el gobierno estadounidense. En el transcurso de la lectura me llamó la atención no solamente la desgarradora historia de Elián, que fue la causa patendi de un conflicto judicial entre dos países enfrentados ideológicamente desde hace ya varias décadas. Me produjo especial impacto un párrafo escrito de la siguiente forma:
“En 1960, bajo la Administración de Eisenhower, cuando la CIA inventó letra por letra y puso a circular en Cuba una falsa ley según la cual los niños cubanos serían arrebatados a sus padres por el Gobierno revolucionario y enviados para adoctrinamiento precoz en la Unión Soviética. Infundios aún más truculentos decían que los niños más apetitosos serían enviados a los mataderos de Siberia para que los devolvieran como carne enlatada, y que cincuenta madres de Bayamo, en el oriente de Cuba, habían preferido matar a sus hijos menores antes que someterlos a la ley siniestra.”
Me pregunto qué pensarán los cubanos de que semejantes líneas, tan visibles tanto por su retórica como por su contenido, hayan sido escritas como tributo a la historia de su país, del cual un hermano mío que viajó recientemente a La Habana me ha dicho que “es un lugar detenido indefinidamente en el tiempo”.
Y pensando en tal cuestión también se me ocurre imaginar qué pensaremos acaso los colombianos de las líneas que tendrán que escribirse más adelante, cuando hechos como los del 2016, y muy seguramente como los de este año, logren tal sensación de ridiculez que será para muchos inevitable plasmarlos en puestas en escena, columnas de opinión o en tomos de una historia compuesta por eventos tan absurdos.
Quisiera creer que en el futuro serán miles las mejillas acaloradas por la vergüenza de leer, en algún dilatado volumen, que contra todo pronóstico el 2 de octubre de 2016 la mayoría de los colombianos votaron en contra del acuerdo de paz firmado entre las FARC y el gobierno nacional, todo por el temor de ver a su adorado paraíso democrático convertido en una dictadura narcoguerrillera, castrochavista y gay. Vergüenza por enterarse, como si se tratase de una novela escrita también por García Márquez, de que millones de conciudadanos aprobaron por amplia mayoría un referendo para que los niños en manos del ICBF solo pudieran ser adoptados por parejas conformadas a la medida de los preceptos cristianos, según los cuales en nuestra realidad social y jurídica solo podemos amar como ama Viviane y fornicar como lo hace Gerlein
Quisiera creerlo pero no puedo porque la realidad más obvia será la de un pueblo embelesado con los especiales televisivos, las noticias de entretenimiento, los realities “musicales”, la telenovela “histórica”, que omitirá sin duda alguna el detalle de cómo Juan Carlos Vélez Uribe relató ingenuamente al diario La República, casi con ínfulas de gran emprendedor y de héroe nacional, la forma en que había gestionado la campaña del Centro Democrático en contra de la paz a punta de mentiras y de sentimentalismos baratos.
Pero el talento para tergiversar y los deseos de gobernar no se detuvieron allí, las vergonzosas líneas de nuestra historia tendrán que contar los sucesivos intentos de la risible oposición ultraderechista por alcanzar la presidencia en el 2018, para lo cual hasta ahora se han esforzado notablemente, sobre todo su líder, que pasará bautizado a mi memoria gracias a un profesor que tuve en la facultad de Derecho como el innombrable, a quien por cierto vi últimamente en un vídeo colgado en el fan page de su organización arremetiéndose en contra de la reforma tributaria, contando únicamente con el don de su palabra y una pancarta.
Con la misma determinación voceros de su partido se han solidarizado con el pueblo colombiano no solo para sustraerlo de la gran mentira que el gobierno nacional y las FARC han tejido a su alrededor, sino también para alentarlos a exigirle a Farcsantos (otra de esas desequilibrantes palabrillas que han puesto a circular) derechos que la seguridad democrática obvió también en su momento. Tal es el caso de la honorable senadora María del Rosario Guerra, que en nombre de todos nosotros adjuntó en una pequeña nota en la página web del Centro Democrático las cinco preocupaciones que los colombianos tendremos el presente año, dentro de las cuales no podía hacer falta el asunto relacionado con la salud, paradójicamente un servicio prestado bajo el modelo de la ley 100 de 1993 e introducido gracias a la ponencia del innombrable senador.
Quizá las cosas sean de este modo porque en nuestro país debe ser una delicia gobernar, pero para logarlo es necesario mentir y así cautivar la opinión política de los más incautos, e incluso de los más cultos, que no podrán resistirse a la fluidez y al dominio con que María Fernanda Cabal parafrasea a conveniencia el pensamiento de Friedrich Nietzsche.
Tan placentera debe ser la experiencia de gobernar nuestro país que el Centro Democrático no ha tenido reparos en solicitarle a su aliado o detractor político Enrique Peñalosa – de quien no se sabe con qué pie le pega a la pelota – que aumente el tiempo de transbordo de 75 a 90 minutos en el SITP. Tampoco ha cesado en su incansable esfuerzo de proteger a los niños del ICBF de la suerte de tener una familia. Asimismo, no desaprovecharon el papayazo de revolver las aguas después de que los verificadores de la ONU se pusieran a bailar con exguerrilleras en La Guajira, ni de que unos policías posaran a la cámara con ex enemigos, todo con el fin de sumar consciencias “inocentes” a sus filas de sufragio.
En el futuro todos estos actos de bondad de parte del Centro Democrático quizá nos cuesten la dignidad, una palabra que como bien le dijo Luis Fernando Múnera a Carlos Vives “no existe en la televisión”, al parecer el único marco referencial de sus votantes…
¿Qué nos dirán entonces las líneas futuras sobre todos estos acontecimientos? Quizá nos digan que bajo la administración del gobierno Santos, cuando el país se disponía a dar por concluidos cincuenta años de guerra interna mediante un plebiscito, misteriosas fuerzas políticas – desde donde algunos amenazaron con soltar las biblias y tomar las armas – tomaron por sorpresa a un número considerable de votantes con un escandaloso boletín de mentiras y de noticias falsas.
Fue así como los colombianos, intimidados porque los niños de los colegios fueran homosexualizados bajo las premisas de la ideología de género, atemorizados por tener que avocarse a las calles ante la falta de papel higiénico como ocurría en Venezuela, encolerizados por tener que renunciar a sus pensiones en favor del sostenimiento de los guerrilleros en las zonas de concentración, sorprendieron al mundo entero con su determinación de negarse a terminar una guerra que nunca vieron meterse a sus casas, como sí le ocurrió a muchos otros que para entonces ya estaban demasiado muertos para levantar la voz.
- Referencias/Bibliografía
- García Márquez, G. (19 de marzo de 2000). Náufrago en tierra firme. El País. Recuperado de https://goo.gl/8OIOQj
- Uribe Vélez, A. (2015, diciembre 22). Votamos no a la propuesta del IVA [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://goo.gl/osfp6y
- Rosario Guerra, M. (6 de diciembre de 2015). Cinco preocupaciones de los colombianos en el 2017 [Artículo de prensa del Centro Democrático]. Recuperado de https://goo.gl/z2mUOQ
- Cabal, M. (10 de enero de 2017). Soros y el infierno progresista [Artículo de prensa del Centro Democrático]. Recuperado de https://goo.gl/wdooTA
- Gallego, D. (5 de enero de 2017). Proponen aumentar el tiempo de trasbordo del SITP de 75 a 90 minutos. Blue Radio. Recuperado de https://goo.gl/kmlfOu
- Cabrera, S. (1993). La estrategia del caracol [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://goo.gl/A6UTVz
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