Por: Santiago Morera Torres
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Durante esta semana me puse en el trabajo de investigar la composición del precio de la gasolina en el país y le aseguro que, cuando termine de leer esta columna, los resultados lo asombrarán.
Fuente: Noticias Uno
Este fin de semana decidí salir de la rutina y emprender un pequeño paseo a almorzar junto con mi familia a un restaurante ubicado más allá de los cementerios del norte de Bogotá, pasando esa “hermosa” vía en la que, cuando se acaban los huecos, empiezan los peajes. Pues bien, como se imaginará, lo más caro no fue el almuerzo en sí, sino lo que pagué para transportarme unos cuantos kilómetros, “ya recordé porqué siempre pido domicilio” me dije al volver a casa y revisar mi billetera; de nuevo me había quedado sin dinero para llegar a fin de mes y ya podía saborear la pasta con atún que comería hasta la próxima quincena.
Dicho esto, al siguiente día mientras preparaba la salsa rosada para mezclar con mi pequeña lata de atún, me llegó un mensaje de un querido amigo economista: “Yo nunca confié en Pacific, ¿Si vio lo de Toronto?”; ¿Pacific? ¿Toronto?, tardé un momento en organizar mis ideas. Luego recordé el problemón en el que se encontraba la petrolera –y sus accionistas- por culpa del desplome del precio del crudo y la reestructuración que se negociaba por estos días en Canadá. Un tema sin duda apasionante pero que guardaremos para otra ocasión.
“Bueno, ¿y qué tiene que ver Pacific Rubiales con que este tipo se haya quedado sin plata por culpa de un paseo?” se estará preguntando. Pues muy poco diría yo, pero fue ese mensaje el que me hizo cuestionar: si una empresa de tal envergadura, líder en extracción de hidrocarburos, está pasando esta terrible situación por culpa del petróleo más barato del siglo, ¡cómo es posible que yo esté al borde de la quiebra por comprar gasolina, que es precisamente un derivado del petróleo más barato del siglo!
Así que, después de terminar mi almuerzo, lo primero que hice fue ponerme en la tarea de buscar por qué la gasolina es tan costosa justo en el momento en el que el precio del petróleo se encuentra en niveles alarmantemente bajos, y después de navegar y navegar en un mar de leyes, esto fue lo que encontré:
Desde la Resolución 82438 del 23 de diciembre de 1998 del Ministerio de Minas y Energía, el país adoptó una nueva metodología para la fijación del precio de la gasolina, la cual se basa, en palabras del mismo ministerio “en la metodología de paridad de precios de importación”, lo que significaba que, el ingreso al productor -o sea el precio de venta del refinador- se fijaría mensualmente dependiendo del comportamiento de los precios internacionales del crudo, más específicamente, el precio del barril WTI y de la tasa de cambio.
No pasó mucho tiempo para que el objetivo de la nueva metodología no se cumpliera, pues el país no se encontraba preparado para asumir la fuerte variabilidad del precio del crudo. Por ello, se propuso usar precios de referencia de largo plazo y el desmonte gradual de subsidios para que, de esta forma, el precio de venta concordara con el precio internacional del petróleo. Finalmente, este proceso de transición culminó con la Resolución 181602 del 30 de septiembre de 2011 y la Resolución 90145 del 30 de enero de 2014, ambas del Ministerio de Minas y Energía, fijando una metodología clara para el “calculo del ingreso al productor de la gasolina motor corriente”, la cual puede consultar aquí.
Ahora bien, si se supone que el ingreso al productor de gasolina, es decir el precio de venta desmonte gradual de subsidios, de Ecopetrol y las demás refinadoras depende de las variaciones en el precio de referencia WTI, ¿por qué es que el precio de venta al público de la gasolina no refleja la dura caída de los precios internacionales del barril? Aunque es cierto que el precio de la gasolina ha venido cayendo durante los últimos meses, la variación del mismo entre mayo 2014 y mayo 2016 es de tan solo -10%. Por su parte la variación de la cotización del barril WTI es -62% en el mismo periodo de tiempo, algo que sin duda no tiene nada que ver con la “metodología de paridad de precios de importación” de la cual tanto se ha hablado en las resoluciones del ministerio.
Entonces, ¿qué es lo que realmente ha frenado la reducción en los precios de la gasolina, si se supone que los precios de compra a las refinadoras han caído? Pues bien, si revisa la Resolución 91865 de 2012 y especialmente el documento técnico del precio de la gasolina publicado mensualmente por el ministerio en cuestión, encontrará, entre otras cosas, que el precio máximo de venta al público equivale a la suma total de 10 rubros.
Esto quiere decir que, para obtener el precio final de un galón de gasolina, mensualmente se suma:
- El valor real de un galón de gasolina.
- El impuesto nacional a la gasolina.
- La tarifa de marcación establecida por el Ministerio de Minas y Energía.
- La tarifa de transporte de polioductos.
- El margen del plan de continuidad –el cual es un tributo que remunera a Ecopetrol a través de su empresa filial Cenit Transporte y Logística Hidrocarburos S.A.S-
- El margen del distribuidor mayorista.
- El margen del distribuidor minorista.
- La sobretasa a la gasolina.
- La pérdida por evaporación.
- El transporte a la estación de servicio.
Datos: mayo 2016
“¿O sea que, de todo lo que yo pago, realmente cuál es la parte que es gasolina?”
Haciendo los cálculos sobre el precio de la gasolina de motor corriente, a la cual se le fijó en el mes de mayo un valor máximo de $7.803, y considerando que el precio de venta de las refinerías es de $3.630 por galón, concluimos que aproximadamente el 46% del total de la tarifa que se paga en una estación de servicio es gasolina, el resto se divide en impuestos y otros costos como el transporte y las utilidades de los distribuidores.
Así que para resumirle, cuando usted pide en su estación que le “regalen” $50.000 de gasolina, realmente su tanque está recibiendo mal contados: $16.500 de impuestos, $10.500 de otros gastos misceláneos y finalmente, $23.000 de gasolina pura y dura. Si me pregunta que sí creo que esto vaya a cambiar, lo dudo mucho, o al menos no en el corto y mediano plazo, pues estos impuestos indirectos son sumamente fáciles de recaudar y de difícil evasión. Es decir es un plan a prueba de fallos diría yo. ¿Será que se justifican estos impuestos?
Al final, quedé tan desanimado como usted querido lector, “¡Un galón de gasolina por tres mil pesos!”. Esto significa que tanquear un automóvil valdría más o menos lo mismo que comprar una hamburguesa con papas y gaseosa. Sin embargo, debido al gran número de impuestos y los otros gastos que suplimos, dudo que podamos disfrutar los precios bajos que ofrece la actual coyuntura económica. Así que mientras el panorama no cambie, yo seguiré esperando mi quincena y para la próxima casi seguro que no salgo de casa.