El Mal Economista

Publicado el javierardila

Sin Mente por Bogotá

Por: Javier Ardila

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Dicen que no hay mal que dure cien años ni santo que lo soporte. Vamos a ver que pasa primero en Bogotá.

 

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Recuerdo que Piedad Córdoba, cuando todavía militaba en el Liberalismo, dijo en referencia a una nueva candidatura de Horacio Serpa a la presidencia que “a él toca como con los niños chiquitos, dejarlo que se golpee hasta que aprenda”. Es curioso ver cómo, lejos de perder vigencia, esta frase se está convirtiendo en una norma de la política Colombiana; basta mirar dentro de muchos casos, el de la carrera por la Alcaldía de Bogotá. En primer lugar tenemos al candidato favorito de la gente “de bien” de Bogotá: Enrique Peñalosa. Este personaje que ha confirmado una vez más su candidatura, lidera la campaña que usa como eslogan “no más de lo mismo”. Como quien hace borrón y cuenta nueva, Peñalosa nos hace ver que “no hay quinto malo” y que a lo mejor si haya quien lo resista. En segundo lugar tenemos a los políticos tradicionales como Rafael Pardo y “Martica” Lucía Ramírez, quienes dan la impresión de estar pescando en río revuelto alianzas para cosechar poder. En tercer lugar, rumbo al Campín a bordo de un SITP: Pachito Santos, demostrando que como diría el profe Jorge Luís Pinto “lo importante no es el talento sino la actitud”. Por último tenemos a Clara López, quien nos demuestra que si bien para Peñalosa no hay quinto malo, para Bogotá es bien posible que sí haya un cuarto periodo del Polo.

Ahora, se preguntarán ustedes, nosotros los economistas cómo podemos explicar que estas cosas pasen. La manera más sencilla es mediante la teoría de juegos que nos permite afirmar que las campañas políticas se comportan como juegos al infinito, es decir, juegos con repetidas iteraciones donde el final no está claro. Dentro de las múltiples conclusiones sobre este tipo de juegos tenemos el famoso teorema popular, que en resumidas cuentas nos dice que los individuos seguirán haciendo las cosas necesarias para estar dentro de un grupo, siempre y cuando estén mejor adentro que afuera de este. Por ejemplo, en referencia al comportamiento de una junta directiva de alguna empresa, esta teoría nos dice que los agentes individualmente tenderán a obrar de manera responsable a pesar de que cada uno tenga un tiempo limitado en el cargo debido a que en general, como grupo, su horizonte temporal es infinito.

Ahora, aplicando este teorema a la política nacional, siendo Colombia “el país del Sagrado Corazón” deberíamos ser capaces de ver los incentivos que reciben los candidatos al lanzarse de la manera que lo hacen. En el caso de Peñalosa, lo que podemos concluir de su quinta candidatura -esta vez sin el apoyo de ningún partido y con poca dignidad- es que el juego sigue pagando para él. Lo mismo aplica para los demás candidatos, quienes al menos aseguran su presencia en la esfera política y ganan cierto poder en caso de que se den las tan ansiadas alianzas. Por el lado de la izquierda las encuestas nos muestran que a pesar de todo lo que se puede decir de los pasados gobiernos de la ciudad, el Polo todavía tiene una buena masa de votantes en Bogotá. Es decir que, volviendo al teorema popular, todavía es mejor lanzarse con el Polo que sin él. Y aquí es fascinante ver como este partido ha sido capaz de desligarse de todo lo nefasto que ha hecho con la capital, tanto así que cada día me convenzo más de que en el caso de haber estado en el poder en la Alemania de los 40, el Polo se habría podido zafar del mismísimo legado del Führer.

Ahora, lo triste no es esto sino ver el vacío en el debate en la tragedia política de la capital. Peñalosa ya mostró que sigue viviendo en la década de los 90 y en honor a la canción de “El gato volador” quiere ahora hacer un metro volador. Pachito, en vez de polarizar la ciudad entre el sur y el norte como lo hizo Petro, ahora la polarizaría entre Millonarios, Equidad y el Santa Fé. Los demás candidatos no muestran sino ansias de poder e incluso me atrevo a pensar que hasta les daría jartera ganar, por lo que al final de cuentas Clara López es por así decirlo “lo menos peorcito“ y dado el apoyo que tiene de la izquierda consolidada en Bogotá, si las cosas siguen así, tendremos otra vez al Polo en el palacio de Liévano.

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