El Mal Economista

Publicado el EME

Sobreviviendo a Colombia

Por: Daniel Alfonso

Personalmente me siento orgulloso de haber nacido en Colombia, al fin y al cabo es por haber nacido acá que soy la persona y soy. Desafortunadamente hemos crecido en un país donde el desarrollo no puede verse y la política nos hace pensar más en un retroceso que en un avance.

Para estos días se esta radicando una reforma tributaria que afecta de nuevo los bolsillos de los colombianos mientras empieza el tira y afloje para ajuste del salario mínimo. Por más que se hable de una necesidad de recursos para progreso del país, los últimos 15 años hemos tenido que escuchar varias veces el mismo discurso sin haber tenido un cambio real en la competitividad. Después de contentarnos con pañitos de agua tibia como estar siempre entre el top 3 de los países más felices, es frustrante ver como el colombiano se esfuerza a diario para que cada 3 años se le cambie las reglas del juego y debamos permanecer conformes por ser una sociedad “feliz”.

Cada cierto tiempo se puede leer en los diferentes diarios de la nación artículos sobre el progreso de Colombia en los ámbitos de negocios y como la inversión sigue llegando. Pero después de ponernos a observar otras estadísticas, los cambios se quedan en fotografías y palabras en el papel. Hoy por hoy los impuestos sobre las utilidades que pagan las empresas colombianas están muy por encima del promedio regional, el cual que se ubica en 46.7% mientras que en Colombia se tiene una tasa promedio de 68,1% excluyendo seguridad social y parafiscales. Tampoco sorprende que, a pesar de ser un país donde crear una empresa es fácil y rápido, en él también se presenta una de las tasas más altas de mortalidad para dichas empresas dentro de los  5 primeros años de vida.

La infraestructura sigue estancada en la burocracia colombiana que, junto a la corrupción, forman un cuello de botella para aquellos que buscan una mejor opción para el beneficio del país, tanto así que los costos de importación con países diferentes a Estados Unidos siguen siendo iguales (en términos reales) que hace una década, donde es más económico atravesar una mercancía medio mundo que traerlo de puerto colombiano a Bogotá.

Pero más allá del comercio internacional, las personas del común son los que pueden ver diariamente como Colombia y principalmente Bogotá, ha desarrollado un estilo de vida propio de millonarios de capitales del primer mundo. Para el colombiano es imposible visualizar un futuro estable si, hasta la comida rápida acá es la más costosa del mundo al comparar el salario promedio con el precio global de una hamburguesa (De acuerdo con el “BigMac index of The Economist”) donde, según la organización internacional del trabajo, Colombia posee uno de los salarios promedio más bajos del mundo. Los altos impuestos de un gobierno manejado no sólo por la corrupción sino por la incompetencia (siendo esto otro tipo de corrupción), se evidencian en datos como que alrededor del 50% del precio de los carros son para el gobierno donde además se debe pagar una de las gasolinas más costosas del mundo.

Colombia es un país que enamora, siendo ahora más atractivo para los extranjeros que lo quieren conocer debido a la devaluación del peso, pero para el que vive acá, ese amor a veces lo disuelve un sentimiento de supervivencia nacido por lo difícil que es costear una vida digna. A diferencia de lo que muchos creen que vivir es simplemente llevar un mínimo de alimento necesario, pagar la renta, los servicios y las deudas, creo que el ocio es parte vital para que el ser humano sienta que es vivir a plenitud. Por ahora la desigualdad del país hace que vivir sea para muy pocos, los demás sobreviven al arribismo que nos ha llevado a pensar que estamos en la quinta avenida de Nueva York cuando caminamos por la zona T de Bogotá, el Poblado de Medellín o la ciudad amurallada de Cartagena.

Comentarios